Sábado, 21 de julio de 2007 | Hoy
LITERATURA › SE LANZO EL ¿ULTIMO? VOLUMEN DE HARRY POTTER
Un puñado de fans recibió en una librería porteña Harry Potter and The Deathly Hallows, la flamante edición inglesa del libro de J. K. Rowling. La mesura que prevaleció en la Argentina contrastó con la histeria desatada en el Reino Unido.
Por Silvina Friera
Casi media hora antes de que empezara la venta, no había ni siquiera cola en la librería del Gran Splendid, ni se vislumbraba que ése sería uno de los epicentros de un final tan anunciado. Más bien prevalecía una extraña calma, por momentos alterada por las cámaras de televisión, los fotógrafos y cronistas de varios medios gráficos que acaso esperaban una puesta en escena, con chicos y jóvenes disfrazados de magos, acorde al fenómeno. Pero poco a poco los fanáticos fueron llegando, conversaban entre ellos, se recomendaban sites en Internet y vigilaban con recelo los movimientos de los tres cajeros de la librería: Gustavo Romero, Jacqueline Bonato y Paula Boada. El vocero de la sucursal, Horacio Granja, confirma que la cadena Yenny, El Ateneo y Tematika tenían reservados 600 de los 3000 ejemplares de la edición inglesa de Bloomsbury. “Para un libro en inglés el fenómeno es inusual –señaló–. Pero en febrero del año pasado, cuando se lanzó el sexto libro en español acá había más de 2000 personas”, recuerda. El pelo rubio y brillante de Inés Gabilondo, la primera en la cola, luce recién salido de la peluquería. Producida para la ocasión, la mujer, consciente del protagonismo que adquiría por ser la primera en la fila, cuenta que hace 15 días que su hijo, un fanático de la primera hora, de viaje de estudios en Irlanda, le pidió que hiciera la reserva. Cuando Gabilondo pagó los 108 pesos, sacó su ejemplar de Harry Potter and The Deathly Hallows de la bolsa, lo mostró y todos aplaudieron. Carolina, de 19 años, se muerde las uñas y le dice a Página/12: “La verdad es que no aguanto, siempre me genera mucha ansiedad la salida de un nuevo Harry Potter”.
Clara, de 17 años, opina que Harry muere. “Me lo dijeron unos amigos que leyeron la noticia en Internet. Pero ojalá se salve”, ruega. Josefina, de 15, añade que ella también cree que morirá. “¿Se animan a leer el final del libro para comprobarlo?”, le pregunta este diario. “Ni loca, no quiero saberlo”, responde Josefina y se va rápido de la librería por las dudas de que alguien empiece a leer en voz alta el último fragmento del séptimo libro de la saga. Luciano, de 17, dice que trató de no especular respecto del destino de los personajes principales. “Prefiero esperar a leer el libro, no quiero que nadie me arruine la fiesta; me gusta el mundo que creó la autora porque no se lo puede comparar con nada”. Yanina, de 16, parece ser la única optimista entre los que esperan. “Estoy convencida de que Harry se salvará, pero creo que morirán el maléfico Voldemort y quizá Ron o Hermione”. En la cola hay un clima similar al de una casa de apuestas. “No es justo que Harry muera, no se lo merece –añade Yanina–, pero si Rowling lo decidió, aunque no me guste la idea, la respetaría porque ella es la autora.” Florencia, de 24, explica que antes compraba los libros en español. “Este es el primero que compro en inglés”, anuncia con el ejemplar en su mano. También llevó una de las remeras que se vendían en el local por 35 pesos. “Me fascina cómo escribe Rowling. La historia te atrapa porque es un mundo de fantasía que se parece mucho al real.” Florencia confiesa que llegó tarde al fenómeno. “Vi las primeras tres películas y recién después de la tercera empecé a leer todos los libros, en castellano y también en portugués. Ahora no me para nadie”, bromea, saluda y apura el paso para llegar a su casa y comenzar con la lectura.
Imposible no sucumbir a la tentación de ir a la página 607, la última de la versión de Bloomsbury. “La cicatriz no le había dolido a Harry durante 19 años. Todo estaba bien” (“The scar had not pained Harry for nineteen years. All was well”), se lee. Quizás algunos fanáticos se enojen, pero muchos se sentirán aliviados. Se entiende que el joven mago sobrevive, más allá de las especulaciones que se tejieron en torno del desenlace (hasta la casa de apuestas británica William Hill informó que un 99 por ciento de sus clientes estimaba que Harry Potter moriría). También se salvarán personajes centrales y entrañables como Ron y Hermione, los amigos del mago, su querido profesor Garrid y algunos antagonistas como Draco Malfoy. En cambio, mueren luchando contra Voldemort personas cercanas a Potter como Fred Weasley, los esposos Lupin y Tonks y, sobre todo, el enigmático profesor Severus Snape.
La mesura que prevaleció en la Argentina se contrapone con la histeria desatada en el Reino Unido. “El libro está a la venta, el embargo mundial ha sido levantado”, anunció un mago de larga barba blanca, frente a la inmensa librería Waterstones en Picadilly, en el centro de Londres, donde se celebra la mayor fiesta organizada en Europa para recibir la última entrega de la exitosa serie de J. K. Rowling. El anuncio fue recibido con gritos, ovaciones, cantos, aplausos, por miles de jóvenes excitados que esperaron durante horas, disfrazados de aprendices de brujos, frente a la librería londinense, la mayor de Europa. Rowling en el Museo de Historia Natural de Londres leyó varias páginas del libro ante un público de varios cientos de niños. La escritora afirmó ayer en su página en Internet que este último libro es su favorito de la serie. “Siento una mezcla de excitación, nervios y alivio”, escribió. Con Harry vivo, ¿el libro que acaba de lanzarse será definitivamente el último de la saga? Hace unas pocas semanas, Rowling dejó entrever que quizá, sólo quizá, no será el último libro que escriba sobre el pequeño mago.
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