Martes, 19 de agosto de 2008 | Hoy
PLASTICA › EL CUBISMO EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
La notable exposición, que reúne obras de la colección de la Fundación Telefónica, incluye pinturas de Juan Gris, Natalia Gontcharova, Albert Gleizes, André Lothe, Torres-García, Barradas, Xul Solar y Pettoruti, entre otros.
Por Irma Arestizábal *
Es interesante notar que, en sociedades constituidas en su mayoría por la inmigración europea, como las de Argentina y Uruguay, el anhelo de universalidad se manifiesta con la fuerza de un proyecto nacionalista. La necesidad de relacionarse activamente con el legado de “la gran tradición universal” llevó a artistas como Torres-García y Xul Solar a codificar referentes locales y universales en el lenguaje arquetípico de la abstracción geométrica o constructiva. En la obra de ambos, la estructura formal, basada en principios racionales y universales y teñida de simbolismo cósmico, funcionará para transmitir la esencia de la nueva sociedad representada por América latina.
La posición de los dos está en los antípodas del interés por el arte primitivo de un Picasso o un Braque, ya que lo que proponían, Xul a través de la fantasía y Torres-García a través de la construcción, era una réplica de la función metafísica y simbólica que el arte tuvo en las civilizaciones primitivas.
Diez años antes, en España, Torres había trabajado estrechamente relacionado con Rafael Barradas –que luego de vivir en Roma y en París se traslada a Madrid en 1914 y finalmente a Barcelona en 1916– y con Salvat–Papasseit, y su revista Un Enemic del Poble (1917-1919), en la divulgación del vibracionismo, en el que se manifiesta la intención declarada de superar, sintetizándolos, al cubismo y al futurismo. El vibracionismo, fundado por Barradas, que acompaña al ultraísmo ilustrando casi todas sus publicaciones, fue adoptado muchas veces por los poetas de este movimiento, que recurrieron a él para referirse a su propio proyecto literario. En el vibracionismo, como en la obra de Pettoruti y en la de Oswald y Mario de Andrade, es claramente perceptible la impronta marinettiana y muchas veces la influencia del simultaneísmo de Sonia y Robert Delaunay.
Torres-García da una de las mejores visiones del arte de Barradas, al afirmar: “Había sido influido por el futurismo; pero este futurismo, cubismo y lo suyo (que era mucho) hacía un arte especial, muy personal. Siempre muy plástico, pero captando la vida y el movimiento, los ruidos y sones, las voces, las calidades de las cosas, todo a través de un vibracionismo en planos de color, pues ante todo, como se ha dicho, siempre quedaba pintor”... En el Universalismo constructivo: Contribución a la unificación del arte y la cultura en América, Torres-García habla del vibracionismo en términos estilísticos y dice: “El vibracionismo es un cierto ‘movimiento’ que se determina fatalmente por el paso de la sensación de color a otra correspondiente, siendo cada uno de estos acordes, diversas notas de armónica, distintas, fundidas entre sí por acordes más sordos, en gradación cada vez más opaca. Otro aspecto: consideremos la forma ‘geometrizada’. Tal círculo está formado por una serie de ángulos, tal forma regular nos la da por un rectángulo, el objeto está solo iniciado: es que cada forma buscará complementarse o ratificarse en el espectador, y así logra el artista otro modo de vibración, algo viviente, que no darían los objetos representados normalmente o completos”.
En 1917 Torres y Barradas exponen juntos en la Galería Dalmau de Barcelona, ya considerada escenario de expresión de las vanguardias. Después Barradas pasará del vibracionismo al neoclasicismo picassiano y, de ahí, a una reinterpretación cubista de la obra de Cézanne, iniciado en 1922 y con pinturas que él mismo consideraba planistas, un particular retour al ordre. [...]
A pesar de que la pintura de Oscar Alejandro Agustín Schulz Solari no parece tener relación con el futurismo, tampoco ha escapado de su influjo –la serie de los ritmos, por ejemplo– y fue para el vanguardismo argentino una figura muy parecida a la de Barradas en el ultraísmo español. Xul es un ejemplo vivo de la dialéctica cultural argentina, de la suma de culturas que constituye la propia. Su padre, Emilio Schulz, era del Báltico; su madre, Agustina Solari, de Génova. El hijo, que –según Borges– “tendría sin duda sangre prusiana, sangre eslava, quizás alguna sangre escandinava y luego, sangre de los italianos del norte, germánica”, toma como nombre el apellido del padre y españoliza el de la madre como propio. Xul, que es lux leído a la inversa, significa la unidad de medida de la intensidad luminosa y también luz en latín. Solar, del latín solaris, “perteneciente al sol”.
Luego de un período con marcadas influencias simbolista-expresivas y art nouveau, sus acuarelas entremezclan textos, números, serpientes, letras, flechas, símbolos religiosos o místicos, cruces, soles, rostros y cuerpos transparentes, y claras alusiones a la mitología precolombina que conocía, sobre todo por sus idas y venidas al British Museum de Londres.
Artista multifacético, transitó por la pintura, el dibujo, la creación de juegos y de títeres para adultos, de un tarot astrológico, de un ajedrez “más pli” (complicado) y de una nueva grafía musical. Xul creó también dos idiomas, “en los que todo era posible”, que se expresan mediante signos prioritariamente plásticos: la panlengua, lenguaje universal que debería ayudar a lograr la unión de la humanidad, alternativa para las modificaciones que el español sufría bajo la influencia de palabras, imágenes y sonidos de las diversas culturas que se iban sumando con las inmigraciones. Y el neocriollo o criol, asimilación del castellano enriquecido y el portugués, interesante premonición del portuñol que hoy hablan brasileños y argentinos sobre todo en las zonas de frontera. [...]
Entre tanto Emilio Pettoruti, que se había iniciado en las clases de composición ornamental basadas en el método de Eugène Grasset y dictadas por Augusto Giacometti, en la Accademia Internazionale de Florencia, proyecta un arte decorativo basado en elementos del arte precolombino.
Cuando Xul Solar y Emilio Pettoruti regresan a la Argentina, se encuentran con un grupo de escritores, artistas y críticos que, en febrero de 1924, se reunían bajo la dirección de Evar Méndez, en la revista Martín Fierro, proponiendo la ruptura con las instituciones y costumbres preexistentes.
(En el MNBA, Libertador 1473, hasta el 14 de septiembre).
* Profesora universitaria, curadora independiente y crítica de arte argentina. Curadora del pabellón del Instituto Italo Latinoamericano de Roma en la Bienal de Venecia. Fragmento del texto del catálogo de la exposición El cubismo y sus entornos en las colecciones de Telefónica, curada por Eugenio Carmona.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.