Jueves, 22 de noviembre de 2007 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A PERICLES CAVALCANTI
Prestigioso autor de canciones que cantaban otros, hoy debutará en Buenos Aires.
Por Karina Micheletto
De este lado del mapa fue conocido primero como autor de canciones que cantaban otros, sobre todo Caetano Veloso. A partir de los ’90 comenzó a interpretar los temas que antes hacía para otros, y ahora es la primera vez que Péricles Cávalcanti mostrará su música en la Argentina. Será hoy a las 21, en el marco del ciclo “Noches brasileras”, que se organiza en Notorious (Callao 966). “Hace más de treinta años que trabajo como compositor, pero en un momento me di cuenta de que tenía ganas de meter mis propias manos en la masa”, explica el paulista sobre el cambio de rumbo en su carrera. Hubo otro cambio de rumbo anterior: antes de dedicarse profesionalmente a la música, Cávalcanti estudió filosofía. Claro que esa misma filosofía que estudió, asegura, sigue de lo más presente en todas sus canciones.
–¿El haber sido conocido primero como compositor de temas que cantaba Caetano fue una carga o una ayuda para su carrera como intérprete?
–De ninguna manera una carga, todo lo contrario... Cuando comencé a grabar mis primeras músicas, muchos no sabían qué era lo que yo había hecho antes: conocían las canciones, pero no que eran mías. A partir de mis propios discos empezaron a decir: “¡Ah, esa música era de Péricles!”, y ya era una carta de presentación, una pequeña ayuda. Luego empecé a grabar cosas inéditas y pude ampliar mi repertorio. Cuando otros empiezan a grabar tus canciones, en cierta manera ya no te pertenecen: cada uno le agrega su marca personal, la transforma un poquito. Para eso están la música y los músicos.
–¿Y tiene preferencia por alguna de esas marcas en sus canciones?
–No. Cada uno las graba a su manera y a su gusto, las transforma en otras. Y tienen estilos muy diferentes: Caetano, Simone o Arrigo Bernabé, Arnaldo Antunes o Adriana Calcanhoto... Ella comenzó a cantar más o menos en la misma época que yo, a principios de los ’90. Nos conocimos a través de Susana Moraes, la hija de Vinicius de Moraes, que es cineasta. Ella nos dijo por separado que teníamos que conocer al otro, y luego nos presentó. Hubo una identificación inmediata, y por eso Adriana tiene grabados en todos sus discos algo mío, excepto en el primero. Yo hice mucha fuerza para convencerla de que ella también tenía que meter las manos en la masa de sus propios discos, porque al principio no componía, en su primer disco tiene un solo tema suyo, que para mí era el mejor. Por suerte la pude convencer...
–Y antes, ¿cómo conoció a los del grupo tropicalista?
–Casi de casualidad, y en realidad no eran aún el Tropicalismo cuando yo los conocí, eso fue antes. Conocí a Caetano y a Bethánia cuando vinieron a trabajar a San Pablo, en el ’65, yo era un estudiante de 20 años y por causa de un primo mío, que era amigo de Caetano, llegaron a casa de mis padres. En cierto modo conviví con él, que todavía no era un músico profesional. Cuando ellos se fueron para Londres, yo fui a París y a Londres (en mi caso no a causa del exilio sino por elección personal). Abandoné la filosofía y viví dos años en Londres. Allí compartí muchas cosas con Caetano y su gente. En los ’70, cuando volví al Brasil, comencé a componer, y entonces acompañé el comienzo del Tropicalismo. Gal Costa fue la primera que grabó una canción mía, en 1973. Desde entonces, hasta hoy, soy amigo de todos ellos.
–Usted estudió filosofía. ¿Cómo terminó siendo músico?
–Siempre fui músico, toco desde niño varios instrumentos. Siempre me gustó la música y también la filosofía, pero antes de ponerme a pensar que sería músico profesionalmente, tenía que ir a estudiar, así que filosofía me pareció lo más cercano a mis intereses. De todos modos, no concluí la carrera, pero me gusta y me interesa, y en cierto sentido aplico muchos conceptos filosóficos en mis canciones. A veces en forma explícita, como en la “Samba del eterno retorno”, o en una canción llamada “Porto Alegre”, cuya letra son dos episodios de La Odisea. La cosa filosófica siempre está muy presente en mi música, porque para mí no hay división. Yo crecí en los ’60, en una época en que había una mixtura entre la alta cultura y la baja cultura que se daba muy naturalmente en las artes. No existía esa idea de especialización que hay hoy. Al contrario, lo que más me interesa son las mixturas de todo tipo.
–¿Cómo definiría el panorama de la música popular brasileña actual?
–¡Caótico! (risas). Caótico, pero para bien. El Brasil es muy grande y muy diferente entre sus regiones, por eso sus músicas necesariamente tienen que ser diferentes y variadas. No significa que en medio de esta variedad todo lo que se escucha sea bueno, pero hay suficientes cosas buenas... Me agradan mucho las nuevas generaciones que hacen fusiones de samba con hip hop, o con rock o pop, cosas de ese tipo. Moreno Veloso, por ejemplo, o Rodrigo Amarante, con quien tengo el placer de trabajar... También tengo la suerte de que muchos de los músicos de las nuevas generaciones me hayan dicho que les gustaron mis discos. Así que, bien... ¡Tan viejo no estoy!
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