Sábado, 22 de diciembre de 2007 | Hoy
MUSICA › “BUSCAMOS LA MADERA Y EL CUERO”
El grupo dará a conocer en Espacio Urbano canciones en las que el campo se cruza con lo urbano y donde hay lugar para Leguizamón y Castilla y el “Thriller” de Michael Jackson.
Por Karina Micheletto
Dicen que hacen pseudofolklore, y algo de eso tienen las canciones de Filippo: aires folk, una marca que revela el pasado rock y pop de sus integrantes, y también fuertemente urbana, todo eso junto. La banda lleva el nombre de uno de sus integrantes, Marcelo Filippo, voz, guitarra y compositor de todos los temas, pero al aludido le preocupa aclarar que se trata de un grupo con todas las letras. “Le puse mi apellido porque nació como una idea mía de hacer música, pero trabajamos desde el principio como grupo”, explica. La banda en cuestión se completa con Diego Sánchez Rivera y Gabriela Filippo en percusión, Miguel Citro en teclados y Marcelo Costa en bajo, una formación “marcada por el cuero y la madera”. Hoy a las 22 mostrarán su disco Manual de inventos en Espacio Urbano (Acevedo 460), junto a una “banda amiga”, Los Hermanos Butaca.
“Todos somos músicos de rock, venimos de ese palo o de algo parecido, nos gustan muchas músicas diversas y juntamos ganas de experimentar”, cuenta el hombre que dio nombre al grupo. “Cuando empezamos con esta historia apareció la idea de hacer algo diferente ya desde la formación, salir del formato de rock de batería y guitarra eléctrica, que acota bastante. Yo había estado laburando mucho componiendo, me metí con otros estilos y eso me entusiasmó. Ahí empezamos a darnos cuenta de que había algo con el folklore que fluía naturalmente, algo que seguramente traíamos incorporado desde chicos. Así empezaron a salir canciones con ese sonido medio folklórico, pero de ciudad.”
El tema que da nombre al disco, “un vals existencialista”, cuenta con la participación de Liliana Vitale. “Ella propuso una especie de Pimpinela más dramático, que quedó muy bueno”, explica Filippo. Otros temas están marcados por un humor sutil, como la versión criolla de “Thriller”, de Michael Jackson (“Susto”), o “Yankees amarillos”, donde un milonguero de ley confiesa una mancha en su legajo de porteño: es adicto a Los Simpson, o el título “Tengo más fe que Palito”, reinterpretación criolla de la frase I feel better than James Brown. Otra adaptación libre: “¿Existe ese amor?”, la versión con letra cambiada de “How deep is your love”, de Bee Gees. Más allá de las letras, Filippo presenta un formato sin demasiados enchufes, y con mucha y variada percusión.
Las referencias folklóricas del grupo tienen que ver con autores como Leguizamón y Castilla, y, contemporáneamente, con búsquedas como las de Fandermole y Aca Seca. Claro que hablar estrictamente de folklore no es algo que calce en este grupo, como ya lo comprobó Filippo en carne propia. “En un momento pensé que éramos superfolklóricos y nos presentamos en un Pre Cosquín. Nos fue muy, muy mal. Uno de los músicos que participaba me dijo: ‘Changuito, muy lindo lo que hacés, pero se te nota mucho el Calamaro...’. Descartado el circuito de festivales folk, Filippo se mueve entre escenarios por donde pasan también otros géneros, y con un aliado importante en Myspace, el sitio donde los músicos comparten su música. “Tenemos todas las ventajas y las desventajas de hacer una música que no calza en un formato determinado. Por un lado es un poco más difícil mostrarte, por el otro a mucha gente de todo tipo le suena interesante lo que hacés”, evalúa Filippo.
–¿Y por qué elegir el folklore como búsqueda? ¿Por qué no el camino del tango, por ejemplo?
–Fue algo que nos nació muy naturalmente, nos sentimos muy cómodos, encaramos otros estilos y nos damos cuenta de que hay otras cosas que podemos tocar, pero el folklore nos surge como algo muy orgánico, muy natural. Y la cuestión es tratar de expresar lo que uno siente, lo que uno es y lo que vive. Es cierto, la música de Buenos Aires es el tango, y me encanta, pero yo creo que hay una mirada ciudadana del campo como paraíso. Los que vivimos en la ciudad buscamos esa belleza, una mirada hacia la naturaleza, a veces de manera graciosa. Por ejemplo, en mi casa tengo un jardincito muy chiquito, es un cuadradito con pasto. Y muchos de los que vienen me dicen: ¡qué bueno estar acá, pisar el pasto! A alguien que vive en el campo le daríamos pena... Pero eso también forma parte de lo que somos. Por eso también todos los instrumentos son de madera y de cuero, no hay muchas cosas eléctricas, porque el sonido que buscábamos era ése.
–Hay un trazo de humor en la letras de algunas canciones. ¿Fue algo buscado o le sale espontáneamente como autor?
–La idea no era hacer letras con humor, sino hacer una música que esté buenísima, pero yo quería mostrarme a mí mismo, eso era lo más importante cuando salieron estas canciones. Y así, con cada idea que me aparecía, trataba de ver si podía llevarla a cabo. Por ejemplo, cuando plantás la milonga, enseguida aparecen esos personajes medio cancheros, y se me ocurrió que el protagonista era un porteño de ley. Y lo junté con algo mío, soy un fanático de Los Simpson, todas las noches lo veía. Así se me ocurrió que el tipo a la noche tenía una debilidad, tenía que volver a su casa a ver a Los Simpson, que para su vergüenza es una serie norteamericana. “Susto”, la versión de “Thriller” de Michael Jackson, es una exageración. Pensé en todo eso que te venden como Halloween, que antes acá no existía, y dije: ¿Y por qué no tenerles miedo al Pombero, a la luz mala, al lobisón, en lugar de esos zombies maquillados en Hollywood?
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