MUSICA › CLAUDIO SOSA PRESENTA SU DISCO “EN SON DE LA TIERRA NUEVA”
“La tierra es el patrimonio”
Sobrino de Mercedes, dice no ofenderse por las comparaciones. Pero su música, cuenta, tiene también otros referentes.
Por Karina Micheletto
Claudio Sosa tiene una voz dulce y melodiosa, un repertorio que no se acota al paisaje, con una poesía que también describe la realidad social, y una búsqueda de renovación que incluye a nuevos y jóvenes autores. Características que no suelen darse juntas, y que lo ubican como uno de los intérpretes destacados de la música popular actual. Hay algo en su voz que remite inmediatamente a un sello de origen, y en su registro se percibe algo del clan familiar tucumano entre cuyos exponentes más famosos están su tía, Mercedes Sosa, y su hermano, Coqui Sosa. Hoy a las 21 el músico presentará su disco más reciente, En son de la tierra nueva (el quinto de su carrera) en el teatro ND/Ateneo (Paraguay 918), con Teresa Parodi como artista invitada. “En son de la tierra nueva no es sólo el nombre del disco, describe el momento que estoy viviendo. Uno llega a la conclusión de que todo tiene que ver con la tierra, que es nuestro patrimonio. Por eso este show servirá para mostrar un resumen de estos años, con temas ya transitados como Chacarera del olvidao, Oración del remanso o Tucumán adentro”, explica el guitarrista y compositor.
Nacido en Monteros, Tucumán, Sosa recaló en Buenos Aires a fines de 1994, como invitado de un ciclo de recitales que dio su tía en el Opera, llamado En familia. “Ahí me envalentoné y me mudé definitivamente a Buenos Aires, aunque siempre seguí volviendo a trabajar en el interior”, cuenta. Durante años trabajó en el negocio familiar de venta de empanadas de los Sosa, y poco a poco fue encontrando un espacio en cierto circuito de peñas y escenarios que permanecen al margen de los festivales del “arriba las palmas”, y que se multiplican por todo el país.
En su repertorio Sosa encontró un compañero autoral, el joven poeta Pablo Dumit, pero también abreva en una cantidad de nuevos compositores como Duende Garnica, Pica Juárez, Topo Encinar, Bruno Arias y Fernando Barrientos. Y también hay “rescates” del cancionero, joyitas ocultas de autores como Arsenio Aguirre o Pepe Núñez. Sosa no duda en definir a la suya como “canción testimonial”: “Es la canción necesaria y la que nos refleja”, explica, y ejemplifica el alcance del concepto: “Lo que hizo León Gieco en su último disco, con la canción de Romina Tejerina, es un testimonio: toma un hecho y lo pone en discusión, lo devuelve a la escena pública. Ese es para mí el sentido de la canción. Pero también hay testimonio cuando se describen ciertos paisajes y se rescata la cultura popular. En ese sentido, la música de Ricardo Vilca, por ejemplo, es testimonial: nos muestra el color de la Quebrada y el carnaval de hoy”, explica.
En plena crisis de 2002, Sosa encaró junto al patagónico Eduardo Guajardo lo que llamaron Ruta de la dignidad, que los llevó a recorrer el país con presentaciones que apoyaban distintas luchas, desde las fábricas recuperadas hasta las reivindicaciones de las comunidades aborígenes: “Nos habíamos encontrado con Guajardo en Cosquín, y hablando de lo que pasaba, de qué podíamos hacer más allá de cantar, cómo bajar a tierra lo que postulábamos con las canciones, surgió la idea. Después de haber grabado los dos discos comprometidos socialmente, nos preguntamos si teníamos que quedarnos ahí o ponernos a hacer algo más”, cuenta Sosa. “Así que enseguida arreglamos directamente por mail, sin ninguna estructura, las organizaciones se fueron sumando después. Esa improvisación también era parte del país en aquel momento, había una sensación de urgencia que te largaba a hacer las cosas ya.” El diario de viaje de aquella ruta está colgado en la web, en la página www.rutadela dignidad.com.ar.
–¿Qué quedó de esa experiencia?
–A mí me cambió radicalmente. Uno tiene una ideología y opiniones formadas sobre la realidad, pero es distinto cuando ves lo que pasa en el lugar. Guajardo había tenido una militancia, yo siempre lo hice desde la música, me formé con la militancia de otros. No hubo filmaciones nigrabaciones, no queríamos hacer un De Ushuaia a La Quiaca, era sólo la guitarra y el canto para mostrarles a otros compañeros que existe tal lucha. La primera parada fue en la fábrica Renacer de Ushuaia. Me impactó ver esa mole parada, vacía, el frío de esa imagen. Y me sigue impactando pensar en todo lo que se perdió por el plan de unos pocos, y que el 70% de los que ocasionaron todo ese daño siguen en el poder, de una forma u otra.
–Su repertorio se basa en nuevos autores. ¿Es una toma de postura?
–Es una necesidad. Ellos son los que oxigenan el camino de la música popular, son las nuevas canciones las que dan el rumbo. Yo me formé con autores como Tejada Gómez, Yupanqui, Spinetta, Charly García, ésos son los referentes y de una forma u otra siempre van a estar en lo que hago. Pero lo que me impulsa a grabar es lo nuevo. Antes tenía que dar más explicaciones, ahora me siento más libre: seguramente la propuesta va a tener color folklórico, pero tengo temas míos que no son necesariamente folklóricos.
–¿Le gusta que lo comparen con su tía?
–Con el tiempo empecé a disfrutar que me digan “cantás como tu tía”. Si tenemos el mismo timbre, si cuando mi papá silbaba, silbaba igual, ¿por qué va a ser un problema? Además, siento que la gente compara por cariño. Ella siempre fue parte de nuestra vida, de nuestra familia, siempre estuvimos expectantes de su carrera. Cuando estuvo exiliada mandaba casetes y nos juntábamos en la pieza a escucharlos, siempre seguimos unidos a través de mi abuela. Entonces, que ella sea nuestra madrina es más bien una cosa natural. En el homenaje que le hicieron en la Casa Rosada, con mi hermano cantamos Como la cigarra, que a esta altura es como si fuera un tema de ella. Lo elegimos porque quisimos expresar la alegría de tenerla de nuevo cantando. Lo cantamos como ella, con el mismo formato. Uno debe aprender a disfrutar de esa cercanía, de ser aprendices, no sólo en la parte técnica: aprender a vivir ligado a la música.