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Domingo, 6 de junio de 2010

LITERATURA › LA PRESENTACION DE PEQUEÑO PAPA ILUSTRADO, DE LOS MACOCOS

La paternidad, esa dulce condena

Junto a Jorge Maronna, Luis María Pescetti y el editor Walter Duer, la Banda de Teatro festejó la salida del libro que originó su espectáculo, un repaso por la infinidad de recursos que tienen los padres para... fracasar.

 Por Karina Micheletto

Los autores contaron que una madre de trillizos insistió para que los conceptos de JJJJJ tuvieran forma de libro.
Imagen: Sandra Cartasso.

Que los padres alcanzan una especie de cenit cuando llegan al consultorio del pediatra. Que en ningún otro lugar están tan hinchapelotas. Y que esta definición logra una expresión aún superior cuando quien va al pediatra es el papá de una nena. Que el desgaste energético motriz producido por juntar ocho millones de veces las cartas de Winnie the Pooh podría suplir un año de funcionamiento de Yacyretá. Que las técnicas para hacer que un niño junte las cosas que él mismo desordenó tienen un punto en común: no sirven para nada. De ese tipo de verdades se trata Pequeño papá ilustrado, el Manual deformación para padres que Los Macocos presentaron el viernes en el ND/Ateneo, el teatro donde además están reponiendo el espectáculo que dio origen a este libro, un texto con el que cualquier padre podrá sentirse –maldición– interpelado.

Una primera pista de cómo la Banda de Teatro que está cumpliendo 25 años llegó a este espectáculo, y posteriormente al libro, aparece ya en la previa de la presentación. Son esos puñados de niños que corretean en el foyer, en bandas de distintas edades, haciendo sentir su presencia de la forma en que ellos saben. Los hijos propios, los hijos de los amigos. Dulces retoños que habrán inspirado tantas páginas de este Pequeño papá ilustrado, piensa la cronista. Como esas que profundizan sobre el chirlo, el sopapo y sus variantes (el cachetazo, el bife, el bife seguro, el revés, la pasadita), el retorcimiento orejeril, el mechonazo de pelo, el pellizcón, el coscorrón, el abrazo no sincero, el golpe invisible o invisible touch (aquel aplicado en lugares públicos de forma disimulada) o los golpes con accesorios. Todos éstos definidos, por supuesto, bajo la estricta supervisión del profesor Jean Jean Jean Jean Jean (JJJJJ), oráculo pedagógico de este tratado.

Y allí está, ya comenzada la presentación, Daniel Casablanca con esa gran recreación del momento de llevar al niño a dormir, ese fragmento clave de la rutina cotidiana que siempre puede convertirse en una pesadilla. Una escena que tiene que haber sido vivida para estar tan bien hallada, claro, y que encuentra en esa identificación con los padres –y las madres– la clave de las risotadas catárticas que resuenan en la sala: no estamos solos, parecen decir esas formas de la risa. Y esto va también para los que resoplan aliviados en la butaca porque “a mí la mía me duerme bárbaro”: sí, claro, ya te va a tocar.

Junto a Casablanca, Martín Salazar y Gabriel Wolf llegaron hasta el Ateneo para presentar el libro Walter Duer, editor del libro (“Usualmente el editor tiene dos trabajos: el primero, editar el libro; el otro, evitar todo contacto con el autor. Este caso fue excepcional: propiciamos los encuentros”, contó), Max Aguirre, ilustrador del libro (“Es maravilloso vivir este tipo de experiencias, y también cobrarlas”, expresó) y Luis Pescetti, quien leyó el prólogo que escribió para este libro. Eduardo Fabregat, el otro prologuista, estuvo ausente con aviso: el cumpleaños de su hijo Gael provocó un cambio de planes, según se supo en el texto que llegó, “otra desgrabación de una memoria flash insertada en el cerebro de un papá en problemas”. El Les Luthiers Jorge Maronna también estuvo en la presentación, muy cercano al gran maestro JJJJJ, quien a través de una teleconferencia desde Pretoria alcanzó a pedir, sobre el final de la presentación, que destruyan todos los ejemplares del Manual deformación: “Acabo de ser papá, y eso me reveló que todo lo que escribí es una boludez”, explicó.

Los autores contaron que fue una madre de trillizos, guiada por lo mucho que se rió viendo la obra de teatro, la que insistió para que los conceptos del maestro JJJJJ también tuvieran forma de libro, e hizo el contacto con la Editorial Sudamericana. El libro no es el guión de la obra, pero allí están desplegados algunos de los tópicos que Pequeño papá ilustrado aborda en el teatro: las amenazas imposibles a los hijos, la genitalidad de la paciencia, el papá esclavo del tiempo libre en vacaciones, las competencias entre padres, la visita al pediatra, un breve tratado sobre retos, castigos y penitencias, o la “papapsicología”, según la cual la psicología evolutiva del papá se divide en etapas que parten del “homo solteronachus”, pasan por “el papá es de palo”, “el papá no puede ser más inútil”, “¿Papá? ¿No! ¡Papa!”, y adquiere los tipos de “Papá Flora”, “Papá Plomo”, “Papá Espía” y “Gerontopapá”, entre otros.

“¿Seremos mejores padres leyendo este manual?”, se pregunta Luis Pescetti en su prólogo, después de dejar sentado el porqué de su admiración por el grupo. “Todo lo mejor que se puede cuando nos enteramos de que no estamos solos metiendo la pata, haciendo el ridículo o con ese gran hallazgo de entrecasa. Formamos parte de un batallón de amímepasólomismo que nos hará sentir menos agobiados, menos únicos, más aliviados; negociemos mi amor, soy el papá que te tocó, y me muero de amor y de susto, pero ahí vamos. Ahí vamos. Y eso ya es ganancia, mis queridos, cómo que no.”

Fabregat da una explicación posible de lo que entiende como “el gran logro macocal”: “Sí, es cierto, la vida imita al arte y todo eso. Pero cuando Los Macocos ponen en marcha una rutina al viejo estilo, y presentan la obligación matinal de preparar a los niños para el colegio como un barco siempre al borde del naufragio, las carcajadas vienen cimentadas por la impresión que significa ver la vida convertida en arte”, considera el periodista de Página/12 en el otro prólogo del libro. “La vida se empeñará mil veces en imitarlo, pero el gran logro macocal es llevar 25 años haciéndonos quebrar de la risa con el retrato artístico de las miserias cotidianas.”

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