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Jueves, 23 de febrero de 2006

CINE › “TIERRA FRIA”, CON CHARLIZE THERON

En la tradición de lucha de Norma Rae

Tierra fría es el vehículo al Oscar para Charlize Theron, como una minera que lucha contra la discriminación y el abuso sexual.

 Por Luciano Monteagudo

Desde Norma Rae (1979) hasta Erin Brockovich (2000) pasando por Silkwood (1983), se puede decir que hay toda una tradición en Hollywood: la de las working class women que se enfrentan –ellas solas, sin otra fuerza que no sea la de su determinación y su voluntad– al poder omnímodo de una empresa o corporación, a los prejuicios sociales y a la misoginia y la discriminación sexual. Estos encendidos, bienintencionados alegatos en pos de una sociedad mejor, concebidos en función de una actriz decidida a llevarse un Oscar a la chimenea de su mansión en Beverly Hills, suelen ganarse el favor progre y culposo de los miembros de la Academia, como sucedió con Sally Field y Julia Roberts, o estuvo a punto de suceder con Meryl Streep, por citar las películas mencionadas. Ahora Tierra fría viene a inscribirse en esa huella con una doble candidatura al Oscar: a la mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente para Charlize Theron y Frances McDormand, como dos de las primeras trabajadoras que se animaron a ingresar a las minas de carbón de Minnesota y que lucharon para ganarse el lugar y el respeto en ese mundo no sólo masculino, sino machista y retrógrado.

Inspirada, como todas sus antecesoras, en un caso real, Tierra fría se basa en la primera demanda conjunta de la historia judicial estadounidense de un grupo de mujeres víctimas de acoso sexual. El caso, iniciado a fines de los años ’80 y conocido como Jenson vs. Eveleth Mines, sentó no sólo jurisprudencia, sino también las bases de este drama didáctico y aleccionador, al que no le falta su sentido de la oportunidad. Tierra fría llega en un momento en el que –como recordaron algunos medios norteamericanos–. la ONG National Women’s Law Center acaba de publicar un informe que acusa a la administración Bush de flagrantes retrocesos en los derechos de la mujer y la notable disminución de casos de discriminación sexual tomados en consideración por el actual Departamento de Justicia estadounidense.

Este contexto no hace necesariamente mejor a la película dirigida por la neocelandesa Niki Caro, que llegó a Hollywood después del éxito internacional de Jinete de ballenas, una fábula maorí for export donde una niña desoía el mandato ancestral de su tribu y se consideraba legítima heredera al liderazgo de su gente, un lugar que por supuesto sólo estaba reservado a los varones. En Tierra fría, Josey Aimes (Theron) no pretende en principio liderar ninguna revuelta: es una madre soltera, con dos hijos a quienes alimentar y que por primera vez ve la posibilidad de ganarse la vida por sí misma, sin depender de novios golpeadores, anotándose en la plantilla de la mina. Corre el año 1989 y allí las mujeres son pocas y sufren mucho: no sólo se intoxican a la par de los hombres, sino que éstos a su vez las hacen objeto de las burlas y agresiones más soeces, cuando no las amenazan con violarlas. Todo, por supuesto, ante la mirada entre cínica y distraída de la empresa, que si no fuera por una decisión de la Corte Suprema nunca hubiera permitido el ingreso a la mina de mujeres, aunque más no fuera porque les agrega ciertos costos laborales. A la vez pedagógica y calculadamente melodramática (cuando Josey, en el juicio de rigor, revela cómo concibió a su primer hijo; o cuando su padre, también trabajador de la mina, se pone al fin de su lado), Tierra fría viene a repetir en parte el martirologio que Charlize Theron ya sufrió en Monster, cuando tres años atrás se llevó su primer Oscar por su composición de esa prostituta que, harta de ser abusada sexualmente, asesinaba a sus clientes más perversos. Las protagonistas de ambas películas sufren golpes, estupros y humillaciones de todo tipo. No deja de ser reveladora la manera en que Hollywood trata a una de sus actrices más glamorosas.



5-TIERRA FRIA
(North Country) EE. UU., 2005.
Dirección: Niki Caro.
Guión: Michael Seitzman, basado en el libro Class Action: The Landmark Case That Changed Sexual Harassment Law, de Clara Bingham y Laura Leedy Gansler.
Fotografía: Chris Menges.
Música: Gustavo Santaolalla, canciones de Bob Dylan.
Intérpretes: Charlize Theron, Frances McDormand, Sean Bean, Richard Jenkins, Jeremy Renner, Michelle Monaghan, Woody Harrelson, Sissy Spacek.

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Theron repite el martirologio de Monster.
 
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