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Jueves, 19 de marzo de 2009

CINE › MúSICA EN ESPERA, CON DIEGO PERETTI, NATALIA OREIRO Y NORMA ALEANDRO

Héroe y heroína, como perro y gato

Teniendo al frente a tres de los más poderosos atractivos de boletería con que cuenta el cine argentino, la ópera prima de Hernán Goldfrid (que fue asistente de Damián Szifron en Los simuladores) tiene por dispositivo el de la más clásica comedia de equivocaciones.

 Por Horacio Bernades

“No me gusta mucho el género, pero si me lo piden, lo hago”, reconoce el protagonista-alter ego de Música en espera, refiriéndose a cuando compuso la banda de sonido de una comedia romántica. Teniendo en cuenta los antecedentes, podría suponerse que a Hernán Goldfrid, que debuta en la dirección, más que la comedia romántica le gusta la comedia policial. Lo mismo que al coguionista Patricio Vega: ambos se conocieron trabajando para Damián Szifron, en Los simuladores y Hermanos y detectives, donde Goldfrid hizo la asistencia de dirección, tarea que volvió a cumplir en Tiempo de valientes. Para no gustarles, la verdad es que la primera incursión de Goldfrid y Vega en la comedia romántica (habría que sumar a la coguionista Julieta Steinberg) les salió entre bastante y extraordinariamente bien. Extraordinariamente bien, si se la compara con el estándar del cine argentino. Bastante bien, en relación con lo que, según la película deja ver, ellos y quienes los rodean pueden dar en el futuro.

Subversiva para los represivos cánones del cine industrial, aquella confesión de contrabando revela más de lo que parece. Revela que Música en espera tal vez sea un producto, pero no impersonal: si lo fuera, no habría nadie confesando nada. Pero también revela una cierta incomodidad de sus responsables en relación con ella. Teniendo al frente a tres de los más poderosos atractivos de boletería con los que cuenta el cine argentino (falta Ricardo Darín, nada más), Música en espera tiene por dispositivo el de la más clásica comedia de equivocaciones.

Ante la sorpresiva llegada de su prejuiciosa madre, una chica embarazada debe hacer pasar a uno que pasaba por ahí por la pareja estable que no tiene. La chica es Natalia Oreiro, en papel que el cine argentino no suele destinarles a las chicas: el de subgerente de banco. La mamá, una temible Norma Aleandro. El desconocido, el mejor protagonista de comedias, de Ushuaia a La Quiaca: Diego Peretti, en otro rol no muy habitual por acá, el de músico de cine.

Jugada a la comedia brillante, Música en espera se parece más a Ayuno de amor, de Howard Hawks, que a la mezcla de convencionalismo, medianía y costumbrismo blando que el cine argentino suele entender por “comedia romántica”. La acción podría tener lugar en cualquier gran ciudad, y sin embargo más de un detalle habla de una argentinidad al palo, confirmando que a veces no hay nada más realista que la artificiosidad de género.

La tilinga (Aleandro) que, después de unos añitos en España, vuelve hablando como Carmen Maura, no podría ser otra cosa que argentina. Lo mismo vale para la mamá psicoanalista del protagonista, que ni en casa puede bajarse de detrás del diván; el amigo trucho (Rafael Ferro, que se llena de plata reciclando hits de Palito Ortega); el director de cine pretencioso (Rafael Spregelburd, que después de La ronda vuelve a lucirse en una comedia) o el propio Ezequiel, que por querer hacer bien su trabajo se muere de hambre.

Está todo lo que tiene que estar: la relación de perro y gato entre héroe y heroína; los diálogos, escritos con pimienta y disparados a toda velocidad; los protagónicos, con Peretti confirmando su excepcionalidad, Oreiro escapándole a la careteada televisiva y Norma Aleandro dejando aflorar, finalmente, algo siniestro que siempre estuvo allí pero nadie se había atrevido a reconocer; los secundarios, que incluyen amiga regalada, gerente idiota y taxista peligrosamente memorioso; los rubros técnicos, con los szifronianos Lucio Bonelli y Guillermo Guareschi en fotografía y música. Música en espera tiene un timing cómico infrecuente por aquí, incluyendo, como desopilante leitmotiv musical y hasta narrativo, el inventario completo de esas insoportables melodías de contestador automático.

¿Gran comedia, entonces? No del todo, porque está todo lo que tiene que estar pero falta, justamente, lo que no debería estar, lo que se sale de la norma, la clase de disrupciones que le dan personalidad a una película, como la escandalosa confesión que se cita al comienzo de esta nota.

Esa es la diferencia entre la ópera prima de Goldfrid (29 años) y la del apenas mayor Szifron (El fondo del mar), o la de ese ex amigo de Szifron que es Gabriel Medina (Los paranoicos): ellos filmaron la película que quisieron; Goldfrid, la que le pidieron. No le pidieron nada feo o indigno, sino un producto que funcione. Y él lo hizo funcionar. Pero da toda la sensación de que hay para más, y de que eso queda, como la música, en espera.

7-MUSICA EN ESPERA

Argentina, 2009.

Dirección: Hernán Goldfrid.

Guión: Patricio Vega y Julieta Steinberg.

Fotografía: Lucio Bonelli.

Música: Guillermo Guareschi.

Intérpretes: Diego Peretti, Natalia Oreiro, Norma Aleandro, Carlos Bermejo, Rafael Spregelburd y Rafael Ferro.

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Peretti, Aleandro y Oreiro: ante la llegada de su madre, una chica embarazada inventa el marido.
 
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