Sábado, 19 de febrero de 2011 | Hoy
CINE › EL AYUNO, DE DENNIS SMITH, PUEDE VERSE LOS DOMINGOS EN EL CAMARíN DE LAS MUSAS
En el film, siete damas de la misma familia se reúnen para almorzar con la abuela. “Pero algo pasa, están más tiempo juntas del que suponían, y salen todos los trapitos al sol”, asegura el director, quien apuesta por fuera del circuito de estrenos comerciales.
Por Carolina Prieto
Su nombre parece más extranjero que argentino, tiene 30 años, una experiencia como cantante que inició de niño, un amor incondicional por diosas del pop como Whitney Houston, Christina Aguilera y Céline Dion, y una espontaneidad que seduce al interlocutor más terco. Dennis Smith es más conocido por su veta musical: de chico cantaba en Festilindo, puso su voz en varios programas de tevé, películas y eventos de Disney, además de componer temas que interpretaron Soledad, Luciano Pereyra y Los Tekis, y de liderar Fascinario, su propia banda. En forma paralela incursionó en teatro, se formó con Agustín Alezzo, trabajó en obras como Nena no robarás, de Dani Umpi, bajo la dirección de Maruja Bustamante; y Muerte, Woody Allen, con dirección de Alezzo. Este chico inquieto y curioso no tardó en sumergirse en el cine. Estudió con José Martínez Suárez y fue él quien lo impulsó a agarrar una cámara y dar los primeros pasos. “Aunque, en realidad, de chico ya me encantaba: me acuerdo de que con amigos de la primaria hicimos una versión casera de Drácula, de Bram Stocker”, se ríe, mientras espanta los insectos que lo aquejan en el jardín de la casa paterna.
En el 2009 estrenó junto a Alejandro Welsh su primer largo, Roud Muvi, que rodó en el interior de un gimnasio de escuela. Allí transcurrió la historia de tres hermanos en peregrinación a Luján. “No hacía falta salir a filmar a exteriores, lo más importante era lo que pasaba ente ellos, apoyado por una construcción sonora muy importante”, aclara sobre la ópera prima. Su segunda producción, El ayuno, puede verse los domingos a las 20.30 en la sala de cine para 80 personas del Camarín de las Musas (Mario Bravo 960, donde exhibió la anterior), uno de los espacios teatrales más importantes del off, con varias salas y un clima de lo más acogedor que cuenta con restaurante, libros y hasta piano. No es casual que se proyecte allí. “El cine tiene mucho por aprender de la autogestión teatral de Buenos Aires”, afirma Smith. “La limitación te vuelve más fuerte, más imaginativo. Hace que te rompas la cabeza. Y esta película tiene mucho de proceso teatral: partió de un guión que escribí junto a Tati Di Gaetano, que ganó un subsidio del Fondo Nacional de las Artes. Lo corregimos y modificamos a partir de las improvisaciones y los ensayos con el elenco, que duraron ocho meses. Fue un tiempo y una forma de trabajar más propios del teatro que del cine. Con Juan Villegas, el director de Sábado y Ocio, un tipo con un humor increíble, hicimos una consultoría de guión. Después, el rodaje duró ochenta horas.”
En la película, siete mujeres de la misma familia se reúnen para almorzar con la abuela. “Pero algo pasa, están más tiempo juntas del que suponían, y salen todos los trapitos al sol”, continúa el director. “Son de distintas generaciones: las madres y sus hijas, desde chicas adolescentes hasta señoras maduras; todas ellas con sus problemas a cuestas. Desde las madres que dejaron todo para dedicarse a sus hijos y de repente se encuentran con un vacío enorme, hasta la hija avasallante que no quiere repetir la historia y sale al mundo con todo, pero no puede formar una pareja. Un abanico de problemas.”
–¿El título alude a la alimentación?
–Aparece el tema del vacío desde distintos lugares, y jugamos bastante con eso. Los personajes se llaman Vacío entre sí, comen vacío todo el tiempo. Tiene que ver también con la purga.
–¿Aparece el hombre en este universo femenino? A usted, ¿qué le seduce tanto de la mujer?
–Aparece muy poco. Todo sucede en el interior de una casa (filmamos en la ex casa de mis viejos) y, en un momento, sólo se ve a un hombre que se va. Es que, como buen gay, ¡amo a las mujeres! Me encanta el sentido del humor que tienen, y el empuje para ubicarse y hacerse su lugar en un mundo que está hecho para los hombres. Hasta la homosexualidad está más aceptada entre hombres que entre mujeres. Ahí también hay machismo.
Smith reunió a un grupo de talentosas actrices del off: Cristina Dramisino, Tati Di Gaetano, Mora Recalde, Maia Muravchik, Lourdes Invierno, Virginia Smith y Johanna Zambón. Y se dedicó a profundizar el trabajo con ellas, ya que ahí radica el eje de la obra: “Es casi una peli de cámara”, dice. El film costó menos de 12.000 pesos y, a pesar de respirar una supuesta liviandad, delinea ciertas figuras femeninas reconocibles para ahondar en ellas. Admirador de Ana Katz y de Anahí Berneri, Smith tiene ganas de concretar más proyectos vinculados al cine y al teatro. “Soy bueno cantando, pero me encanta el pop, mientras que en otras áreas tengo una sensibilidad distinta, que comencé a alimentar con Alezzo a través de las lecturas que nos proponía. Y me parece que puedo llegar más lejos. Me gustaría que la próxima película se centre en el padre y el hijo”, anticipa.
Pero por ahora está concentrado en difundir esta comedia sobre los lazos familiares y la maternidad. O, mejor aún, “sobre siete mujeres ahogadas por sus propias existencias que parecen llenarse literalmente a base de comida y embarazos”. Por ahora, Smith no tiene intenciones de mudarse a un circuito de difusión más comercial: “A Roud Muvi la vio un público considerable. Tuvo muchísimos más espectadores que Miss Tacuarembó”, compara con el largo de su colega y amigo Dani Umpi. “Creo que hay que apoyar los circuitos alternativos”, dice. Por eso, tiene prevista una temporada inicial de una función semanal durante febrero y marzo, como si se tratara de una pieza teatral, los domingos a las 20.30 horas.
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