Lunes, 13 de marzo de 2006 | Hoy
LITERATURA › POETAS ARGENTINOS ANALIZAN LA OBRA DE JUAN GELMAN
A 50 años de la publicación de Violín y otras cuestiones, autores de distintas generaciones y estéticas destacan la influencia de Gelman, su compromiso y su vitalidad.
Por Silvina Friera
Quizá fue un gesto de rebeldía, una intuición o una certeza. Lo cierto es que en el poema Final, un joven poeta desconocido –por entonces más conocido como “el pibe taquito”, en los picados que jugaba en Villa Crespo– se animó a enunciar lo que sería su principio existencial: “La poesía es una manera de vivir”. En marzo de 1956, “el último romántico de los editores”, Manuel Gleizer, publicó Violín y otras cuestiones, el primer poemario de Juan Gelman. Raúl González Tuñón, en el prólogo, celebraba la aparición de este libro en el que “palpita un lirismo rico y vivaz y un contenido social, pero social bien entendido, que no elude el lujo de la fantasía”. Entre otras virtudes, Tuñón señalaba “la forma ágil, fresca, variada en tonos y matices”, de un poeta “nacional, porteño, muy nuestro”, que “recién comienza y ya está maduro”. El orgullo que transmite el prologuista se parece al de un padre que se encuentra con un hijo que le dio la poesía. Un hijo que lo sorprende con versos memorables: “Me vio el caballo de la calesita./ Me vio tan solo que se fue conmigo”. Pasaron 50 años, y a la reedición de este libro fundamental para la historia de la poesía argentina se suma la presencia de Gelman, que también festeja sus 50 años como periodista. El autor de País que fue será será declarado Embajador cultural de Buenos Aires hoy a las 19.30 en el teatro Alvear (Corrientes 1659) y recibirá, mañana, el título de “profesor honorario” de la Universidad de Buenos Aires.
El poeta Alejandro Archain señala que Gelman ha ejercido una influencia capital en las generaciones posteriores, también en los más jóvenes. “Todos nos formamos leyendo aquellos primeros poemas de Violín..., de Gotán”, cuenta en diálogo con Página/12. “Lo sentíamos muy cercano por la forma de escribir y por las temáticas que abordaba. Si bien su poesía no es la que uno llamaría ‘poesía de compromiso’, hay un compromiso personal que marcó su vida, y de alguna manera él, en aquellos años, se fue transformando en un símbolo de muchas cosas que pasaban. La poesía de Gelman tiene muchísimo vuelo y, en cuanto a su calidad poética, va mucho más allá de las circunstancias, aunque sin duda es muy particular por como está conectada con la realidad tan dura que le tocó vivir en los ’70.” Archain enumera las enseñanzas del “gran maestro” de los poetas argentinos de las últimas décadas: la coloquialidad, los modos de adjetivar, los cambios de género. “La coloquialidad de Gelman mezcla lo cotidiano con lo amoroso, pero de una manera que, por la forma de utilizar las palabras, le aporta una notable frescura al lenguaje”, señala.
El poeta Daniel Chirom tiene un programa de poesía, El jabalí, en Radio Nacional. “Todo el tiempo los oyentes me piden que se lean poemas de Juan”, revela Chirom. “Gelman toca, con su tono, una cuerda que es muy argentina, y que en definitiva es el logro de todo gran poeta: atrapar el alma de su pueblo.” El primero en el top ten del programa es el poema “El caballo de la calesita”, que pertenece, precisamente, a Violín y otras cuestiones. “El hace lo mismo que hizo Elliot con la poesía inglesa: trae el habla popular como nunca antes se había hecho. Si bien uno puede pensar como antecedentes a Tuñón y a Rega Molina, Gelman logra introducir el habla popular de una manera natural. Y después, obviamente, acompañó el dolor de este país, que no es poca cosa, y uno se siente identificado como un espejo en la historia personal de Juan.” Chirom sostiene que el encuentro con la poesía de Gelman le permitió “no tenerle miedo al habla popular, a lo que sería la poesía conversacional, y nos enseñó a no descartar ningún tema porque él nos mostró que cualquier tema puede ser poético”.
El editor José Luis Mangieri observa que Violín... es un acto de mera justicia hacia Tuñón, “que tuvo el ojito visor y auguró el nacimiento de un gran poeta”, y hacia Juan, “que no desmereció en absoluto este juicio”. Gelman, según Mangieri, “irrumpe con su voz poderosa” hasta el día de hoy. “Es el mejor poeta argentino y del mundo de habla hispana. Así como los premios que le dieron a Juan son una venganza por los que no recibió Tuñón, cuando le den a Gelman el Nobel de Literatura será el turno de la venganza de Borges, al que no se lo dieron nunca”, vaticina el editor de La rosa blindada. “La generación de los ’90 sigue en algunos aspectos a Gelman –opina Mangieri–. Poetas como (Daniel) Freidemberg o (Fabián) Casas toman no sólo la ruptura del verso sino el amor a la ciudad.”
Fabián Casas dice que Gelman es un gran poeta. “Me gusta, sobre todo, Cólera Buey, Los poemas de Sydney West e Interrupciones uno y dos. Le debo a Gelman el encuentro con la gran poesía cuando era muy joven y, también, conocer –a través de él– a José Luis Mangieri, una de las personas más importantes de mi vida. No sé qué más se le puede pedir a la poesía.” Chirom celebra que los argentinos puedan festejar los 50 años de la aparición de un libro de poesía en democracia. “Que estemos festejando esto indica que en este país, pese a todos los contratiempos que tenemos, vivimos en libertad.”
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