Miércoles, 13 de abril de 2011 | Hoy
CINE › FOCO ALBERTO YACCELINI
Por Horacio Bernades
Aunque no se trate de un desconocido, el de Alberto Yaccelini (Santa Fe, 1943) sigue siendo un nombre casi secreto para el cine argentino. Por eso resulta oportunísimo el foco que el Bafici le dedica este año. Radicado en París casi al mismo tiempo que Edgardo Cozarinsky y Hugo Santiago, hay básicamente dos Yaccelini. O, pensándolo bien, tres. Uno es el montajista experto, legendariamente minucioso, a quien haber cumplido esa función en Mes petites amoureuses y La película del rey da un aura mítica. Desde hace tiempo, el montaje (de documentales, sobre todo) es su medio de vida. El tercer Yaccelini es el director de un único e inesperado film de ficción: Le péril rampant, corto que filmó a comienzos de los ’80 y es nada menos que un serial, como aquellos de los años ’30 y ’40, pero en miniatura.
Pero el Yaccelini esencial es el documentalista, que comenzó dirigiendo, en los ’60, un corto llamado Single, un ejercicio incompleto y acaba de terminar El fabricante de cepillos, que el festival exhibe, a partir de hoy, en estreno mundial. Entre una y otra, Gombrowicz, la Argentina y yo, y esa posible obra maestra que es Volvoreta, única de sus películas estrenada en la Argentina y, que se sepa, única confesión amorosa de un hombre a una yegua que registra la historia del cine. Si algo caracteriza a las obras mayores de Yaccelini es la fuerte presencia de esa primera persona que el título de la película sobre Gombrowicz anuncia y las confesiones en off de Volvoreta confirman. Fuerte pero débil, porque no es una primera persona que afirme, sino una que duda, cavila, se interroga.
Lo que obsesiona a Yaccelini en El fabricante de cepillos es incluso más riesgoso. Belga radicado desde hace décadas en la localidad de Saladillo, tipo encantador y sumamente querido en su comunidad, el octogenario Albert Dupont no tiene ningún problema en reconocer que en tiempos de guerra no sólo fue colaboracionista y simpatizante del nazismo, sino que militó en una organización armada del Reich. Enterado de su existencia, Yaccelini lo entrevista y también a quienes lo tratan a diario, intentando develar cuál es la distancia que existe entre el monstruo y la vida cotidiana. Descubre que tal vez no haya ninguna, haciendo partícipe al espectador de sus interrogantes y conjeturas, a través de ese off que a esta altura no puede nombrarse con otra palabra que no sea yacceliniano.
* Gombrowicz, la Argentina y yo se verá por última vez el domingo 17 a las 12.30, en el Hoyts 7. Volvoreta, el viernes 15 a las 15.15, en el Malba. El fabricante de cepillos, hoy a las 20.30 en el Hoyts 5, el viernes a las 20.15 en el Hoyts 7 y el sábado a las 19.30 en la Alianza Francesa.
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