Lunes, 13 de noviembre de 2006 | Hoy
MUSICA › JOAQUIN SABINA Y LA ARGENTINA
En el libro En carne viva habla de Fito, de Charly y del fanatismo que generó aquí.
Acaba de publicarse en la Argentina Sabina en carne viva, un libro de Javier Menéndez Flores que no es más (ni menos) que una larguísima entrevista (son 400 páginas), producto de cinco noches de charla, “whisky mediante”. Dos capítulos del libro están dedicados a la Argentina. Uno de ellos se llama “El culo más hermoso del mundo (historia de la más feroz sabinamanía)”, en el que Sabina habla de la pasión que despierta en estos pagos. Entre otras cosas, allí explica: “Lo que está pasando también tiene que ver con el hecho de que los moribundos, los póstumos, los muertos, cantan mucho mejor que los vivos. En este país y en toda Latinoamérica”.
También se refiere a Maradona: “Sé que me quiere y él sabe que yo lo quiero. Y creo también que se enteró tarde de ese amor, como a mí me pasó con él. Empecé a amar a Maradona cuando ya no era Maradona. Como no era muy futbolero –aunque algunos crean que sí, a mí el fútbol no me interesa gran cosa–, el Maradona futbolista genial me pasó completamente desapercibido. Sin embargo, me empezó a impresionar cuando le montaron aquella infamia en el barrio de Caballito. Le hicieron una putada tremenda, y ahí me empezó a interesar. Luego lo conocí y estuvimos juntos un par de noches locas, y me pareció que tenía y tiene una cosa que sólo poseen algunos argentinos –la tuvo Gardel y la tuvo Evita Perón–, que es un gran instinto para lo popular. Un saber de dónde viene uno y a qué lugar pertenece. Es decir, Diego es el único tipo del mundo que puede hablar bien de Menem y de Fidel Castro el mismo día”.
En otro capítulo, “Un músico argentino ex marido de Cecilia Roth” habla de su traumática relación con el artista rosarino y de su opinión sobre Charly: “Fito es un artista químicamente puro. Con unos métodos que no son los míos, pero es un tipo al que podría comparar con Aute. Tú sabes que Aute, a quien conoces bien, desde que se levanta hasta que se acuesta sólo piensa en una cosa y sólo vive para esa cosa: su trabajo. Es el caso de Fito, que es capaz de escribir una canción a las ocho de la mañana y a las doce de la noche tenerla grabada y mezclada con una orquesta sinfónica. Si eso no es tener empuje, valentía y talento, yo no sé lo que es. Luego hay un montón de cosas, desde el punto de vista estético y también sobre el modo de trabajar, en las que discrepamos mucho. Por ejemplo, yo siempre le decía que no se daba el menor reposo para disfrutar de su trabajo. Es demasiado metódico. Y a mí una de las cosas que más me gustan de las grabaciones es el poder sentarte por la noche con un cigarrito y un whiskito a oír el trabajo. Eso es algo que jamás se hizo con Fito. El estaba siempre trabajando, mezclando, de un modo feroz. Para mí era muy agobiante. No me consideré respetado porque él tenía sus ritmos pero no tenía el más mínimo respeto por los míos. Y yo trabajé mucho en ese disco. ¡Muchísimo! Pero es que con Fito no hay tregua”.
–Como talento musical y artístico, ¿Charly o Fito?
–Charly es muy grande. Charly es Los Beatles. Es Los Beatles de Argentina. Lo que te estoy diciendo, Fito lo opina mucho más que yo. Yo he estado con Fito en mi casa de Madrid y se me ha ocurrido poner el video de un concierto de Charly, y Fito realmente se ha arrastrado por el suelo. Lo ama profundamente. De hecho, los años en que estuvieron separados y medio sin tener contacto no fue por culpa de Fito, que, como te digo, lo ama, sino porque Charly va a su aire y además no le gusta nada que le hagan sombra.
–¿Es cierta esa historia que cuenta aquello de que Charly le dijo a Fito: “Yo soy la joya, vos sos bijouterie”?
–Es cierto. Y Fito contestó que sí. Ya te digo, la persona que más ama a Charly del mundo es Fito. Además, lo predica a los cuatro vientos. Cuando hicimos el disco juntos, Fito estrenaba un estudio (Circo Beat). El estudio lo inauguramos él y yo. Un estudio maravilloso, de absoluto diseño, todo perfecto, recién pintado y con unos muebles estupendos...
–No me irás a decir que Charly casi se lo quema...
–Era una época en la que estaban a punto de reconciliarse. Y era una época en la que, en mis conciertos en Argentina, Charly se subía conmigo al escenario y éramos muy cómplices, y Fito quería que Charly fuera a verle. Entonces medié y llamé a Charly para que hicieran las paces. En aquella época, Charly iba a todas partes con los sprays esos que utilizan los graffiteros. Entonces Charly llegó al súper-estudio de diseño de Fito y éste, que estaba muy emocionado, lo llamó “maestro” y se abrazaron. Y Charly sólo hizo una maldad, pero fue genial. Dijo: “¡Me traje el spray...!” No lo sacó, pero la cara de Fito tenías que haberla visto.
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