Martes, 13 de febrero de 2007 | Hoy
LITERATURA › MESA REDONDA SOBRE EL AUTOR DE “PARADISO”
Por S. F.
Desde La Habana
El tiempo es un gran catalizador de obras transgresoras que irrumpen en un sistema literario contaminado por un discurso moralizante. Desplaza las lecturas torcidas, desviadas; encausa nuevas interpretaciones y ayuda a que se abran las puertas antaño clausuradas del canon. La narrativa cubana, a 40 años de Paradiso, ha digerido y fermentado la novela de José Lezama Lima. Y la fermentó tan bien que el escritor Reynaldo González recordó que cuando se publicó alguien dijo: “Hay que detener la distribución de este libro”. No es fácil encerrar una prosa tan heterodoxa y sincopada, una novela que plasma un peculiar sistema poético del mundo en el closet de la literatura gay. Es mucho más que eso, “habla de una pasión cubana”, según González, quien participó de una mesa redonda junto con el poeta César López –a quien está dedicada la edición de esta Feria–, Margarita Mateo y Francisco López Sacha.
“Lezama supo lo que tenía que decir; conocía al pueblo cubano que, en su querencia martiniana, es capaz de llevarlo a la calle, a las esquinas”, señaló López. “Es re-contra cubano; está en nuestra alta cultura popular.” Mateo, la única mujer en la mesa, advirtió que el escritor no era ajeno a las dificultades de recepción de su obra, la considera accesible sólo para un grupo de iniciados. Paradiso fue “pasto de profesores”, recordó la escritora, alimento para docentes y críticos. Lezama Lima no pudo imaginar la cantidad de tesis y monografías que fueron apareciendo después de que publicó la novela. Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, por ejemplo, escribieron varias páginas sobre el impacto que les generó el libro del escritor cubano. “El hecho de que hubiera pasajes de fuerte erotismo hizo que se convirtiera pronto en una leyenda y que se la colocara al lado de Lolita, de Nabokov”, dijo Mateo. “Las escenas más atrevidas en la lengua española se encontraban en Paradiso.” No es extraño, entonces, que quienes impugnaran la novela lo hicieran con el código de moralidad debajo del brazo. “Aquelarre lingüístico, perversión sexual”, indicaban. Claro que para el autor su novela era una totalidad, en la que incluía el sexo, que no podía ser explicada por la parte. “La cópula es el más apasionado de los diálogos, es el apoyo de la fuerza frente al horror de báculo”, agregó la escritora.
López Sacha aseguró que el libro de Lezama Lima resuelve el problema del idioma como reto del escritor. “Virgilio traslada la pelea del griego para que suene en latín; Góngora la traslada del latín para que suene en español, y Lezama traslada esa búsqueda a la tradición idiomática que se remonta al indoeuropeo”, comparó. “En Paradiso aparece una dificultad similar a la que tuvo Flaubert con Madame Bovary para darle a la narrativa francesa el mismo sonido de la poesía –se explayó López Sacha–. Proust lleva esta pelea a la memoria y si lo menciono es porque es el antecedente cercano a Lezama Lima.” Para López Sacha, “Paradiso encanta al idioma español para darle a la prosa lo que Góngora, Gracián y Quevedo le habían dado a la poesía”. A cuarenta años, la novela dejó una orgullosa estirpe de heteredoxia para el idioma cubano derivado del español.
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