Lunes, 28 de diciembre de 2009 | Hoy
CINE › CLAIRE DANES Y SU REGRESO EN ORSON WELLES Y YO, DE RICHARD LINKLATER
Alguna vez fue la chica del momento, gracias a su dúo con Leonardo DiCaprio en Romeo + Julieta. Después hubo malas decisiones y mala suerte, pero ahora retorna en un film que retrata los días dorados de la compañía Mercury Theatre.
Por James Mottram *
En un destemplado día de diciembre, Claire Danes llega a la entrevista vestida como una mujer que sufre el frío. Con un vestido de cuello abrigado y zapatos de taco alto, está envuelta en un largo abrigo negro que mantiene puesto y abotonado durante todo el encuentro. Sentada en el borde de su sofá, bien derecha, con una mirada recatada y las manos cruzadas en su falda, deja la impresión de que está preparada para una rápida huida más que simplemente para mantenerse caliente.
Generar calor es algo con lo que Danes siempre luchó en su carrera, al menos desde que coprotagonizó junto a Leonardo DiCaprio Romeo + Julieta, de Baz Luhrmann en 1996. Ya era una estrella en Estados Unidos tras haber ganado el Globo de Oro como Angela Chase en la serie televisiva My so-called life, pero se volvió global interpretando a Julieta. A pesar de eso rechazó el rol que finalmente asumió Kate Winslet en Titanic: en parte por agotamiento, en parte porque no quería volver a juntarse con DiCaprio en otra historia de amantes infortunados tan pronto luego de su shakespeareana colaboración. Si eso fue tan recomendable, sus siguientes opciones no fueron muy brillantes. Trabajó en películas moderadas de grandes directores (U Turn de Oliver Stone, The rainmaker, de Francis Ford Coppola), grandes errores de alto presupuesto (como The Mod Squad y Terminator 3: Rise of the Machines) o lo que ella llama “películas más progresivas y experimentales”, cosas poco vistas como la incomprensible It’s All About Love, de Thomas Vinterberg, o el oscuro drama familiar Igby goes down. Incluso sufrió simple mala suerte, aprendiendo a ser trapecista para el drama ambientado en el circo Flora Plum (de Jodie Foster), que fue cancelado luego de que su coprotagonista, Russell Crowe, se lastimara el hombro.
Cuando encontró un film aplaudido por la crítica (Las horas, de Stephen Daldry), ella fue virtualmente ignorada, perdida en el apuro por celebrar a Nicole Kidman. Pero Danes sigue sin preocuparse por sus eclécticas elecciones o la trayectoria que tomó su carrera. Apunta a la época en que tomó parte de una puesta de danza del off Broadway, Kids on Stage, que coreografió y en la que hacía un solo, y al mismo tiempo que trabajaba en el film romántico, Shopgirl, escrito por Steve Martin. “Es realmente divertido experimentar con diferentes escalas. Mientras la historia sea buena y mi personaje no sea degradado de una manera horrible, estoy en el juego”, dice. La pregunta es si a los directores les interesa Danes, ahora que ya no es la chica del momento. La última vez que se la vio fue en 2007 en Stardust, un romance-cuento de hadas dirigido por Matthew Vaughn, y en Evening, un film insoportablemente sentimental en el que conoció a su actual marido, el actor británico Hugh Dancy. Incluso su última película, Orson Welles y yo, de Richard Linklater, en la que encarna a la ambiciosa asistente de producción del icónico director del Mercury Theatre, fue filmada dos años atrás. Entonces, ¿se tomó tiempo libre de manera deliberada? “No trabajé mucho este año –admite–. ¡Me casé! Me sentía plena con ello.”
Hay que darle el crédito: Dane, de 30 años, no está hambrienta de fama ni desesperada por aparecer en la tapa de todas las revistas. Enamorada de Dancy durante los juegos de Scrabble en las pausas en el set de Evening, mantuvieron su casamiento tan simple como su noviazgo, casándose frente a miembros íntimos de su familia y amistades en una ceremonia de bajo perfil en Francia. Dice que se está convirtiendo en anglófila por defecto, ya que con su marido dividen el tiempo entre Nueva York y Londres. Está enamorada de la cabeza a los pies: “Las relaciones son un trabajo, pero esto no se siente así”, señala.
Al hablar con Danes queda casi la impresión de que preferiría que su marido se ubicara bajo los flashes de Hollywood mientras ella se ubica en el asiento trasero. Dice que las cosas han cambiado. “Cuando empezamos a atraer la atención fui relativamente privilegiada. Vivíamos en un momento en el que la cultura del tabloide en Estados Unidos estaba mucho más contenida. No existía internet, la gente no tenía cámaras en sus celulares. Hoy hay un ambiente muy diferente. No eras cazado por los paparazzi, tenías que ser Michael Jackson o algo así. Ahora el escrutinio es increíblemente abrumador, intenso y despiadado.” Dado esto, cabe preguntar si no es feliz de no estar surgiendo justo ahora, como le ocurre a su compañero de Orson Welles y yo Zac Efron, estrella de High School Musical, que toma aquí su primer rol adulto. “Tengo que decir que sí. En ese sentido me siento más consentida, en esos años formativos fui más descuidada. No es que ahora sea brillante, pero pude cometer algunos errores en mi vida... tampoco tanto como derrumbarme en un taxi, era bastante nerd. Y lo sigo siendo.” ¿De verdad? Su aspecto de rubia fría, su aire artístico, parecerían desmentirlo. “Lo era”, insiste, “y todavía tengo el tipo, tengo las peores cualidades del nerd y ninguna de sus vivezas. ¡Soy una nerd inútil! Mal asunto”.
Es interesante escucharla referirse a sus “errores”. Es cierto que Danes se ha comportado mejor que Lindsay Lohan, pero su record público no carece de manchas. Cuando filmó Brokedown Palace, un film sobre el tráfico de drogas rodado en Manila, fue citada en Vogue diciendo que era “una ciudad horrible y extraña”. Si eso no era suficiente, luego remarcó en Première que la ciudad “olía a cucarachas, con ratas por todos lados y sin cloacas. La gente no tiene nada, no tiene brazos, piernas, ojos”. No es de extrañar que sus películas hayan sido prohibidas desde entonces en Filipinas. Y estuvieron sus juegos con el actor Billy Crudup, que habrían empezado en la filmación de Stage Beauty, realizada por Richard Eyre en 2004. Aunque la relación de seis años entre la actriz y el cantante australiano Ben Lee había terminado, Crudup aún estaba con su pareja de larga data, Mary-Louise Parker, entonces embarazada. Algunos reportes señalaron que ambas actrices se sentaron a hablar del asunto, otros que no. “Fue una elección que hice de enamorarme”, dijo Danes después. “Es desagradable quedar en ese lugar poco halagüeño, pero tuve que ponerme firme.”
Toda la intriga puede dar una pista de por qué Danes terminó en Orson Welles y yo, donde su personaje Sonja no tiene problema en enredarse con el casado Welles (interpretado por el excelente debutante Christian McKay) mientras prepara en 1937 su seminal producción de Julio César. “No creo que ella duerma con él necesariamente para impulsar su carrera”, argumenta. “Ella es ambiciosa pero no engañosa. Quiere tener éxito pero no quiere hundir a nadie en el proceso. Es muy franca con todo el mundo acerca de quién es y qué quiere.”
El “yo” del título refiere en realidad al ingenuo estudiante Richard (Efron), quien cae bajo el hechizo de Sonja y Welles cuando lo contratan para un pequeño rol en la puesta. Mientras el personaje de ella es de ficción (el film se basa en una novela de Robert Kaplow), Welles está presente y correcto, en toda su pomposa gloria. Danes admite que lo conoció en el colegio, cuando escribió un informe sobre su debut como director en 1941, con Citizen Kane. “En ese momento fue una revelación para mí descubrir cuán innovador y relevante fue, lo fresca y contemporánea que parece esa película aún hoy.” Dice que es remarcable que Welles tuviera sólo 22 años en el momento en que refleja Orson Welles y yo. Es una buena chance para preguntar qué estaba haciendo ella a esa edad. “Probablemente estaba saliendo de mi año sabático. Había dejado de actuar, y volví a comenzar como persona adulta”, dice, rodeando las dos últimas palabras con un gesto de comillas. Nacida en Nueva York, con una madre pintora y un padre diseñador textil, Danes aún experimentaba el calor de Romeo + Julieta cuando se corrió de los focos. En 1998 se puso a estudiar psicología en Yale, donde su abuelo fue decano del colegio de arte y arquitectura. Danes explica que su deseo de mayor edudación vino simplemente de experimentar la normalidad. “Empecé a trabajar cuando era muy joven. Tuve un agente a los doce años, y afortunadamente desde ese momento tuve mucho trabajo, con lo que no fui a una escuela superior convencional. Tenía tutores en los sets, y eso.”
Dejar la carrera a los dos años para volver a actuar, el sistema de parar y seguir que su naturaleza sugiera, da la pista de que Danes sigue siendo inquieta, quizás hasta desenfocada. Pero ella dice que está hambrienta de nuevos desafíos. “Ahora me encantaría trabajar con la nueva guardia, gente como Michel Gondry, Spike Jonze y Sofia Coppola. Todavía no hice eso.” Si eso elevará la temperatura de esta friolenta criatura, ya es otra cuestión.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.