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Viernes, 16 de mayo de 2008

LITERATURA › ENTREVISTA AL EDITOR ESPAÑOL INDEPENDIENTE JAVIER SANTILLAN

“Se publican cosas prescindibles”

Su sello, Gadir, promueve los textos clásicos, devolvió a las librerías a Dino Buzzati, reivindica la vuelta al “catálogo de calidad” –que va de André Gide a Luigi Pirandello– y, en menos de un año, editó en la Argentina veintidós títulos.

 Por Silvina Friera

Cuando llega al bar de Palermo con una valija llena de libros, Javier Santillán parece un entusiasta Papá Noel dispuesto a cumplir con su misión en el mundo. No carga con todo el catálogo, los ochenta títulos que ha publicado en España su editorial Gadir en cuatro años; trae apenas una docena, que incluye buena parte de los veintidós títulos distribuidos en el país en menos de un año. “Argentina es muy importante para el mundo del libro, creo que está llamado a ser el segundo país de Gadir, y hasta me atrevería a decir que el primero”, señala el editor madrileño a Página/12, mientras comienza a desplegar sobre la mesa esos libros de tapas blancas y lomos y títulos azules con el logotipo del emperador romano Marco Aurelio. Uno a uno va sacando a Dino Buzzati, Italo Svevo, Elio Vittorini y Luigi Pirandello, entre otros autores clásicos de la literatura italiana que Santillán rescató. A los 48 años este editor independiente descartó un futuro promisorio como economista, porque siempre le gustó más las humanidades y la literatura que la economía. “Tenía el proyecto de hacer algo con los libros –dice–, tengo vocación de librero.”

El catálogo de Gadir está integrado por cuatro colecciones. En la de ficción hay títulos de André Gide, Buzzati, Arturo Uslar Pietri, Vittorini, Antonio Ferres, Diego Marani y Luigi Malerba, entre otros. En la de ensayos y biografías se destacan Andrea Camilleri con Biografía del hijo cambiado; Santiago Ramón y Cajal con Los tónicos de la voluntad, y Robert A. Johnson con Ella. Para entender la psicología femenina. En la colección de poesía, hay que subrayar el rescate del poeta norteamericano Kenneth Rexroth (1905-1982), asociado al llamado Renacimiento de San Francisco, adoptado por los beatniks como su padrino (Allen Ginsberg leyó para él su poema Aullido, y Jack Kerouac lo incorporó como personaje a una de sus novelas). Gadir publicó una selección de poemas de Rexroth Actos sacramentales, y la antología de poetas chinas, El barco de orquídeas. Poetisas de China, junto a Ling Cheng. Y, finalmente, en la colección juvenil se destaca Virginia Woolf con La viuda y el loro, ilustrado por Concha F. Montesinos, sobrina de Federico García Lorca.

“En España se publica muchísimo, pero no se publica muy bien; se publican demasiadas cosas prescindibles y muchas necesarias pasan desapercibidas”, plantea Santillán. “Pretendemos construir un catálogo con mucha calidad, que sea realmente imprescindible para buenos lectores. El secreto del Bosque Viejo, de Buzzati, es nuestro best seller; llevamos ocho ediciones y se sigue vendiendo muy bien. En España se ha redescubierto a Buzzati gracias a Gadir”, subraya el editor.

–¿Las editoriales independientes terminan compitiendo entre sí?

–No, competimos con las grandes, que son las que inundan el mercado. Que haya cincuenta buenas pequeñas editoriales que sacan veinte o treinta libros al año no crea un exceso de títulos. Las grandes editoriales son las que originan el exceso de títulos, publican muchísimo y tienen una política suicida. Las pequeñas editoriales no competimos; somos complementarias.

–¿Por qué se publica tanto?

–Es una buena pregunta. Yo me preguntaría por qué se escribe tanto. Vivimos en una época de grafomanía, todo el mundo escribe, hay muy poca gente que no escriba. Pero, claro, publicar es una cuestión delicada, las editoriales no hacen bien la labor de filtro que deberían hacer. La función genuina de una editorial es seleccionar lo que se debe publicar, y luego publicarlo bien.

–Hace poco un librero argentino le comentó a Página/12 que en España muchos libreros no llegan a abrir las cajas con las novedades para exhibir los libros. ¿Esto es así?

–Sí, es cierto, porque son novedades que ellos no piden. La vorágine es tal que no tienen tiempo de abrir todo lo que reciben. La amenaza más importante para los libreros es que no pueden cumplir con su función de seleccionar. Así como los editores deben seleccionar lo que publican, los libreros también deben seleccionar lo que venden, y es una labor que se dificulta por el exceso de libros, pero que se hace más necesaria que nunca. Quizá por efecto de la crisis, Argentina tiene un mercado más racional que el español y la distribución funciona mejor. Hay una red de librerías magníficas en la Argentina que en España ya no existe, porque una proporción muy alta de los libros se vende en grandes superficies o bien en cadenas de librerías que se apartan de lo que es la librería tradicional. Lo malo es que desaparezca la función tradicional del librero, que es una función social muy importante, y en la Argentina esa función sigue existiendo.

–¿Qué es lo más difícil del trabajo de editor?

–Sobrevivir (risas), salir adelante, porque la competencia de los grandes es feroz y el poder que tienen en el mercado es tremendo. Un libro que no tiene marketing o presupuesto para publicidad es como si no existiera prácticamente para muchos lectores. Hace poco me pidieron un artículo para El País sobre la edición independiente. Lo que planteo en ese artículo es que la edición independiente tiene el sentido de no perderse lo mejor de lo que se ha escrito o de lo que se está escribiendo. Pocas editoriales publican mucho de lo mejor, en cambio muchas muy grandes publican mucho de lo más prescindible. Esto es un hecho difícil de discutir, pero el sistema está a favor de las grandes. Hay una cierta fatalidad en eso, pero no es totalmente fatal. Hay una línea de resistencia factible, importante, y está compuesta por periodistas, críticos, libreros, editores y por supuesto por los lectores.

–¿Por qué le puso Gadir a la editorial?

–Es el nombre fenicio de Cádiz, la ciudad más antigua no sólo de España sino de todo el Occidente europeo. Es un homenaje a la antigüedad de Cádiz. El logotipo es la imagen de Marco Aurelio, que no tuvo nada que ver con Cádiz, pero que a mí me gusta mucho. Meditaciones es uno de mis libros favoritos. Era un gran filósofo, ¿conoces muchos gobernantes filósofos en el mundo actual?

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Javier Santillán asegura que toda la vida tuvo “vocación de librero”.
Imagen: Pablo Piovano
 
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