Domingo, 5 de marzo de 2006 | Hoy
CINE › ESTA NOCHE SE ENTREGAN LOS PREMIOS DE LA ACADEMIA DE HOLLYWOOD
Las ocho candidaturas y el carácter de favorita absoluta que tiene en las encuestas previas Secreto en la montaña hacen pensar que la comunidad de ricos y famosos de Hollywood va a hacer valer la corrección política (y su mala conciencia) premiando al gay-western y al protagonista de Capote.
Por Luciano Monteagudo
Hay una primera, quizás una única pregunta que concierne a la ceremonia de esta noche: ¿será éste, finalmente, el año gay de los premios Oscar? Las ocho candidaturas –entre ellas las más importantes: a la mejor película, director, guión y actor protagónico– y el carácter de favorita absoluta que tiene en las encuestas previas Secreto en la montaña hacen pensar que sí, que la corrección política (y la mala conciencia) de Hollywood tienen hoy su oportunidad dorada. Y que la comunidad de ricos y famosos de Los Angeles no la va a desperdiciar. Year of the Queer titulan ya algunos medios estadounidenses.
Pasaron veinte años desde que se abrió por primera vez el closet de la Meca del Cine –cuando Rock Hudson admitió públicamente, en 1985, que estaba muriendo de sida y que había sido gay durante toda su vida, a pesar de la infinidad de novias adjudicadas por sus agentes de prensa– y aún hoy la homosexualidad sigue siendo un tema casi tabú para la gran industria audiovisual estadounidense. En todo caso, ahí está para probarlo la lista de películas ganadoras del Oscar de los últimos 77 años. O de la última década, si se quiere afinar un poco más la cuenta: Corazón valiente (1995), Gladiador (2000), El señor de los anillos (2003) o Million Dollar Baby (2004), por citar apenas cuatro ejemplos muy representativos, son todas películas que hacen bandera de su masculinidad a ultranza.
En todo caso, El paciente inglés (1996) o Titanic (1997) están un poco más cerca del espíritu de la probable ganadora de esta noche, porque son –como Brokeback Mountain– melodramas, historias de amores encontrados, en los que la sociedad y/o el destino se obstinan en interponerse a la felicidad. Pero ahora no se trata de un aviador británico y una enfermera canadiense, o de una chica de la alta sociedad y un joven aventurero que viaja en tercera clase, sino de dos cowboys de Wyoming, allá por los años ’60, que cabalgan por las praderas, arrean ovejas, disfrutan del mundo del rodeo y, de pronto, se dan cuenta de que surge entre ellos una inexplicable pulsión erótica, y luego unos sentimientos que ni siquiera saben articular. Y que la vida a su alrededor –sus padres, sus esposas: la familia, en fin, que es vista en el film como un gran aparato represivo– tampoco les va a permitir expresar abiertamente.
Quizás ahora las cosas no sean tan distintas. La película –ganadora del León de Oro en la última Mostra de Venecia– se estrenó en los Estados Unidos ante el elogio unánime de la crítica, pero ya fuera que no tuvo el respaldo publicitario de una gran compañía productora o que su tema no termina de ser aceptado, recaudó hasta el momento 72 millones de dólares, una cifra estimable pero considerada insuficiente para un film favorito al Oscar. No faltó quien recordara que por lo menos once estados de la Unión (entre ellos los del medio oeste norteamericano, donde se filmó la película) votaron recientemente enmiendas para definir el matrimonio únicamente como la unión de un hombre y una mujer. Queda claro que ahí no está el público natural de Secreto en la montaña, sino en los grandes centros urbanos, algo no muy distinto de lo que sucede en otros territorios, Argentina incluida, donde el film, por ahora, solamente se distribuyó en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
En tren de buscar antecedentes, habrá que recordar que, aunque ninguna película con temática gay se llevó el Oscar mayor, es verdaderamente significativa la lista de actores y actrices que se llevaron a su casa la estatuilla por su interpretación de un homosexual, lesbiana o transexual. Son casi tantos como los que lo ganaron por su interpretación de un enfermo terminal o un retrasado mental, lo que habla a las claras de cómo ven las cosas los votantes de la Academia de Hollywood.
Si William Hurt fue condecorado por El beso de la mujer araña (1985), Tom Hanks por Filadelfia (1993), Hilary Swank por Los muchachos no lloran (1999) y Charlize Theron por Monster (2003), bien puede esta noche considerarse ganador a Philip Seymour Hoffman por su esforzada composición de Truman Capote, uno de los gays más célebres de la cultura estadounidense. Pero, como señala con gran precisión el crítico cultural Larry Gross en el sitio truthdig, “vale la pena notar que todas estas actuaciones consagratorias retrataron personajes que mueren al final de la historia: asesinados (Hurt y Swank), ejecutados (Theron) o muertos de sida (Hanks). No hay finales felices, como no lo hay para los gay-cowboys de Secreto en la montaña. Todavía estamos dentro de los confines de Hollywood, donde los roles para personajes de las minorías se reducen a dos: villanos o víctimas. Villanos, cuando la película los trata mal (los afro-americanos en El nacimiento de una nación) y víctimas, cuando los ve de manera más favorable”.
Desde los grupos de opinión gay también se cuestiona que esos papeles sólo son asignados a actores straight: “Cuando se trata de personajes como Ennis Del Mar, Jack Twist y Truman Capote, los gays ni siquiera tienen una entrevista, sólo los heterosexuales pueden aplicar”, se queja el crítico David Ehrenstein. Se supone, precisamente, que esa heterosexualidad es un plus en su actuación, porque tienen que actuar lo que no son. Y, a su vez, dejan bien claro que no son eso que aparentan en la pantalla. Ya sea algo premeditado o casual, en los últimos tiempos la pareja protagónica de Secreto en la montaña no ha dejado de promocionar sus respectivos romances con el sexo opuesto: Jake Gyllenhaal con la ascendente Kirsten Dunst y Heath Ledger primero con Naomi Watts y ahora con Michelle Williams (su mujer en Brokeback Mountain), con quien acaba de tener un hijo.
Otros grupos son menos quisquillosos. “Este año es un hito para nosotros”, señaló en un comunicado la Gay and Lesbian Alliance Against Defamation (Glaad), que también recuerda que otra de las películas nominadas es Transamerica (no estrenada en Argentina), en la que Felicitty Huffman, candidata a mejor actriz protagónica, interpreta a un hombre que se prepara para un cambio de sexo. “Al contar nuestras historias, los candidatos al Oscar han ayudado a elevar la visibilidad de nuestros temas y les han dado a millones de americanos un entendimiento mayor de quiénes somos.”
Pero el más combativo National Gay and Lesbian Task Force puso una nota de cautela a ese entusiasmo: “Secreto en la montaña es increíblemente importante para nuestra tarea diaria, porque toca a la gente en un nivel visceral”, dijo su presidente, Matt Foreman. “Pero la tragedia es que este gran paso adelante no tiene su correlato en niveles legislativos y políticos”, como es el caso de los matrimonios gays o la legislación contra crímenes por discriminación. “La gente puede ver esta aceptación en los Oscar y pensar: ‘Oh, está todo bien para los gays en los Estados Unidos’. Pero hay un abismo entre la cultura popular y la realidad de nuestras vidas.”
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