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Jueves, 12 de marzo de 2009

CINE › PARíS, UNA NUEVA TRAMA CORAL DEL FRANCéS CéDRIC KLAPISH

Problemas del corazón con fondo de Ciudad Luz

 Por Diego Brodersen

¡Ah, París! Con semejante título, que se anima a no imponerle un adjetivo a la homenajeada o a describir sucintamente cierta intencionalidad desde el vamos –del tipo “sinfonía de...” o “vista por...” o bien un “2008” que congele temporalmente la instantánea citadina–, el realizador Cédric Klapish tenía vía libre para componer a gusto su tratado sobre la ciudad que lo vio nacer. Porque si bien es cierto que las historias que el film construye podrían, en líneas generales, transcurrir en cualquier metrópolis, cada uno de sus detalles vibra con una sensibilidad típicamente parisina o al menos de eso parecería querer convencernos cada fotograma. No es casual entonces que la película, una obra con características personales que intenta al mismo tiempo seducir a la mayor cantidad de público posible, haya disfrutado de un importante éxito comercial en su país de origen.

París a secas, el nuevo largometraje del director de Piso compartido y Las muñecas rusas, vuelve a insistir en la estructura coral que es la especialidad de la casa. Compuesto por una serie de tramas y personajes que se chocan y entrecruzan, directa o indirectamente, el punto de partida dramático está protagonizado por un joven bailarín, Pierre (Romain Duris, todo un veterano en la filmografía de Klapish), quien descubre que la grave enfermedad cardíaca que lo aqueja sólo puede acabar felizmente con un transplante de corazón. De esa forma, el film relaciona desde un primer momento al motor vital del organismo con su metafórica acepción romántica: muchas de las historias que se despliegan a lo largo de más de dos horas se relacionan con los “problemas del corazón”, aunque no del grado de seriedad del padecido por Pierre. La hermana del muchacho, sin ir más lejos, no conoce hombre desde hace un tiempo (Juliette Binoche, quien devora fácilmente cada escena en la cual aparece). Carencia sublimada en parte por ser la madre de tres hijos y por su rol como trabajadora social, detalle que le permite al film, casi de pasada, hacer alguno que otro comentario no demasiado profundo sobre la pérdida de los ideales solidarios, particularmente los sostenidos por el Estado francés.

Varias subtramas podrían eliminarse de raíz sin que el film se resienta en lo más mínimo, incluso aquellas que resultan gozosas como entes autónomos. La visita al psicólogo de un profesor de historia cincuentón (Fabrice Luchini) enamorado de una bella veinteañera, con sus toques a la Woody Allen, resulta muy graciosa y es rematada por un preciso gag, pero es difícil no sentirla injertada gratuitamente en la película para lucimiento de la idea y de los actores (hay en el film una sobreabundancia de figuras en cameos de brevísima exposición). A algunos momentos de gran inspiración, como esa escena en la cual un grupo de amigas tira la chancleta al irse de levante a un frigorífico –circunstancia capaz de ruborizar los rostros de las mismísimas chicas de Sex and the City–, Klapish le suma, empardando la partida, alguna secuencia de dudoso gusto cinematográfico, como esa pesadilla en 3-D que parece imitación de un mal sketch televisivo.

Así es París: una de cal y otra de arena. Y si bien el film no se priva de poner en pantalla una muerte innecesaria, como para que el espectador piense algo así como “bueno, c’est la vie” –un recurso algo canalla cuando no es sostenido por el contexto–, también es cierto que el film no carga excesivamente las tintas en la enfermedad y el dolor, prefiriendo un tono ligero en la mayor parte de su metraje. Al optar por una estructura que circula por los bordes de un núcleo inasible –la ciudad como estrella central–, Klapish logra un film que por momentos respira aires de libertad, mientras en otros se ve aplastado por su propia inconsecuencia.

6-PARIS

Francia, 2008.

Dirección y guión: Cédric Klapish.

Fotografía: Christophe Beaucarne.

Montaje: Francine Sandberg.

Música: Burke, Loïc Dury y Christophe Minck.

Intérpretes: Juliette Binoche, Romain Duris, Fabrice Luchini, Albert Dupontel, François Cluzet y Karin Viard.

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París relaciona enfermedad cardíaca y simbología romántica.
 
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