CINE › “LA SUERTE ESTA ECHADA”
Una peli con mufa
› Por H. B.
Toda una tradición nacional que reconoce nombres míticos como los de Quique Villavieja, Robert Mitchum y el grupo Los Náuticos, la figura del mufa había quedado en receso desde tiempos inmemoriales, cuando Gregorio de Laferrère primero y Luis Bayón Herrera más tarde le pusieron nombre. Jettatore pasó a ser de allí en más sinónimo del tipo que a su paso desencadena desgracias, chaparrones, mamposterías que van a dar justo a la cabeza de alguien. Y un jettatore se le presenta en la secuencia inicial al protagonista de La suerte está echada. Según presupone esta relectura contemporánea del mito, la condición de mufa pasaría de unos a otros, tipo mancha venenosa. Y el que aquí la liga es Marcelo Mazzarello, lo más parecido a Ben Stiller que el espectáculo criollo esté en condiciones de producir.
Aunque la condición de traetormentas tiende a reclamar protagonismo exclusivo, en su debut como realizador y guionista cinematográfico Sebastián Borensztein creyó necesario sumarle a Felipe (Mazzarello) un medio hermano, Guillermo (Gastón Pauls). Tras larga separación, se ven reunidos por la enfermedad terminal del padre (el veterano José Gallardou, alguna vez conocido por el nombre artístico de Indio Apachaca). Un tipo al que lo persigue la mala suerte + un padre con cáncer = ya está la fórmula que traiga risas y lágrimas. El propio realizador lo reconoció en entrevista con Página/12: “Está la parte en que tenés que sentir, y después viene otra cosa”. Esta concepción de película dividida “en partes” da por resultado una serie de partes en busca de una película.
En una parte está Felipe, que es actor. Desde el día en que saca un pañuelo amarillo durante una representación de Otelo y liquida con ello al hermano de Paola Desdémona Krum, a su paso todo el mundo se agarra una teta o el testículo iz- quierdo. En otra parte está Guillermo, a quien lo abandona su novia (Julieta Cardinali) y casi al mismo tiempo echan del trabajo, por culpa de una sirena de auto que no para de sonar. Después, Don Víctor, que al borde de la tumba recuerda lo injusto que fue con Felipe. Y un poco de tango bailado, un profesor de tango que se comporta como gurú, una vedette que alguna vez enloqueció a Don Víctor (Leticia Brédice) y ninguna motivación fuerte que guíe historia y personajes, más allá de la necesidad de sacarse de encima tanta mufa.
Que la yeta se evapore como vino –al tiempo que un relato en off aconseja forzar la suerte propia– es indicio de la endeblez del guión de La suerte está echada. Esta lleva a que, a la vez que la condición de mufa se denuncia como discriminatoria, la propia película la reafirme. Grabada en un digital entre descolorido y pobremente iluminado, estructurada como una serie de sketches (algunos efectivamente cómicos) y con predominio de planos/contraplanos y primeros planos –sumado a cortes a destiempo y planos fuera de raccord–, en términos estéticos y narrativos La suerte está echada oscila entre la televisión y un cine que, por el momento, balbucea.
5-LA SUERTE ESTA ECHADA
Argentina, 2005.
Dirección y guión: Sebastián
Borensztein.
Intérpretes: Marcelo Mazzarello,
Gastón Pauls, José Gallardou,
Alejandro Awada, Leticia Brédice, Claudio Rissi y Julieta Cardinali.