Martes, 19 de agosto de 2008 | Hoy
LITERATURA › UNA áSPERA POLéMICA ALREDEDOR DE SALMAN RUSHDIE
El escritor indobritánico fustiga a Random House por suspender la edición de The jewel of Medina por el temor a represalias en el mundo islámico. Al mismo tiempo, exige que se corrija el contenido de un libro que lo critica.
Por Amol Rajan *
Es una interesante paradoja: Sir Salman Rushdie acusó a su editorial de censura, al mismo tiempo que intenta impedir el lanzamiento de un libro que lo critica. El novelista, que lleva una década bajo la amenaza de una fatwa lanzada por el gobierno iraní tras la publicación de Los versos satánicos en 1988, atacó a Random House por suspender la publicación de una novela histórica sobre el profeta Mahoma que podría ofender a los musulmanes. El libro debut de Sherry Jones, The jewel of Medina, sobre Mahoma y su novia niña, estaba planificado para publicarse este mes. Pero Random House dice que “fuentes creíbles, no relacionadas entre sí” le advirtieron que el libro “podría incitar actos de violencia de parte de un segmento pequeño y radical”.
La intervención de Rushdie llega en un momento en el que el escritor está embarcado en una batalla legal para corregir el contenido de un libro que lo critica. On her majesty’s service fue escrito por Ron Evans, que fue parte del equipo de protección policial de Rushdie: allí hay una serie de aseveraciones –todas desmentidas por el autor– que incluyen el relato de que Rushdie agotó la paciencia de los guardias a tal punto que “lo encerraron en un desván bajo la escalera y se fueron al pub a tomarse unas pintas. Luego de refrescarse, volvieron y lo liberaron”. Evans asegura que los policías apodaron a Sir Salman “Scruffy” por su aspecto desaliñado. Pero no es lo único que escribe: también señala que Rushdie les cobró el vino tinto que tomaron en su casa y, cuando los guardias se quedaban toda la noche, Sir Salman le facturaba a la policía metropolitana “un mínimo de 40 libras de renta, a oficiales que estaban arriesgando sus vidas para que el escritor no fuera atacado por seguidores de la fatwa. Nosotros, o mejor dicho, los ciudadanos, le pagaban a Rushdie por su protección”.
Rushdie negó que haya contradicciones en sus acciones: “El libro de Sherry Jones es un trabajo de ficción. El de Ron Evans no, y contiene una enorme cantidad de mentiras comprobables, completamente absurdas, que son difamatorias no solo para mí sino también para el hijo de mi madre, Elizabeth West, la policía metropolitana y otras varias personas que incluyen a (el ex primer ministro) John Major. Estoy interesado en la verdad –continuó–, y Ron Evans puede tener las opiniones que quiera, pero es inaceptable que pueda publicar mentiras tan dañinas. Este libro se trata de tomar revancha de gente que no lo recuerda con mucha estima.”
La polémica resulta especialmente jugosa si se tiene en cuenta que la propia escritura de Rushdie condujo a la mayor batalla sobre la libertad de palabra en la historia de la literatura moderna. Los versos satánicos, que contaban de manera diferente una leyenda sobre Mahoma engañado por agentes del demonio, llevó incluso a que se produjeran quemas de libros en Inglaterra. El traductor italiano fue apuñalado y su colega japonés asesinado, y el libro fue prohibido en India. A comienzos de la semana pasada, Salman dijo que estaba “decepcionado” por la decisión de Random House de no publicar el libro de Jones, preocupado por las represalias de los islamistas, Y agregó: “Esto es un acto de censura a través del miedo, y sienta un muy mal precedente”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.
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