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Viernes, 16 de abril de 2010

CINE › EL DOCUMENTAL BUEN DIA, DIA VALORA LA FIGURA UNICA DE MIGUEL ABUELO

De Abuelo de la Nada a abuelo de todos

Sergio “Cucho” Costantino y Eduardo Pintos dicen que es imposible que su película esté a la altura de la inmensa obra del homenajeado. El film tiene testimonios de Spinetta y Calamaro, de la mujer del músico y del hijo de ambos.

 Por Luis Paz

Miguel Abuelo nació el 21 de marzo de 1946, una fecha que suena casi a anagrama de la del comienzo de la última dictadura. Sin embargo, es difícil pensar en un artista que haya estado más cerca de la libertad y lejos de las opresiones y represiones que Miguel Angel Peralta, un pibe de hogar humilde entregado a una búsqueda poética y artística proyectada en todas direcciones que, al mando de Los Abuelos de la Nada, construyó un espacio fundamental para la estética y la poética del rock argentino. Buen día, día, el documental de Sergio “Cucho” Costantino y Eduardo Pintos que hoy y el domingo será proyectado en el Bafici, viene a “hacer justicia” a su figura de paladín multifacético, con casi dos horas de grabaciones, entrevistas de archivo y testimonios: desde Luis Alberto Spinetta y Andrés Calamaro, hasta los periodistas Pipo Lernoud, Jorge Pistocchi y Alfredo Rosso, pasando por su compañera Krisha Bogdan y el hijo de ambos, Gato Azul, como catalizador del relato.

“La verdad es que se te frunce el culo al hacer una película sobre Abuelo –admite Costantino–, pero no te podés poner a pensar en que tu homenaje esté a la altura de su obra, porque es imposible. Lo que quisimos hacer fue un homenaje respetuoso y justo, como nos pidió Krisha.” Desde su niñez hasta su fallecimiento (el 26 de marzo de 1988), con las necesarias referencias a sus viajes europeos, sus proyectos musicales y el retrato del Abuelo de entrecasa, Buen día, día propone un acercamiento a su figura global, tal vez liviano para los que más conocen de su obra, pero efectivo para los menos propios a su música. “En los testimonios queda claro que lo suyo no era una postura en la vida y otra en el escenario, sino una continuación”, remarca Costantino, también entrevistador en el documental.

“A diferencia de lo que hubiese pensado cualquiera, Spinetta fue el que primero enganchó. Lo llamé una mañana a las 11 y a las 3 de la tarde estaba bañado, cambiado y afeitado, recibiéndome en su estudio”, cuenta el autodefinido “trabajador” del cine, la televisión y la comunicación. La presencia del Flaco vale para sumar contundencia al legado poético de Abuelo en los autores del rock argentino: “Si no lo hubiese conocido, mi poesía no hubiese mejorado”, admite Spinetta en un momento del documental.

Claro que un proyecto de estas dimensiones sería imposible (o al menos posible con demasiadas limitaciones) de no contar con la voz de Abuelo. Y ahí fue que los productores recurrieron al archivo popular y al propio, para desempolvar grabaciones de la llegada de Los Abuelos al Luna Park, de la banda tocando en Badía y Cía. o de Miguel siendo entrevistado para la televisión y regalando frases memorables con esa mezcla de vocabulario ilustrado y efecto amistoso: “Uno busca la luz afuera y no es por afuera la cosa, es adentro”, “Mi histrionismo nació cuando empecé a vender en la calle” o “Los Abuelos de La Nada nacieron de una mentira, pero eso fue una plataforma para la verdad”. Falta, como también sucedió con Luca, el documental de Rodrigo Espina sobre Prodan, algunas canciones más, imposibilidad derivada de los susodichos derechos sobre las obras.

Por detrás de la figura de Miguel Abuelo, se yergue en el documental un Gato Azul coordinador, que recorre la ciudad buscando pistas y legados de su padre, en una historia ad hoc (y sobre ruedas): si al comienzo de la película se ven en él sentimientos encontrados y algo de rabia contra Miguel –dice que a Abuelo “le faltó una buena paliza” suya–, sobre el final se lo ve liberado y pleno de admiración por papá. Es que el proceso de la película fue realmente largo: la idea nació en 1997, comenzaron a grabar en 2005 y la terminaron a fines de marzo pasado, días después del aniversario de su muerte. “La transformación del modo en el que Gato ve a su viejo es real, más allá de que incluirlo en el relato haya sido para construir un espacio de ficción en medio de un documental”, comenta Costantino, debutante en los largometrajes pero no en lo audiovisual, y desliza su intención de hacer otros sobre Pappo, Spinetta y Calamaro.

El Salmón, justamente, es quien parece dar la tecla al definir a Miguel, a quien le compuso tal vez la canción de amor fraternal más épica del rock argentino (“Con Abuelo”, de Honestidad Brutal): “No era un diamante en bruto. Era un diamante, brutos eran los demás. Era el barro que se subleva”, precisa Calamaro en el film. Sobre el cierre de la entrevista, Costantino toma un tono entre confesional y místico: “Me pasó algo raro, sobrenatural, mientras hacía la película. En cuanto la abandonaba un poco, Miguel se me aparecía. Subía a un taxi y sonaba ‘Buen día, día’; o Gato Azul y Krisha me llamaban el mismo día; necesitaba una canción para un momento particular y la pasaban en la radio: demasiadas coincidencias como ésas hubo a lo largo del trabajo para esta película”. Para un artista que siempre ha sido un buscador, como Abuelo, no sería raro que haya hallado la forma de actuar más allá de las posibilidades de la materia. Cosas suyas.

* Buen día, día será proyectada el viernes 16 a las 20.45 en la Alianza Francesa (Córdoba 936/946) y el domingo 18 a las 19 en el Pasaje Carlos Gardel al 3100, al aire libre y con entrada gratuita.

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Con Buen día, día, Constantino se planteó “hacer un homenaje justo” a la figura de Abuelo.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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