MUSICA › RALY BARRIONUEVO, “EY PAISANO”, EL GARDEL QUE DEBIO GANAR EL CUCHI Y SU LUGAR EN EL FOLKLORE
“Yo le voy a ganar al tiempo con proyectos”
El santiagueño se abrió paso en un medio en el que muchas veces todo es cuesta arriba. Su disco le valió el reconocimiento de la industria, pero Barrionuevo apela “a morir con la mía”, y afirma: “Lo tendría que haber dicho en los Gardel, pero que un pelotudo como yo le gane al Cuchi no tiene nada que ver”.
Por Karina Micheletto
Raly Barrionuevo se mueve por Buenos Aires con la incomodidad de quien se siente extranjero pero no está de paseo. Dice que le pesan las distancias, los tiempos cortos, las dificultades que todo provinciano marca en la capital. Claro que cualquiera que se cruzara por la calle a este chico carilindo y vestido de lo más moderno lo vería muy adaptado, pero ocurre que el santiagueño se siente más en su ambiente cuando recorre el país, para dar conciertos en teatros o para apoyar luchas como las de los campesinos del norte del país, en otros contextos (ver aparte). Mañana y pasado el músico mostrará su último disco, Ey paisano, con el que ganó un Premio Gardel como mejor artista masculino de folklore. Será a las 21.30 en La Trastienda Club (Balcarce 460) y lo acompañarán los músicos de su banda (Ernesto Guevara, Mono Banegas y César Elmo), más “los que tengan tiempo de caer”, según señala con rigurosidad artística el santiagueño: “En Buenos Aires siempre invito a los amigos que se llegan. El que puede, viene. El que no, vendrá la próxima”.
–En los Premios Gardel le ganó al Cuchi Leguizamón, cuyo disco también estaba nominado en la misma categoría que el suyo. ¿Cómo lo vivió?
–Como una cagada. No me gustó ni medio. Lo tendría que haber dicho ahí, pero yo sabía que no importaba demasiado lo que dijera, porque los rubros de folklore no salen en la tele. Para mí es una falta de respeto ponerlo al Cuchi ahí. Si Capif quiere hacerle un homenaje, reconocerlo, que lo haga de otra manera, no poniéndolo en una terna. Que un pelotudo como yo termine ganándole al Cuchi, no tiene nada que ver. Fui a recibir el premio sobre todo por mis compañeros de trabajo, porque todos pusimos mucho esfuerzo en este disco. Pero no es un lugar donde me sienta cómodo.
–¿Por qué?
–Porque... No subestimo a la gente que está ahí, pero es un premio porteño, no tiene nada que ver con las provincias. De hecho, yo existí ahí porque me conocen un poco, porque más o menos le debo interesar a la industria discográfica. Lo que sí me gustó es haberlo compartido con Luis (Gurevich, productor del disco). Mientras estábamos grabando, él me dijo: “Vas a ver que te ganás un Gardel”. Entonces fue más bien como un juego, ir a ver si se cumplía la apuesta.
–Si mira para atrás, a los comienzos de su carrera, ¿qué cambios ve en usted?
–Supongo que los cambios se deben a que fui cumpliendo años... a la experiencia, digámoslo así. Pero no tienen que ver con esta cuestión de ser un poco conocido o con el reconocimiento que pude haber ganado en estos años. Cuando uno es chico y empieza este camino, quiere ser “profesional”. Y cuando está en lo que se supone que es una carrera profesional, le faltan otras cosas... Ahora, por ejemplo, estoy comenzando a necesitar espacios de libertad que sin darme cuenta fui perdiendo, al entrar en el aparato y cargarme de responsabilidades. Llega un momento en que me doy cuenta de que necesito recuperar esos espacios, que fueron muy míos y ya no están.
–¿Por ejemplo?
–Esa cuestión de decir: agarro mi guitarra y me voy un año de mochilero por Latinoamérica. Antes sí la tenía. Es un sueño que dejé en algún lugar, cuando transformé esto en una profesión. Por supuesto que está bueno estar donde estoy, y es un lugar bien ganado, pero siento que tengo que recuperar esos sueños desprejuiciados. Este año empecé a sentir, por primera vez, que me estoy haciendo grande. Lo único que falta es que me agarre el bajón de la edad, ¿no? Yo le voy a hacer frente, le voy a ganar al tiempo con proyectos. Lo que sí me gusta sentir es el reconocimiento, la gente se da cuenta de que lo que hacemos es de verdad. Me gusta porque adonde voy ya me asocian con cosas con que siempre quise que me asociaran. Y eso que se me cruzaron otras cosas en el camino, cosas que me hubieran alejado de lo que quiero... Por suerte siempre preferí morir con la mía. Tuve el consejo de León: varias veces me agarró y me contó su experiencia.Como cuando nació el rock de los ’80, y todos le decían que se tenía que sumar a esa movida. El siguió haciendo lo que sentía, buscó por el lado del rock, pero siempre permaneció más ligado al folklore. Y hoy por hoy está más vivo que nunca.
Cuando el santiagueño habla de “morir con la suya”, enseguida resuena el entredicho que tuvo con quien fuera uno de sus padrinos artísticos (y dueño de la productora Alter-Nativo Americano, donde grabó su disco Circo criollo), Víctor Heredia. Un desencuentro del que Barrionuevo prefiere no hablar, pero que se hizo público en Córdoba, donde vive. Después de ganar la Gaviota de Plata en Viña del Mar con el tema Ayer te vi (compuesto por Heredia e interpretado por Barrionuevo), los cantautores tuvieron diferencias respecto de futuros trabajos en común y rompieron relaciones.
–¿Víctor Heredia fue uno de los que lo hubieran alejado de lo que quiere?
–No quiero seguir alimentando esa historia porque me hizo muy mal. A Víctor lo guardo en un rincón muy especial de mi corazón, como un artista que me ha dado mucho. Pero hubo agresiones que me dolieron, todavía me duelen. Por lo demás, Víctor sigue siendo uno de mis artistas referentes, eso no ha cambiado. Ese lugar lo va a seguir teniendo pase lo que pase.
–Después de la que hizo con Peteco Carabajal y Coplanacu, ¿qué otras “juntadas” le gustaría hacer?
–Varias. El tema es que los otros se animen o quieran juntarse conmigo. Me encantaría hacer algo con el Chango Spasiuk, también quedó pendiente algo con Pedro Aznar. Con León por suerte pude tocar. También me gustaría poder conocerlo a Manu Chao. Carlos Vives es otro que me gusta mucho, tengo todos sus discos y me gusta su visión de la música folklórica.
–¿Cómo ve Santiago del Estero hoy?
–Es muy fuerte la tormenta que ha pasado por Santiago, porque duró muchos años, porque en muchos aspectos sigue todo parecido... Es difícil reponerse de un tsunami como el de los Juárez. Hoy Santiago tiene un desafío enorme: construir su libertad. Ya ve lo que pasó con Maccarone, la cama que le hicieron... Si tengo que saltar por él, lo defiendo a muerte.
–¿Por qué?
–Porque en su vida íntima no hay por qué meterse. Y en su vida pública hizo su proceso de a poco en una diócesis más encarada a la Iglesia Tercermundista, con una visión social muy interesante. Maccarone es una gran persona. Tomó el legado de Angelelli, puso en práctica aquella frase suya: “Con una mano en la Biblia y otra en el pueblo”. Lo conocí primero a través de mensajes de apoyo que había mandado a la causa de los campesinos, después estuve con él en unas jornadas de derechos humanos. Gerardo Sueldo (el obispo anterior) ya había muerto en circunstancias por demás extrañas. Ahora a Maccarone lo vamos a extrañar en Santiago.