Miércoles, 20 de octubre de 2010 | Hoy
CINE › LILIANA PAOLINELLI, DIRECTORA DE LENGUA MATERNA
Protagonizada por Claudia Lapacó, Virgina Innocenti y Claudia Cantero, la película que se estrena mañana aborda las relaciones homosexuales sin caer en idealizaciones ni lugares comunes sobre la temática y permitiéndose incluso trazos de humor.
Por Oscar Ranzani
La aprobación de la ley de matrimonio igualitario dio inicio a una nueva etapa en la sociedad argentina que probablemente permitirá abrir conciencias y derribar prejuicios. Y el cine toma envión para abordar las relaciones homosexuales. Sin embargo, no es acertado calificar al opus dos de Liliana Paolinelli, Lengua materna, como oportunista: la cineasta comenzó a escribir el guión de esta comedia dramática hace diez años, cuando la temática gay/lésbica era prácticamente inexistente en el cine argentino. Y su escritura se demoró nada menos que hasta el año pasado, cuando se realizó el rodaje de esta película –que se estrena mañana–, que plantea la historia de Estela (Claudia Lapacó), una madre con familia construida, a quien su hija Ruth (Virginia Innocenti), de cuarenta años, le confiesa que la amiga que vive con ella desde hace catorce años es en realidad su pareja. Nora (Claudia Cantero) es una militante política que está en crisis con Ruth, situación que le permite a la directora alejarse de la construcción de una relación ideal. Si bien al comienzo Estela se escandaliza, con el tiempo va realizando un proceso de elaboración y de conocimiento sobre la homosexualidad que le permitirá conocer con mayor profundidad la elección de su hija y no condenarla como haría una mente conservadora. Estela, entonces, se obsesiona y empieza a visitar boliches gays y lee libros sobre la temática, entre otras cosas. Pero Ruth se toma las averiguaciones de su madre como una intromisión y siente vulnerado su derecho a la intimidad. A su vez, Ruth deberá remar con la crisis de pareja que tiene con Nora, sobre todo cuando entra en escena una tercera mujer (Mara Santucho).
Lejos de una mirada acartonada y solemne, Lengua materna habla de temas importantes pero con el ingrediente del humor. “La hipótesis del argumento nació humorísticamente y no es que le impuse un tono determinado o un género”, dice Paolinelli a Página/12. La cineasta coincide en que haber hecho una comedia dramática con toques graciosos permitió quitarle la solemnidad que, a veces, tiene el tema cuando se presenta en los medios. “En general, me siento cómoda trabajando en la comedia. Pienso que en la vida también atravesamos momentos de humor a diario y, después, por lo general, en las películas no se refleja eso. Entonces, quería trabajar en este otro sentido”, asegura la cineasta cordobesa.
–¿Pensó en desmitificar el prejuicio de las viejas generaciones en torno de la homosexualidad?
–No lo trabajé desde ese lado. Pensé en una señora que se aviene a conocer la realidad de su hija y todas las transformaciones que va teniendo. Es una señora católica...
–¿Conservadora?
–Más o menos, aunque después vemos que Estela tiene cambios que una persona conservadora no haría. Ella hace muchísimas modificaciones, incluso más que la hija. Estela salta un límite que quizá la hija no se atreve a atravesar. Por ahí la hija es más conservadora que la madre.
–¿Qué noción de familia le circuló por la cabeza al escribir el guión?
–En realidad, no lo pensé desde el concepto de familia. Escribí un personaje que, al tratar de asimilar la orientación sexual de su hija, trata de nombrar a la pareja de su hija como “nuera”. Pero es el personaje. No es que yo quise hablar de determinadas formas familiares. Como una manera de asimilar esto, Estela trata de encuadrar esta noción a su esquema de familia heterosexual y por eso da gracia cuando la llama a la nuera como tal. Son palabras que más bien han circulado refiriéndose a las familias heterosexuales.
–¿Qué tipo de respuesta busca Estela en esa indagación de la identidad lésbica?
–Ella dice que tiene que ver con conocer a la hija. Yo pienso que la mueve más un impulso de curiosidad. No es que va a hacer lo mismo que la hija, no es que se va a implicar directamente con otra lesbiana, pero ella quiere conocer. Igualmente, es un rasgo que está un poquito exagerado porque Estela está en un proceso de aceptar a la hija, con avances y retrocesos. Entonces, el aceptar demasiado, a veces, no significa aceptar del todo. Este rasgo de exageración me permitió construir este personaje que está en un proceso dinámico. No es que acepta de una y va a un boliche. Es una reacción desmedida que, en realidad, está diciendo otra cosa.
–¿Con la incorporación de la crisis de pareja entre Ruth y Nora buscó no presentar la relación entre lesbianas como una idealización?
–Lo que pasa es que tiene riqueza la historia a partir del malestar que hay en la pareja. Esto implica para Estela, la protagonista, una doble aceptación: la de la orientación sexual de su hija y que esa pareja se puede romper.
–Así como Estela, una mujer de años con una familia construida, cambia su percepción y toma conciencia de que los homosexuales no son demonios, ¿cree que es difícil encontrar personas así o hay muchas Estelas?
–Es difícil. Pasa que la aceptación no es una magnitud estática, porque hay mecanismos inconscientes que se van revelando con el tiempo. Imagínese vivir con una idea y un esquema durante años. Eso no se cambia de un día para el otro.
–¿Nota que hubo una evolución en el tratamiento de la temática gay/lésbica en el cine argentino?
–Por lo menos hay más presencia. No sé si como trama principal, pero sí hay más presencia de personajes gay en el cine.
–¿Cuánto favorece esta época el abordaje de este tipo de temática?
–Pienso que hay algo que se ha venido abriendo en este último tiempo. Me parece que no es casual que en un año se promulgue la ley y, al mismo tiempo, se pueda estrenar la película. Este proyecto data de mucho tiempo atrás y, por alguna razón, no podía financiarlo. No me animo a decir que ha sido totalmente por resistencia hacia el tema, pero bueno... puede ser. Hace mucho tiempo había contactado personas del medio que me decían que para qué iba a tratar este tema si ya estaba superado. A mí me asombraba porque realmente pienso que en nuestro medio artístico puede estar superado, pero en el ochenta por ciento de la gente quizá no. Y menos si hay un gay en la familia.
–¿Cree que al igual que el cambio de conciencia social que se está produciendo en los últimos años en torno de la homosexualidad, puede suceder algo similar con el aborto, un tema que la película toca tangencialmente?
–El tema de los abortos de la hermana de Ruth no está tratado del todo, porque más bien era algo que a Ruth le aliviaba de ser el centro de atención. Pero sí, puede ocurrir.
–¿Qué reflexión le merece la ley del matrimonio igualitario?
–Me puse muy contenta. Y la verdad es que cuando estábamos filmando la película, durante el año pasado, no soñábamos con algo así. No pensaba que se podía dar. Conocía la existencia de la unión civil, aunque tampoco conocía del todo el alcance de esta figura. Y me sorprendió gratamente.
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