LITERATURA › RICARDO PIGLIA GANó EL PREMIO CIUDAD DE BARCELONA
El fallo del jurado presidido por Jordi Gracia destaca las virtudes de Los diarios de Emilio Renzi, que en septiembre tendrá su segundo volumen. El anuncio coincidió con el descubrimiento de 600 páginas de concienzudos borradores de Respiración artificial.
› Por Silvina Friera
“La novela de una vida” no se puede escribir sin entusiasmo y sin confianza en lo que vendrá. Un joven escritor en ciernes, que experimenta la escritura de su diario íntimo como laboratorio literario, anota el 24 de marzo de 1967: “Miro críticamente ciertas decisiones de mi vida que fueron tomadas en función del futuro de mi literatura. Por ejemplo, vivir sin nada, sin propiedades, sin nada material que me ate y me obligue. Para mí elegir es desechar, dejar de lado. Ese tipo de vida define mi estilo, despojado, veloz. Hay que tratar de ser rápido y estar dispuesto a dejar todo y escapar”. Ricardo Piglia ganó ayer el Premio Ciudad de Barcelona en Literatura en Lengua Castellana por Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación, el primer volumen de una trilogía autobiográfica publicado el año pasado por Anagrama. El jurado –integrado por Jordi Gracia (presidente), Juan Antonio Masoliver, Teresa López-Pellisa, Lolita Bosch y Xavier Ayén– eligió la obra de Piglia “por haber creado, a través del formato autobiográfico, un personaje novelesco en la tradición heterodoxa de Roberto Arlt, fusionando géneros y transformándolos en un todo que no desnaturaliza lo esencial de cada uno ellos, creando, además, una verdadera obra panorámica con todas las virtudes que nos ha ofrecido a lo largo de su trayectoria”, según se fundamenta en el fallo de este premio. Un premio que han obtenido en otras ediciones los españoles Enrique Vila-Matas (ver aparte), Roberto Bolaño, Javier Marías, Antonio Gamoneda, Javier Cercas, Alvaro Pombo, Ignacio Martínez de Pisón y el mexicano Alvaro Enrique.
Los Premios Ciudad de Barcelona, otorgados anualmente por el ayuntamiento de Barcelona, están dotados de 7000 euros y reconocen a artistas y creadores en teatro, danza, artes visuales, traducción y música, entre otras disciplinas. Este reconocimiento se incorpora a una seguidilla de distinciones que ha recibido el escritor en los últimos años, como el Premio Formentor (2015) –fue el segundo argentino en obtenerlo, después de Jorge Luis Borges, que lo ganó compartido con Samuel Beckett en 1961–; el Konex de Brillante (2014), el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (Chile, 2013), el Rómulo Gallegos (Venezuela, 2011) y el Premio de la Crítica (España, 2010), entre otros. Guillermo Schavelzon, agente literario del escritor, cuenta a Página/12 cómo fue el momento en que visitó a Piglia en su casa, el pasado lunes, y le anunció que había ganado el premio. “Ricardo se emocionó mucho y me dijo que para él Barcelona era muy importante y que estaba muy contento. También me dijo que era un día muy especial para él porque habían encontrado los borradores de Respiración artificial. Beba los encontró cuando puso un poco de orden a los papeles viejos. Son casi 600 páginas de manuscritos, mecanoescritos, planos y varios documentos. Estos borradores muestran también un trabajo impresionante de Ricardo como escritor: de 600 páginas terminó siendo una novela de poco más de 200”, agrega Schavelzon y confirma que este año, como estaba previsto, se publicará en septiembre la segunda parte de Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices, que abarca de 1968 a 1975; mientras que el tercer volumen, Un día en la vida, saldrá en 2017 y completará el recorrido vital que va de 1976 hasta el presente.
El escritor Germán Maggiori, sobrino de Piglia, estuvo ayer acondicionando la casa de Adrogué para recibir la biblioteca del autor de Plata quemada, que está en tratamiento por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que se le diagnosticó en 2013. “A raíz de la negativa de Medicus a hacerse cargo del pago de la medicación que le están administrando –que aún persiste a pesar del amparo judicial–, Ricardo ha vendido el estudio de la calle Marcelo T. de Alvear para poder continuar con su tratamiento. En diciembre me llamó Beba para decirme que Ricardo no quería que sus libros se dispersaran, que quería regalarme la biblioteca y que la trasladara a Adrogué, que quedara en la familia. En esa biblioteca está referenciada toda su experiencia, la posesión o la sensación de posesión de esa segunda memoria; siempre pensé que era una tranquilidad para él, un refugio donde podía recuperar o completar el sentido de todo”, plantea Maggiori. “No recuerdo todo lo que he leído pero puedo reconstruir mi vida a partir de los estantes de mi biblioteca”, dice Renzi. “Se puede ver cómo es uno a lo largo del tiempo sólo con hacer un recorrido por los muros de la biblioteca”, dice también. “Cuando fui a verlo después del llamado de Beba, me dijo que esa noche había soñado conmigo. En el sueño, como en la realidad, me regalaba sus libros, pero en el sueño, me contó, los libros eran nuevos, volvían a estar nuevos. Entonces acá estoy, despejando paredes y tratando de procesar todo esto.”
Piglia (Adrogué, 1941) comenzó su diario en 1957, cuando amenazado por la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón, su padre y su familia rumbearon de la casa de Adrogué hacia Mar del Plata. En el primer volumen los lectores podrán asistir a la educación sentimental y literaria del escritor, desde sus primeras lecturas, las películas, los amores y las amistades, la vida universitaria en La Plata, las pensiones en Buenos Aires, hasta la escritura del primer libro de cuentos, Jaulario, que obtuvo la primera mención en el premio Casa de las Américas. “Sin duda, lo sé mejor que nadie, estas alegrías son siempre incómodas, demasiado ‘sociales’ y en el fondo no sirven”, confiesa en Los diarios de Emilio Renzi, nombre del personaje y alter ego que utilizó por primera vez en 1965, para firmar la traducción de un cuento de Ernest Hemingway y el prólogo de una colección de policiales. “De todos modos, es lo que quise, lo que yo mismo buscaba, un acceso, un puente a la ‘literatura’ entendida como un territorio distante de la escritura. Digamos que soy dos personas, el que escribe y el que espera publicar.” Los registros sobre sus interpretaciones y conexiones entre escritores son notables: “El peligro de la literatura de Norman Mailer (The Naked and the Dead) o en la novela de Sartre, y que se hace insoportable en David Viñas, es la reiteración del sentido de las acciones que se narran. La motivación está siempre muy explicada y las razones o la inteligencia no se aplican a la sugestión, a la elipsis y al no decir, sino que se hacen visibles en la explicación de lo que se narra en el libro. Habrá que analizar el modo en que Vargas Llosa arruina sus novelas por el exceso de ‘inteligencia’ en las trampas de la estructura (por ejemplo, esconder la identidad del Jaguar en La ciudad y los perros)”.
El escritor Juan José Becerra aporta su perspectiva sobre la importancia de la obra de Piglia. “En Los diarios de Emilio Renzi el escritor que lleva el diario es una figura inmaterial como puede ser la de un ángel”, compara Becerra. “Para él la escritura es un sacrificio en el sentido en que lo padeció Flaubert, que siempre se comparó con Sísifo: cualquier piedra que se levante con la escritura se cae por su propio peso y hay que volver a levantarla mil veces más. Es un diario sobre la pasión mística del escritor joven. Algo que se ve tanto en su voto de fe ciega en la literatura como en el voto de pobreza con que paga esa fe. Sólo se es escritor cuando se es joven y pobre, y no es una condición necesaria haber escrito algo. Lo más presente en el libro es la situación del narrador, es decir dónde está y adónde se niega a ir. Esa cosa insobornable, como de mula joven, es muy conmovedora porque lo que está diciendo es que el escritor sólo puede sobrevivir en su propio mundo.”
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