Jueves, 19 de junio de 2008 | Hoy
CINE › UN SECRETO, DE CLAUDE MILLER, CON CéCILE DE FRANCE
Conductor de mano segura, el director de Ciudadano bajo vigilancia logra imponer un tono homogéneo, pero aun así sigue habiendo demasiadas líneas narrativas en su película.
Por Horacio Bernades
“Grimbert, con m y t”, aclara, durante una ceremonia religiosa, el papá del protagonista. El empeño que pone, la sombra de duda que por un segundo asoma a sus ojos, hacen sospechar que tal vez esa m y esa t no hayan estado siempre ahí. En la despreocupada Francia de los años ’50, nadie parece recordar el horror vivido poco tiempo atrás, y los Grimbert menos que nadie. Pero el pequeño protagonista terminará descubriendo el secreto al que refiere el título de la nueva película de Claude Miller, recordado sobre todo por el poker de ases que hace más de veinte años integraron las magníficas Lo mejor de la vida, La quiero con locura, Ciudadano bajo vigilancia y Una mujer inquietante.
Alter ego del autor de la novela en la que la película se basa, en esos años ’50 de piscinas, desmemoria, Charles Trenet y Paris Match, para combatir su sensación de soledad el pequeño François Grimbert se ha inventado un hermano fantasma. Lo que François no sabe, la paradoja que la película abriga, es que ese hermano fantasma es verdadero, algo que él es el único en ignorar. Ya lo descubrirá. Narrada en cuatro tiempos, en la instancia en que el relato se abre, un François de 7 años (el pequeño Valentin Vigourt) aparece ensombrecido por la figura de sus padres. La mamá (la rubia Cécile de France, belga a pesar de su nombre artístico) es una llamativa ex campeona de natación, a quien todos los concurrentes de un natatorio se dan vuelta para observar, mientras salta estilizadamente desde el trampolín. Por su parte, el papá-atleta (Patrick Bruel) intenta, por todos los medios y sin ningún éxito, que el hijo le siga los pasos.
Treinta años más tarde y en blanco y negro, François, devenido psicólogo infantil (Mathieu Amalric, presente en cinco de cada diez películas francesas), sale a buscar al padre septuagenario, extraviado durante un paseo. Pero la edad clave de François son los 14 años. Es entonces cuando descubre, a través del relato de una vecina (Julie Depardieu, hija de Gérard) el secreto que su familia quiso enterrar tiempo atrás, cuando él no había nacido y su país estaba en manos del gobierno colaboracionista de Vichy. Allí, junto con el apellido Grimberg se abre para François una segunda novela familiar. Novela maldita, que incluye a una mujer de destino funesto (Ludivine Sagnier), adulterios, deportaciones, fugas, identidades negadas y un matrimonio fundado sobre la muerte. Así como una pertenencia étnica que hasta entonces el muchacho desconocía. En esa verdadera deconstrucción de la prehistoria familiar, a François le terminará de caer la ficha que le tocó en ese tablero: la de hijo no deseado.
Se diría que son demasiados y muy densos temas para una película de duración standard. Conductor de mano segura, Miller logra bajar decibeles e imponer un tono homogéneo. Pero aun así sigue habiendo varios films en Un secreto, y esos films coexisten de un modo no del todo pacífico. Por un lado hay un drama familiar-freudiano, pariente tal vez de La luna, de Bertolucci, en el que el carácter retraído de François halla fundamento en la enceguecida fascinación que despierta la mamá y el seco rechazo del padre. Por otro, un drama político de la Segunda Guerra, con sus componentes, más o menos standard, de persecución y paranoia, en tiempos de ocupación. También una intriga de sexo adúltero y, finalmente, un thriller que, de modo semejante a Identificación de un homicidio, de David Mamet (Homicide, 1991), halla su nudo en la cuestión de la identidad étnica, su negación e inevitable reflotamiento.
Cuatro películas y cuatro estratos narrativos, de interés dispar. Si los tres minirrelatos en pasado (mediados de los ’50, comienzos de los ’60, y allí el racconto que lleva a 1940) hacen a la médula del asunto, no sucede lo mismo con el que transcurre a mediados de los ’90, cuando François es adulto. Más que por un valor dramático específico, ese plano narrativo parecería insertado sólo para que la narración termine de hallar una resolución en presente. Como sucede en todo relato cuando la ingeniería narrativa prima sobre la estricta funcionalidad dramática, el efecto que se logra tal vez sea el contrario.
6-UN SECRETO
(Un secret, Francia, 2007)
Dirección: Claude Miller.
Guión: C. Miller y Natalie Cartier, sobre novela de Philippe Grimbert.
Intérpretes: Cécile de France, Patrick Bruel, Ludivine Sagnier, Julie Depardieu y Mathieu Amalric.
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