Lunes, 13 de marzo de 2006 | Hoy
LITERATURA › OPINION
Por Daniel Freidemberg *
El enérgico prólogo de Raúl González Tuñón al primer libro de Juan Gelman anunciaba a quien supiera leerlo que Tuñón había encontrado a alguien capaz de llevar adelante su proyecto poético: lirismo y combatividad, imaginación y espesor vital, creatividad verbal y desacartonamiento. Cosa que efectivamente ocurrió, pero es por mucho más que eso que la aparición de Violín y otras cuestiones resultó un acontecimiento para la poesía argentina, el punto que funda un antes y un después. No se trataba todavía, por supuesto, de la abismada indagación en lo indecible que Gelman lleva a cabo en Salario del impío o País que fue será, ni de esas operaciones por las que pone en crisis la lengua y la lanza a aventuras que la lengua no conocía: lo que asombraba en aquellos versos esperanzados, tristes y azorados es el por ese entonces inconcebible aire de soltura y franqueza que los animaba y que, tal como aparecía puesto en palabras, abría una gama de posibilidades, habilitaba un camino.
Es muy exagerado lo que ahora voy a decir, es desmesurado e injusto; si lo digo así es para que quede clara la idea y porque fue una sensación que tuvimos muchos: a partir de Violín y otras cuestiones, de Velorio del solo o de Gotán, se volvía posible escribir poesía en la Argentina. Pero, si fue el primero en producir esa remoción a fondo en los modos de ver y de hacer la poesía que se llamó “coloquialismo de los ’60”, Gelman también fue el primero en pasar a otra cosa, antes aun de que se volviera un repertorio de fórmulas y facilidades, para conservar y potenciar lo fundamental. Porque, lejos de limitarse al efecto de proximidad y desenvoltura, el toque coloquial de Gelman tiene que ver con el compromiso de dos cuerpos –el del autor y el del lector– en la letra y en lo que suscita la letra, y se da ante todo como sabor de la lengua, temperamento de las palabras, cadencia de la frase, reverberación de lo no dicho: es su arrojo y su ofrenda. Si la poesía es materia verbal que resplandece y gravita por sí misma, desde un principio Gelman, la poesía de Gelman, es y ofrece un muy particular modo que encuentra la materia de gravitar y resplandecer, radicalmente universal a fuerza de estar irreparablemente aquí.
* Poeta.
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