LITERATURA › UNA NUEVA EDICIóN DEL FESTIVAL DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
Bajo esa premisa, Larisa Chausovksy sintetiza el espíritu del encuentro organizado por la fundación Filba, que este año además buscó desplazar las actividades a puntos geográficos habitualmente desestimados, como la Villa 21-24, el Hospital Garrahan y Catalinas Sur.
› Por Karina Micheletto
Un festival pensado para los lectores, especialmente los más chicos, pero que abarca también a los grandes. Un espacio de aprendizaje e intercambio para quienes trabajan en torno del libro para chicos y jóvenes. Una propuesta de inclusión, que apunta a la zona sur de la ciudad. Una invitación a compartir lecturas y juegos en torno de esas lecturas. En definitiva, una celebración de la literatura. De todo eso se trata Filbita, el Festival de Literatura Infantil y Juvenil que organiza la fundación Filba, que este año llega con destacados invitados nacionales e internacionales y una agenda cargada de actividades, desde hoy y hasta el domingo, todas gratuitas (ver aparte).
La ilustradora y escritora francesa Magalí Le Huche, el editor, escritor y especialista en literatura infantil y juvenil español Antonio Ventura; la ilustradora española Elena Odriozola, la editora y escritora chilena María José Ferrada, el músico y escritor uruguayo Roy Berocay son los invitados internacionales, que se suman a los participantes locales, también destacados en lo suyo: los escritores Adela Basch, Ricardo Mariño, Silvina Rocha, Ruth Kaufman, Nicolás Schuff, Cecilia Pisos, María Inés Falconi o Silvia Sirkis, los ilustradores Pablo Bernasconi, Isol y mEy!, las narradoras y talleristas Belén Torras o Betina Alperín, entre otros. Algunos de ellos tendrán a cargo actividades específicas para los autores, ilustradores o los llamados “mediadores de lectura”; otros compartirán propuestas con los pequeños lectores.
“El Filbita es un festival que busca celebrar la literatura y los múltiples encuentros que ella nos propone como lectores, como seres humanos. El libro y la literatura están allí, nos invitan, pero esa invitación no es unilateral: es una oportunidad de vivir una experiencia. Cuando se abre un libro, la actividad del lector no es pasiva, y de algún modo texto y lector se modifican, se enriquecen”, define Larisa Chausovsky, productora del festival, el sentido de este evento. “Con ese mismo espíritu el festival invita a los distintos lectores que se reúnen en torno de la literatura infantil y juvenil a compartir experiencias en las que la literatura circule, y que esa circulación se dé por el encuentro y el intercambio entre los creadores, entre los artistas, editores, escritores, ilustradores, y todos los llamados ‘mediadores’ y los lectores. Lo que se busca es generar un lugar de encuentro con la mirada del lector.”
En ese plano, las miradas están atentas a lo que ocurrirá hoy en el Centro Metropolitano de Diseño, en Barracas, donde Elena Odriozola convocará a ilustradores en el taller Artilugios para Narrar. Con el cupo ya completo para esta actividad, los organizadores han previsto una entrevista pública posterior, para que los que no llegaron a anotarse lleven sus preguntas a la autora de La princesa que bostezaba a todas horas y Oda a una estrella. La francesa Magali Le Huche se reunirá con sus colegas Isol y Pablo Bernasconi en el panel Trazo y Escritura, y mañana dictará su taller para profesionales. También mañana, la chilena María José Ferrada se centrará en “La mirada poética”, una actividad teórico-práctica, antes de compartir el panel Páginas de Poesía con Odriozola y Antonio Ventura.
La otra columna vertebral del Filbita es la que está dirigida específicamente a los lectores, chicos y jóvenes, y junto con ellos, las familias. “Queremos generar encuentros e intercambios con estos lectores, que ellos puedan conocer a escritores e ilustradores que hayan leído o no, que tengan la oportunidad de encontrarse en una actividad de lectura, artística o de taller”, sigue contando Chausovsky. “La lectura nos atraviesa como seres humanos y en ese camino se generan experiencias de vida. Por eso, en las actividades que se proponen para los chicos, se pone al libro en el centro de la escena, pero se piensa en esa escena como un espacio compartido: entre pares, con escritores e ilustradores, con el entorno familiar.
Este año, además, la programación del Filbita muestra una especial apuesta por la inclusión, acercando las actividades a espacios como el de La Casita de Fundación T.E.M.A.S., en la Villa 21-24, de Barracas, o el Hospital Garrahan. “Este año logramos dar un paso más hacia una búsqueda concreta de acercar el festival a distintos lectores, y trabajar para que la literatura y sus creadores circulen por espacios diversos. Aunque parezca una contradicción, esto se pone de manifiesto en algunas de las actividades a las que no se invita al público en general, pues tienen que ver con que el festival llegue a poblaciones que de otra manera no podrían acceder a sus propuestas”, continúa la productora.
Así, el Filbita sale a buscar lectores en todos aquellos lugares donde pueda haberlos (y puede haberlos por todos lados, claro). A la sala de espera de un hospital como el Garrahan, por ejemplo, ese espacio donde el tiempo es siempre otro, y donde la compañía de un libro bien puede servir de puente para mitigar angustias. Y donde, además, por tratarse de un hospital de alta complejidad, se reúnen chicos y familias de las procedencias más diversas. Otra posibilidad concreta para acercar el festival a otros lectores tiene que ver con el trabajo realizado en conjunto con Fundación T.E.M.A.S., una organización no gubernamental que trabaja desde hace más de diez años en la 21-24. Allí se desarrolla, entre otras cosas, un programa de promoción de la lectura, y el festival se suma como otra de las propuestas que completan este valioso trabajo. Allí se hará, el sábado, la gran jornada Al Aire Libro, que incluye tanto lecturas y talleres como juegos y música, y lo que ya es una suerte de tradición del Filbita, la suelta de globos final con poemas escritos por los chicos. Allí se reunirán varios de los invitados extranjeros (Berocay, Le Huche, Ferrada) y muchos de los nacionales (Bernasconi, Kaufman, Silvina Rocha, mEy!, entre otros).
“En el encuentro del festival y del programa de promoción de la lectura que está llevando adelante la Fundación T.E.M.A.S., ambos (programa y festival), todos hemos salido enriquecidos. Junto con ellos tuvimos la oportunidad de que el festival deje de ser un acontecimiento que se da en un momento del año para pensarlo en perspectiva y con otros plazos. Y no sólo eso: que el festival, como la literatura, invite a leer, pero también a decir”, se entusiasma Chausovsky, y puntualiza: “Este año el Filbita empezó en julio, con un taller de Ruth Kaufman para los promotores comunitarios del barrio, quienes a su vez replicaron el proyecto de Ruth, Altavoz: poesía parlante con chicos del barrio, en escuelas de Barracas. La poesía fue pasando de boca en boca, de lectura en lectura, de lector en lector y se crearon nuevos poemas para compartir con otros lectores. Mientras tanto, se fueron armando todos los detalles para que la jornada de lectura al aire libre sea en el centro de Villa 21-24, y que todas las familias tengan muy al alcance esta propuesta.
–Las otras sedes del festival también se disponen este año en el sur de la ciudad. ¿Esto fue algo buscado?
–Claro. Cuando pensamos en hacer actividades en la Villa 21-24, pensamos que no queríamos que eso fuera tomado como una propuesta aislada, fuera de contexto. Pensamos que acercar el festival significa, además de hacer propuestas de actividades gratuitas, ponerse en movimiento. Y a partir de allí empezamos a trabajar la posibilidad de que todas las sedes estuvieran en la zona sur de la ciudad. Por lo general estas propuestas están en circuitos de la zona centro y, sobre todo, del norte de la ciudad. Y hay mucha gente a la que esos espacios les quedan lejos. Entonces... tiene que ver también con poder corrernos de los lugares para pensar que “lejos” o “cerca” tiene que ver con la perspectiva de quien habla, y de que lo que para unos es cerca, para otros es lejos. Y haciendo honor a lo que la literatura puede ofrecernos, que es ampliar la mirada, derribar fronteras y acercar humanidades, decidimos que todas las sedes estuvieran en la zona sur de la ciudad. En este sentido, además de las actividades del sábado en la Villa 21-24, las propuestas del domingo en el espacio del Galpón de Catalinas nos parecen una gran oportunidad de acercarnos a otros lectores, a otros escenarios, de compartir el espacio con una propuesta cultural de gran compromiso comunitario y de una rica trayectoria. Además, todo lo que sucede allí y lo que se genera en torno del Grupo Catalinas Sur ofrece un espacio de valorización de la palabra y del arte que tiene estrecha vinculación con la literatura.
–¿Cómo trabajan los contenidos del festival?
–Para comenzar, pensamos toda la programación teniendo en cuenta que trabajar en propuestas para niños (y para adultos que trabajan con niños) implica una gran responsabilidad. Oportunidad y responsabilidad a la vez. Y por eso intentamos generar propuestas basadas en el respeto por esa diversidad de lectores, y en las que muchas veces, como adultos, el encuentro permita poner nuestra mirada en sintonía con la de los niños. En las actividades profesionales hay una pregunta que siempre está sobrevolando y que tiene que ver con sus propias experiencias lectoras y creativas. ¿Cómo se da el encuentro con ese espacio de la infancia, en el que ya no estamos, pero habitamos junto con los niños de ahora? Y esto, además, proponiendo intercambios en donde la literatura pueda tomar su voz, pueda hacerse su lugar y expandirse. En las actividades para niños, tiene que ver con pensar en propuestas de calidad literaria, exploraciones estéticas y artísticas que propicien la oportunidad de que tanto niños como adultos disfruten de una experiencia en torno del libro y la lectura.
–¿Y cómo eligen los invitados nacionales e internacionales?
–Las búsquedas surgen a partir de preguntas que nos hacemos, y pensamos en invitados cuyas obras creemos que son ricas y valiosas para distintos lectores. Creemos que el festival puede ser una oportunidad para que se den a conocer más ampliamente ciertos autores internacionales que pueden no ser conocidos en nuestro país (por ejemplo, María José Ferrada) y contribuir así a la circulación de la literatura entre otros países y el nuestro. Y también la selección tiene que ver con que por lo general conocemos al autor por su obra, y en las propuestas del festival buscamos ampliar ese conocimiento; encontrar al lector detrás del autor, al creador detrás del lector, y a la construcción conjunta de un campo literario y estético (sin adjetivos, como dice María Teresa Andruetto).
–¿Cuál es entonces la búsqueda, el objetivo de un festival como éste?
–Buscamos generar propuestas que inviten a los diversos lectores a participar de encuentros en los que la literatura, de diferentes maneras, se convierta en experiencia: experiencia de encuentro, de disfrute, de descubrimiento, de acercamiento, de movimiento, de dilución de fronteras, de pensamiento... En fin, en una experiencia de vida. Que la literatura sea celebración de uno mismo y de los otros.
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