Viernes, 16 de mayo de 2014 | Hoy
LITERATURA › LA RENUNCIA DE GABRIELA ADAMO A LA DIRECCION DE LA FERIA DEL LIBRO
FERIA
Por Silvina Friera
Observar, diagnosticar y cambiar. Esta fue la consigna que adoptó Gabriela Adamo cuando fue elegida directora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires hace cuatro años. En este ciclo que terminó el martes a la noche, cuando decidió renunciar, después de la edición número cuarenta, la más exitosa en años, impulsó cambios significativos, orientados hacia la modernización e internalización de la Feria, como la creación del Diálogo de Escritores Latinoamericanos. “La verdad es que estaba muy cansada –dice Adamo a Página/12–. Antes de pelearme con gente con la que no me quiero pelear, preferí irme. Me da mucha pena por un montón de cosas que quedan en el camino. Quiero que quede claro que mi renuncia no tiene nada que ver con cuestiones políticas. Aunque es lógico y natural que la Feria tenga presiones de todo tipo. Hay personalidades que se la bancan mejor que otras, pero sentía que no podía hacer lo que me interesa: dedicarme al programa cultural, a la promoción de la lectura. Cada vez más tenía que arbitrar en peleas. Eso fue lo que me cansó: tener que ser árbitro de peleas que me trascienden.”
Adamo presentó su renuncia indeclinable al presidente de la Fundación El Libro, Gustavo Canevaro, institución que organiza la Feria, integrada por representantes de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Cámara Argentina del Libro (CAL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), el Sector de Libros y Revistas de la Cámara Española de Comercio, la Federación de la Industria Gráfica y Afines (Faiga) y la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Actividades Afines (Falpa). “Lo más triste de todo esto es cómo mi renuncia sirve para alimentar la ‘batalla cultural’ o como prefieran llamarla. Lo último que quiero es alimentar esto –advierte–. La Fundación siempre tuvo problemas, pero el tono de las peleas creció en una escalada bastante furibunda. La decisión se me venía armando desde hace casi un año, pero era la edición número cuarenta y le puse toda mi energía. Quiero muchísimo a la Feria; es una gran herramienta de promoción del libro y de la lectura, un gran punto de encuentro. Ojalá pueda seguir colaborando desde algún lado para que siga siendo así. Pero necesita un director o directora que tengan más cintura política, no en el sentido de la política partidaria, sino ante las presiones de todo tipo. Alguien que se mueva mejor ahí.”
Durante más de quince años trabajó en el sector editorial, como editora de Sudamericana y Paidós; motorizó diversos programas para promocionar la traducción de autores argentinos a otras lenguas –como la Semana de Editores en Buenos Aires– y ha traducido a autores alemanes como Hermann Hesse y Marcel Beyer. “No quiero sacar los trapitos al sol. Siempre fui muy cuidadosa –subraya Adamo–. Había discusiones más previsibles, pero a veces eran sobre el tamaño del logo en una remera. No puede ser que veinte señores grandes del Consejo estén discutiendo durante tres horas sobre esto.” ¿Las discusiones más fuertes fueron con dos de los integrantes del Consejo: Alejandro Vaccaro y Aurelio Narvaja?, pregunta este diario. “No quisiera llevarlo a algo personal. Ellos participaron en el clima actual, pero ese clima lo armaron entre todos. En esta última edición se dieron un montón de las cosas que construimos durante los últimos tres años y sentía que no la podía sostener en este clima. Si seguía, se iba a empezar a dar un deterioro. No lo quería ni por la Feria ni por mí.”
Narvaja, editor de Colihue y miembro de Carta Abierta, lamenta la renuncia de Adamo, “una excelente animadora cultural con una enorme capacidad de trabajo”. “Las discusiones no fueron con ella, pero sí hubo muchas discusiones entre los que integramos el Consejo. Una de las cosas que se hacía mal era que todo el dinero de la publicidad de la Feria se les pagaba a Clarín y La Nación, además de darles gratis los espacios. Ese dinero, entre los dos diarios, sumaba unos dos millones de pesos. También había una relación incorrecta con la empresa La Rural, propietaria del predio. Había un gasto que no se estaba administrando bien. Empezamos por revisar estas cuestiones, discutimos respetuosamente con La Rural y llegamos a un acuerdo: nosotros terminamos pagando siete millones de pesos por el alquiler del predio en esta edición –habíamos pagado nueve millones en la anterior– y se incorporaron otros actores como el Grupo Veintitrés y Crónica y se negoció con muchas radios por canje como Continental y Rivadavia. Esto generó la posibilidad de que quintuplicáramos la publicidad previa y la vía pública que no teníamos, y permitió que pudiéramos darle el doble del dinero a Gabriela para la programación cultural y las jornadas profesionales. Y por primera vez hicimos el programa Cheque Libros, que se entregaba con la entrada, para que la gente lo gastara después en las librerías. Y tuvo un gran efecto: la venta de entradas aumentó cerca de un 25 por ciento, un salto muy importante”. Otra de las peleas en el Consejo fue por el escritor que i-nauguraría la edición del año pasado. “En la votación se impuso Vicente Battista, pero algunos querían que fuera María Moreno y otros Carlos Gorostiza –recuerda Narvaja–. Para este año no hubo discusión. Todos íbamos por Juan Gelman, pero se murió y apareció Quino como un nombre indiscutible. No es cierto que yo haya propuesto a Norberto Galasso como publicó Clarín. Lo que sí hicimos fue una lista con varios ensayistas. Además de las glorias literarias, siempre digo que los libros tienen muchos géneros. Un historiador que perfectamente podría abrir la Feria es Tulio Halperin Donghi”.
Carlos Alberto Pazos, presidente de la Comisión de Comunicación de la Fundación El Libro, siente “muchísima tristeza” por la renuncia de Adamo. “Gabriela tuvo la valentía de seguir hasta terminar la Feria. Después cada uno sabe hasta dónde puede soportar ciertas cosas. No hubo errores en la gestión de Gabriela, aunque podrá ser materia opinable. Lo importante de la Feria ha sido siempre la diversidad. Cuando hay consejeros que cuestionan a ciertos autores, se pone en peligro la diversidad.”
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