Juan Carlos Cáceres es algo así como un militante del origen negro del tango, un convencido que primero dedicó años de estudio e investigación, y luego años de puesta en relación, a través de su música, de esa evidencia que repite en cada uno de sus shows, y ahora en la entrevista: por nuestro tango circula el germen de la negritud, el toque que lo vincula con otros ritmos como el candombe, y que un siglo atrás comenzaron a ensayar los negros y mulatos en los márgenes de la ciudad de Buenos Aires. Por extraño que parezca a quien haya seguido la carrera de este argentino radicado en París desde hace casi cuarenta años, y escuchado discos como Tango negro o Tocatangó, lo último de Cáceres lo vincula con otros toques: los del tango electrónico. En el disco Maquinal tango, de reciente aparición, volvió a grabar varios de sus temas, junto al Demarco Electronic Project. Algunos de esos temas se escucharán en el show que dará hoy a las 22.30 en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín) y mañana en la sala Lavardén de Rosario. Pero también habrá ritmos de milongas, candombes y murgas, con otros invitados como la murgas Los Quitapenas.

Además de pianista, compositor, estudioso e investigador del tango, Cáceres es artista plástico y profesor de Historia del Arte jubilado. Ahora dice estar sorprendido por la aceptación que está teniendo su música en el último tiempo. “Yo soy como un Highlander que va quemando vidas sucesivas. En la última etapa, desde hace diecisiete años, puse en funcionamiento el producto de las pesquisas que había hecho como investigador del tango. En Francia al principio la aceptación vino por el lado del underground, y ahora parece que voy saliendo de los márgenes. Me está aceptando otra gente”, cuenta.

–¿Y en la Argentina ocurre algo similar?

–Acá no puedo tomar la temperatura, porque el público es muy dispar. Lo que es seguro es que no pertenece al ghetto del tango. Es un público más rollinga, y de la murga. Los que se acercaron fueron tipos como Flavio Cianciarullo, los chicos de la Bersuit, murgas como Los Cometas de Boedo.

–¿Y del tango, no se acercan?

–Nadie. El único que grabó conmigo fue Daniel Binelli.

No es la primera vez que Cáceres se vincula con el tango electrónico. Participó en el último disco del grupo creador de este subgénero, Gotan Project, y Eduardo Makaroff, el argentino que integra ese grupo, participó, a su vez, como productor suyo. Es más: asegura que alguna vez, hace mucho, mucho tiempo, tuvo la idea de armar algún cruce por el estilo. “Si ponía en mi teclado la base de la murga al tango y funcionaba, y lo hacía con una tecla, ¿por qué no iba a funcionar buscando con otros ritmos, buscando formas de remixado?”, cuenta. En aquella ocasión, según Cáceres, algún productor con muy poca visión dijo que era una locura, que no iba a funcionar.

–¿Por qué decidió acercarse al tango electrónico, ahora de un modo más formal, con un disco editado?

–Yo soy un curioso por naturaleza, no puedo dejar de interesarme por todo lo que me rodea. Este disco es una forma de reunir pasado, presente y futuro: tomé cosas de dieciséis años atrás, las reinterpreté hoy, y fueron puestas en otro contexto que mira al futuro. Lo tomé como una experiencia, no como una salida, sino como un elemento de experimentación. Esa actitud irreverente de mezcla de estilos le pertenece al tango, siempre fue así. De hecho, las grandes orquestas del ’40 estaban muy influenciadas por las big band de jazz. Lo interesante es ver la diversidad del género, desmitificar la propuesta for export. Ojo, yo no la desvalorizo, pero muestro que hay toda una diversidad. También busco terminar con los mitos de que el tango nació en el quilombo, que fue bailado por hombres, todas esas pavadas que son mentiras, o verdades parciales. Ya es tiempo de que vayamos terminando con esos mitos del tango.