LITERATURA › OPINIóN
› Por Enrique Vila-Matas *
En el año 2100 –afirmó Renzi tras hablarlo con Piglia–, cuando el nombre de todos los autores se haya perdido y la literatura sea intemporal y sea anónima, mi pequeña propuesta sobre el desplazamiento y la distancia será, tal vez, un apéndice o una intercalación apócrifa en un website lleno de propuestas que serán leídas como consignas de un antiguo manual de estrategia usado para sobrevivir en tiempos difíciles.
Desde la distancia –hoy reducida, gracias al premio que le otorga mi ciudad, una Barcelona donde tiene muchos lectores y buenos amigos–, desde los tiempos difíciles de 2016, celebro la noticia y me alegro tanto por él como por Renzi y también por los suyos, entre los que me cuento. Alegrarme es festejar de algún modo aquella remota fecha de 1966 en la que, al iniciarse el año, el primer pensamiento de Renzi fue un recuerdo de la infancia de otra persona y se dijo que tal vez recurriría al pasado de ésta porque él carecía de memoria personal.
–En realidad –dijo Renzi tras hablarlo con Piglia– peleo contra una serie confusa de recuerdos ajenos.
Esos recuerdos también serán leídos un día como consignas para sobrevivir en la Tierra.
* Escritor.
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