CINE › SE ESTRENA ROUD MUVI EN EL CAMARIN DE LAS MUSAS
“Los hermanos sean unidos, ésa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de ajuera.” Más de un siglo después, la imagen resulta tautológica: papás y mamás constantes intervienen entre mocosos y huevones. Precisamente, Noé, Rosa y Josefina son de los segundos, tres hermanos peleadores que deciden unirse a la masa de feligreses hacia la ciudad de Luján, con la aparente intención de elevar una plegaria por su padre agonizante, sin tener demasiado en cuenta que, de yapa, deberán convivir durante 40 kilómetros a pie, entre mosquitos y hectopascales en ascenso. Y no es que la presión atmosférica ahogue desde la ozonosfera, sino desde el cielo raso, porque en Roud muvi, ópera prima de Dennis Smith y Alejandro Welsh, todo transcurre paradójicamente en un salón del tamaño de una cancha de papi fútbol, de paredes verde alga descascaradas por la humedad. Es probable que el lector ya se esté preguntando de qué se trata, aunque, vale aclarar, la gambeta no es un acto de cobardía, sino que viene a superar la dificultad de catalogar este híbrido que tiene más de cine que de teatro y que se proyectará hoy a las 22 en el Espacio de Exhibición No Convencional que la sala teatral El Camarín de las Musas, en Mario Bravo 960, inaugurará para la ocasión.
Lo que es seguro es que la cita al Martín Fierro no pudo ser más atinada: los deudos caminan en un mundo limitado, se creen afuera pero sus propias miserias derivan en la cámara de cuatro paredes, están siendo devorados. “Es una especie de círculo vicioso, porque el lugar empieza a tomar toda una simbología, que tiene que ver con la relación entre los personajes. Ellos giran y giran, se chocan contra la pared y no pueden salir. Lo que se ve es ese encierro”, explica Smith.
Si bien lo sobresaliente es la convivencia de elementos propios del celuloide y de las tablas, no fue sino la idea de “síntesis”, en su variante de extracto, la que guió la producción de Roud muvi. “Es como pasar la vida por un colador: todo lo que es accesorio se queda de un lado y, lo que es fundamental, es lo que aparece en la película”, tamiza el director, que además es uno de los protagonistas del film, junto con Maia Muravchik y Lourdes Invierno, presentes durante la cita con Página/12.
Algo de esa simplificación hubo en la “personalidad” de la locación (que hizo de ruta, de bar de mala muerte, de toilet, de placita y de ciudad sacro-cristiana), en el resumen de varias caras en la de un solo actor secundario (que pasa de taxista a pulpero), en los rastros de la escenografía (unos ramilletes de hojas, unas pocas varillas, una mesa) y, también, en las “coreografías” con las que el trío simplificó el andar. “Lo que debía resaltar es el vínculo, no lo accesorio”, recalca Dennis. En rigor, la confluencia entre cine y teatro se dio “naturalmente”, como alega Invierno. “Tiene que ver con el lugar en donde nos conocimos, que fue en un curso de teatro. En los ensayos fuimos volcando los códigos teatrales, que ahora se ven en la pantalla”, aduce. Además, “mientras hay elementos de la farsa, del absurdo, y un tratamiento de la actuación, de lo que le pasa al personaje, que es propio del teatro, también aparece el realismo absoluto y lo cotidiano”, añade Smith.
Roud muvi nació luego de seis meses de ensayos en el mismo salón donde finalmente fue filmada, entre cortes de luz, goteras (“teníamos miedo de morir electrocutados”) y la cumbia de un vecino a todo volumen, que el grupo de realizadores adoptó en el film. Así, de esponja, funcionó el grupo, mancomunados en Está Fresquita Producciones. La locación reemplazó a la colectora que conduce a Luján, en donde pensaban rodar la historia. “Cuando nos dijeron que la película no iba a ser caminando por la ruta, lo pensamos como un desafío. Y en el mismo ensayo en que nos dijeron eso, nos hicieron poner a saltar”, cuenta Invierno, jocosa. Aún más, ya desde el guión se trató de un trabajo de absorción de la coyuntura, por ejemplo en la construcción de los personajes a través de experiencias y temperamentos propios. “Indefectiblemente, cuando vas creando el personaje entran cosas de uno”, asegura la actriz, y luego se explaya por la adyacente: “Somos un grupo chico de gente, cada uno con un rol dentro de la filmación, pero no es como una superproducción, que no se miran aunque se tengan al lado. Nos conocemos desde hace muchos años y hubo mucha libertad para la creación de los personajes”.
También la hubo durante la edición. Una de las variantes que surgió fue dejar la voz en off sólo para cuando Rosa (Muravchik) lee las cartas que recibe de su psicólogo por correspondencia. Y para los pensamientos, incluir una cinta en la parte inferior de la pantalla por la que aparece, cual subtítulo, “lo que no se dicen” entre hermanos. “A Alejandro se le ocurrió tomar la idea del canal Bloomberg, en donde aparece todo el tiempo la franja que te dice cómo va todo por Wall Street”, cuenta Smith.
–La obra mezcla cine y teatro, se va a proyectar en un Espacio de Exhibición No Convencional, no se sabe dentro de dónde están los protagonistas o por qué se comportan como lo hacen... ¿No son demasiadas indefiniciones?
D. S.: –Por más que pongas gente bailando mambo, si está bien contado, comprás al espectador. De repente, está bueno que te refresquen la cabeza y que no estés siempre con el mismo cuadernito. Hay un montón de gente que está haciendo lo mismo y que hoy no tiene espacio para mostrarlo, y acá se está abriendo una puerta. Desde el principio supimos que Roud muvi no iba al Village o al General Hoyts Cinema, no va para ese lado, sino para un espacio distinto, con un público capaz de leer los signos de obras complejas y sutiles, de las que no se encuentran en todos lados.
Informe: Facundo Gari.
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