Miércoles, 20 de octubre de 2010 | Hoy
DISCOS › LONELY AVENUE, EL TRABAJO CONJUNTO DE BEN FOLDS Y NICK HORNBY
El pianista y cantante y el autor de Alta Fidelidad se unieron para un disco delicioso, once canciones realzadas por líricas que superan largamente la media de la canción pop. En tiempos en que hay que meditar cada compra musical, una apuesta segura.
Por Eduardo Fabregat
¿Sabés qué es la esperanza? La
esperanza es un bastardo.
(“Picture window”)
Pocas apuestas son ciento por ciento seguras, pero ésta tenía muchos boletos a ganador. Uno fue líder de un trío con nombre de quinteto, que en plena era noventista de guitarras se centraba en el piano; el otro es el tipo que escribió Fiebre en las gradas, el que escribió Alta Fidelidad, 31 canciones (donde aparecía una canción de aquel quinteto que era trío) y Un gran chico. Un día entre ellos surgió una chispa, la idea de que el pianista y cantante musicalizaran al escritor. El intercambio de ideas, de piezas sueltas, de conceptos y climas, personalmente o por mail, duró dos años. Y el resultado fue Lonely Avenue, el disco del estadounidense Ben Folds y el inglés Nick Hornby que acaba de desembarcar en la Argentina: once canciones que, sin prisa, sin pausa y sin dudas, la clavan en el ángulo. Nada menos que una apuesta ciento por ciento segura, en tiempos en los que hay que meditar pacientemente en qué se invierten los jugosos billetes que insume un disco, en el formato que sea.
“Hay todo un mundo de cosas que se pueden hacer con la música”, dijo Folds hace poco a la revista Billboard. “Yo creo que puedo agarrar a un jugador de fútbol, pedirle que me cuente su historia de vida y convertirlo en música, y puede ser único. Con Nick, mi mayor temor fue que él me enviara letras tan buenas que yo no estuviera a la altura.” Real o falsa modestia, la cuestión es que el recurso funcionó a la perfección. Aunque aquí no llegó la edición deluxe con un libro que presenta cuatro relatos de Hornby y fotografías de Joel Meyerowitz, las canciones son suficiente lujo. Lo son de por sí, aunque seguramente resultarán más disfrutables para quienes dominen el inglés: como bien esperaba Folds, los textos de Hornby son ciertamente superiores a la media de la canción pop.
Va como ejemplo “Belinda”, el delicado tema que oficia de cierre del paquete: una balada de esas que entibia los corazones, a la vez que cuenta la historia del músico-one-hit-wonder que alguna vez amó a la mujer del título y le compuso esa canción, pero la mujer ya no está más, lo destrozó y él sigue condenado a seguir tocando el hit en todos sus shows. O “Claire’s Ninth” –basada en el primer relato corto que Nick vendió a una revista... justo antes de que los editores decidieran no publicar más relatos cortos–, el cumpleaños de una niña cercado por el divorcio de sus padres. O la desesperanzada pero bellísima “Picture Window”, y la enérgica “Your Dogs”, que Hornby explica en las liner notes como “lo que sucede cuando alguien que predica la tolerancia se encuentra viviendo al lado de lo intolerable”. O “Password”, una canción que consigue sintetizar a la vez los códigos de la vida digital y el invariable código analógico de las relaciones amorosas.
Al cabo, Lonely Avenue es el encuentro de dos tipos que consideran al arte de la música una artesanía valiosa, en la que no cabe el recurso facilongo, la superchería o la media cocción. En la explicación del track de apertura “A Working Day”, Hornby cuenta un encuentro con otro padre en la escuela de sus hijos, al que le preguntó qué tal había estado su día. “‘Bueno, vos sabés –me respondió–. O soy un genio o soy un idiota’. Sí, lo sé, como lo sabe cualquiera que se sienta todo el día a inventar cosas.” Quizá sea arriesgado catalogar a Folds y Hornby como genios, pero ciertamente están muy lejos de ser idiotas.
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