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Lunes, 17 de octubre de 2005

LITERATURA › LA ULTIMA NOVELA DE PHILIP ROTH

Un eventual filonazi en el gobierno de Estados Unidos

La nueva obra de Roth se pregunta qué hubiera pasado si un candidato filonazi le hubiera ganado a Roosevelt en 1940.

 Por Ferran Bono *
Desde Valencia

¿Qué hubiera pasado si en las elecciones de EE.UU. un candidato republicano, filonazi, antisemita y aislacionista, hubiese arrebatado en 1940 la victoria a Roosevelt? El gran escritor judío Philip Roth (Newark, Nueva Jersey, 1933) responde a esta hipótesis en su última novela, La conjura contra América, cuya traducción al castellano publica Mondadori. EE.UU. no hubiera intervenido en la Segunda Guerra Mundial y hubiera perseguido a los judíos, según la estremecedora obra de Roth, que se centra, no obstante, en la pequeña tragedia personal de una familia llamada, precisamente, Roth.
El aviador Charles A. Lindbergh, el primero que cruzó solo el Atlántico, abandona su perfil más heroico para adoptar los rasgos de un presidente amigo del régimen nazi en esta novela que ha provocado numerosas reacciones encontradas en los Estados Unidos cuando se publicó hace un año. Es Lindbergh, aprovechándose de su enorme popularidad, quien derrota a Roosevelt en las urnas y va introduciendo paulatinamente en el país del New Deal políticas de restricción de libertades y de persecución a los judíos que desembocan en un estallido final de violencia en las calles. Corre el año 1942. Muchos críticos y lectores han hecho una lectura metafórica de La conjura contra América. Han visto en el “subtexto” de la novela un ataque directo a “Bush y a su administración”, como apuntaba, por ejemplo, una crítica del Washington Post.
Pero Roth, candidato casi perpetuo al Premio Nobel de Literatura, rechaza dicha ecuación. Ni Bush es Lindbergh ni ha pretendido trazar ningún paralelismo, asegura, a pesar de que a veces es difícil sustraerse a esa convicción en determinados pasajes del libro, debido quizás a la propia actualidad, posterior a la redacción del libro. Roth insiste, de hecho, en que empezó a escribir la novela antes de que Bush accediera al poder y antes de la restricción de libertades tras el 11-S. La idea original de La conjura contra América surgió de la lectura de la autobiografía de Arthur Schlessinger. En ella se mencionaba de pasada la propuesta surgida en las filas republicanas de presentar a Lindbergh como candidato a las elecciones de 1940 (Propuesta fallida y apenas secundada. Fue Wilkie). Entonces el escritor se detuvo a pensar “en qué hubiera pasado si” el popular aviador, confeso aislacionista, hubiese ganado. El autor de celebradas novelas como El teatro de Sabath o El lamento de Portnoy explicaba en una entrevista publicada por El País que esa identificación entre Bush y Lindbergh “corre el riesgo de dejar en segundo plano el tema principal del libro: una familia judía que vive en un país, Estados Unidos, que pierde progresivamente sus valores más auténticos y está devastado por un crescendo de acontecimientos trágicos”. Roth habla de su propia familia de clase media: de su padre, Hermann, vendedor de seguros y defensor del New Deal; de su madre, la combativa y siempre digna Bess; de su hermano Sandy, prometedor artista que cae en las redes echadas por la imaginada administración Lindbergh; y habla también de él mismo.
El personaje de nombre Philip tiene siete años cuando se inicia la trama del libro, una edad similar a la que tendría el escritor cuando sucedieron los hechos que se describen. La acción transcurre en Newark, población natal del autor. “Pensé que sería útil anclar mi historia imaginaria en algo que conocía en profundidad”, dice al respecto Roth. De modo que el autor vuelve a emplear su biografía, sus recuerdos, como material literario. Mezcla su pasado con personajes reales y de ficción. La mayor parte de los protagonistas de La conjura contra América existieron. Lindbergh fue un héroe, a pesar de sus simpatías nazis y su antisemitismo, en opinión de Roth. En la novela consigue la máxima tensión cuando relata la quiebra, el desamparo y la desesperación familiar por la disgregación de sus miembros, los ataques a la comunidad judía o la caída en desgracia del padre.
Hermann pierde su puesto de trabajo por ser judío e inicia un descenso social y vital. Llega a pensar en marcharse con su familia a Canadá, que ha optado por participar como han hecho algunos de sus amigos.
“Algunos detractores han hablado también de fascismo, pero en realidad hablo de una nación cuyo presidente es elegido democráticamente y pone en marcha el programa prometido a los electores”, añade Roth. Ciertamente, los capítulos de la celebrada trilogía americana, que incluye los títulos Pastoral americana –premio Pulitzer–, Me casé con un comunista y La mancha humana, suman ahora esta nueva obra, provocadora, una suerte de ciencia ficción del pasado, o no tanto. Aunque Roth insiste en que quiso hablar sobre “una familia judía que vive en un país que pierde sus valores más auténticos”, la polémica está abierta.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Roth trabaja con la figura de Lindbergh.
 
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