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Lunes, 18 de febrero de 2008

MUSICA › ENTREVISTA A PABLO MEMI

“Lo que me seduce es asumir riesgos”

El bajista y fundador de Ratones Paranoicos volvió a la banda después de diez años de ausencia. En abril entrarán a grabar.

 Por Cristian Vitale

Pablo Memi, dícese del bajista que alguna vez fundó, allá a lo lejos y junto a Juanse, una banda muy particular. Era 1983 y ellos asomaban equidistantes del jazz rock en retirada y el pop peso pluma en ciernes: la tangente Ratones Paranoicos. Historia más o menos conocida: primeros años de ninguneo, graffitis por todo Devoto, un solo tipo que creyó en ellos (Gustavo Gauvry), un primer disco visceral –el de Sucia estrella– y el devenir, paso a paso, que los fue ubicando en el pedestal del rocanrol argentino. “Hubo que abrirse camino a machetazos. Ibamos a la sala del barrio y esperábamos agazapados que nos presten los instrumentos para tocar”, dice él, en un arrebato de nostalgia. Es que el primer ratón volvió al mismo lugar que había dejado exactamente hace diez años, después del Unplugged para MTV y antes de que la banda grabara uno de sus discos menos festejados, Electroshock. “Estaba cansado, tenía ganas de probar otras posibilidades y, además, las fricciones personales no me estaban haciendo bien. Convivir mucho tiempo compartiendo hoteles, viajes y eso, puede ser muy divertido, pero a veces cansa. Se hace rutina”, cuenta, evocando aquella partida. Parece que el tiempo limó asperezas. Uno de los primeros shows del reencuentro (frente al mar) huele a dinamita: Memi se mira con todos, encara un impecable dueto bajo-batería con Roy, se pega a Juanse durante varios solos y recibe el reconocimiento del paranoico tipo: “Olé, olé, olé, Pablo, Pablo”: la banda suena como hace años no sonaba.

–¿Te costó ver a otro en el bajo de los Ratones?

–Los primeros años, sí. Cuando me fui, vivía en un departamento que enfrente tenía marquesinas inmensas para poner carteles de publicidad y un día apareció uno de ellos promocionando un show en el Luna Park... era gigante y fue raro para mí, pero después me acostumbré. No me había ido por un impulso sino por una decisión reflexionada.

–¿Qué opinás del Zorrito?

–Yo qué sé... toca bien, pero no lo he seguido mucho.

El retorno de Memi fue azaroso: Fabián von Quintiero se fue y Juanse decidió testear a su primer amor. Primero para integrarlo a su disco solista (Energía divina), y luego (con el guiño de Sarco) tras un fin más preciso. “Le conté a Andrew Oldman que ellos querían que volviera a tocar y me dijo: ‘¿Por qué no? Ahí hay un montón de energía puesta por vos y, además, las personas están más maduras’. Entonces, pensé que valía la pena intentarlo.”

–¿Tenías dudas?

–No sé. No fue algo que me dejara tiempo para elaborar... Un día me dijeron: “¿Querés volver?”. Toqué en dos shows y decidí probar en ensayos para ver qué pasaba. Había expectativa en ambas partes y la verdad es que sonó bien. Creo que prevalecieron las cosas positivas. Hoy por hoy, hay como un idilio entre nosotros.

–Te cayó la ficha en el momento...

–Mi preocupación no pasaba por las relaciones personales sino por el ritmo. Venía de laburar mucho más tranquilo y sabía que ellos estaban tocando un montón, entonces me pregunté varias veces cómo me iba a adaptar a ese ritmo. Hicimos unos shows piloto en Salta y Tucumán, la cosa fue bien y me pude adoptar al ritmo alocado de las giras. Enero fue tremendo... hicimos como 15 shows y en dos días cruzamos de Catamarca a Santa Cruz.

–¿Te alcanzó la energía?

–Más o menos... creo que ahora estoy pagando el precio. El rock and roll es así.

“Mirá lo que tocan esas bestias... cómo swinguean. Eran nuestros modelos cuando empezamos.” Memi acusa una desintoxicación molesta –de aquí el precio– mientras disfruta de ciertos monstruos del blues (Muddy Waters y Howlin’ Woolf, entre ellos) en el DVD del American Folk Blues festival. Claro: de una década light tocando contrabajo en una orquesta de boleros (Mabel y los Inmaculados), componiendo jingles o música para películas, produciendo discos como el de la ex Blacanblus Cristina Dall, o “sesionando” para otros, pasó al frenesí rocanrolero de las giras. “Habrá que reacostumbrarse –tira–. Volver es cerrar un capítulo, actualizando las pretensiones de la banda. Y está bueno que el regreso no haya sido premeditado. En realidad, yo nunca perdí el vínculo con ellos, pero es cierto que todo se tornó más distante. Nos encontrábamos en reuniones sociales, en cumpleaños y así...”

–¿Hay planes de grabar un nuevo disco?

–Sí. Oldham está muy entusiasmado por la vuelta de la formación original. Y la verdad es que me seduce asumir riesgos. Todavía no hemos tenido tiempo de ensayar, por la cantidad de shows que estamos haciendo, pero prima la intención de Oldham por captar el momento. Hay que verlo trabajar en el estudio... cómo intuye y se mueve entre los instrumentos. Hay situaciones que son irrepetibles y él sabe muy bien cómo conducir la energía global a ese instante, y plasmar la toma. Está bueno perderse en tocar, sin pensar en la forma de la canción. El riesgo hace todo más interesante. Tanto al grabar como al preparar el repertorio para un set. Con Juanse estamos debatiendo mucho esa tensión que existe entre armar una lista de hits y tocar temas menos conocidos que son alucinantes como Wha-Wha, Caballos de noche o Reina.

–¿Te molestó que la banda haya quedado tan pegada a los Stones? Juanse dijo una vez que admiraba más a Humble Pie.

–En un punto me molestaba, porque después de tocar con ellos no había mucho más dónde ir. No me gustaba que se nos tomara como los Rolling de acá, o como una copia. La banda siempre tuvo un sello... y las influencias eran los Stones, pero también Faces o Humble Pie. Es cierto, yo me dedico a escuchar Exile on Main Street y lo estudio, es una lija. Está totalmente grabado en un sótano, y tiene esa cosa áspera bien plasmada... algo difícil de lograr, porque en los discos siempre se pone mucha expectativa, y se busca la prolijidad. Siempre le digo a Juanse: “Una banda que lleva más de 20 años de vida, ¿qué tiene que mostrar en un disco?”.

–Después de todo, así empezaron...

–Luego de volver loco a Roy, que no sabía si quedarse en la banda o sostener su laburo para mantener a su familia (risas). Es cierto, no sin pasar por varias adversidades, explotamos muy bien los tres acordes que sabíamos en ese momento. Ahora que lo pienso, fue un lindo viaje.

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“Hoy hay un idilio entre nosotros”, reconoce Memi, que en su momento se fue de la banda “cansado”.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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