Domingo, 17 de abril de 2011 | Hoy
CINE › QU’ILS REPOSENT EN REVOLTE GANO EL PREMIO MAYOR
El excelente documental francés fue elegido Mejor Película en la Competencia Internacional, en la que las locales El estudiante y Yatasto recibieron el Premio Especial del Jurado y la Distinción Película Argentina, respectivamente.
Por Horacio Bernades
Y, sí, finalmente el Jurado Oficial del 13º Bafici coincidió, en líneas generales, con el criterio de Página/12, premiando a (casi) todas las películas que en la edición de ayer este diario consignaba como las mejores de Competencia Internacional. El excelente documental francés Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guèrre 1) fue elegido Mejor Película de esa sección, la realizadora griega Athina Rachel Tsangari fue considerada Mejor Directora (por Attenberg), la argentina El estudiante recibió el Premio Especial del Jurado, la francesa Jeanne Balibar fue nombrada Mejor Actriz por su magnética actuación en At Ellen’s Age, al crítico cinematográfico uruguayo Jorge Jellinek (que movido por el entusiasmo ya estaría actuando en un segundo largometraje) se le otorgó el de Mejor Actor (por la magnífica La vida útil) y la distinción para película argentina fue para Yatasto, de Hermes Paralluelo.
Que al jurado le gustaron muchas otras películas lo denota que haya discernido la inusual cifra de tres Menciones Especiales (para la brasileña Os monstros y la guatemalteca Las marimbas del infierno, dos de las que menos convencieron a este cronista, y para la española Mercado de futuros, donde vuelve a haber coincidencia). Sin embargo, Le quattro volte y The Ballad of Genesis and Lady Jaye, que estuvieron entre lo mejor para Página/12, no aparecen en el Palmarés oficial. El Jurado Oficial de la Competencia Argentina premió, por su parte, a las óperas primas La carrera del animal, de Nicolás Grosso, y Las piedras, de Román Cárdenas. Como sucedió el año pasado, la Competencia Internacional tuvo un nivel que, en promedio, debería calificarse con un “bueno” o “muy bueno”. Alto interés general, ningún fiasco y un par de películas excelentes colocan a la sección de cabecera del Bafici en un nivel del que, con la excepción de Cannes, habría que ver cuántos festivales en el mundo pueden vanagloriarse.
No es sólo cuestión de nivel, en verdad, sino de diversidad de modelos cinematográficos, de prácticas y búsquedas actuales, que el festival derrama con generosidad desde la sección principal hacia el resto de la grilla, dando a cada espectador la posibilidad de dibujar un mapa de las tendencias dominantes del cine contemporáneo.
Una de esas tendencias, en pleno proceso de consolidación, es la progresiva fusión de elementos documentales y ficcionales en el interior de una misma película. Esa tendencia estuvo expresada no sólo, notoriamente, por Le quattro volte, Las marimbas del infierno y La vida útil, sino incluso por la búlgara Tilva Ros y la griega Juventud malgastada (¿son actores o verdaderos skaters callejeros los chicos que “actúan” en ambas?), por Yatasto (¿en qué medida no actúan para la cámara los chicos cartoneros que la protagonizan?) y Mercado de futuros, donde la española Mercedes Alvarez cavila sobre la memoria, su borrado y reemplazo por mundos artificiales, trabajando pura y exclusivamente sobre imágenes documentales. El estudiante construye su ficción del modo más clásico y minucioso, pero el fondo sobre el que la apoya es estrictamente documental.
Esas hibridaciones de lo real y lo construido se ven tematizadas (y a la vez formalizadas) en The Ballad of Genesis and Lady Jaye, objeto cinematográfico mutante que narra el proyecto de mutación de protagonistas que sueñan volverse uno, mediante ese equivalente del corte y el montaje que es la cirugía. Que lo “real” tienda a entremezclarse con lo “ficcional” (en términos cinematográficos, esas palabras no pueden escribirse si no es entre comillas) no quiere decir que deje de existir. Así lo testimonia la ganadora absoluta de este Bafici, Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guèrre 1), que filma a sus inmigrantes ilegales con las técnicas del cine directo, una de las formas cinematográficas más estrechamente ligadas a lo real. Pero también la búlgara Shelter, la rumana Morgen, la serbia Tilva Ros, la griega Juventud malgastada y hasta la japonesa Household X.
Todas las películas nombradas pintan su aldea, movidas por un fuerte compromiso hacia sus realidades locales. Ni qué hablar del abundante “cine de lo real” que el Bafici volvió a desplegar en casi todas sus secciones, como lo hace todos los años. Más que nunca, tal vez: más allá de todas las películas desparramadas por casi todas las secciones, de los catorce focos programados este año, la mitad menos uno estuvo dedicada a distintas variantes del documental.
Otra fuerte tendencia que el Bafici volvió a exponer es la de filmar la deriva, el extravío no siempre involuntario, el descentramiento, que suelen ir acompañados de un extrañamiento del mundo mismo. De una forma u otra, At
Ellen’s Age, Os monstros, Morgen, Shelter, Mercado de futuros, The Ballad..., Attenberg, Household H y la francesa La lisière hablan de ello. Eso, para nombrar sólo películas presentadas en Competencia Internacional. Por fuera de ella se les hermanan la argentina Un mundo misterioso, Sleeping Sickness, Curling, Fading, Copacabana y un montón más.
Si en estas enumeraciones y agrupamientos aparecen pocas películas argentinas es porque por segundo año consecutivo el cine local estuvo por debajo de la media del festival. Más allá de las dos presentadas en Competencia Internacional (El estudiante y Yatasto), de algunas que venían de otros festivales (Un mundo misterioso, Medianeras, Ausente), de alguna presentación especial (el preestreno de Los Marziano) y, para algunos –no es el caso de este cronista–, la película que inauguró el festival (Vaquero), el grueso del cine argentino volvió a generar poco entusiasmo, como ya había sucedido el año pasado. Se vieron muchas películas apenas medianitas, algunas casi como de entrecasa, alguna que otra francamente preocupante incluso, tal como fueron consignando, a lo largo del festival, las crónicas de Diego Brodersen. Si se tiene en cuenta que las películas terminadas que el festival dejó afuera son más bien pocas, todo lleva a pensar (o confirmar) que el cine argentino no está pasando por su mejor momento.
Un párrafo final para la sensación de extrañamiento que asalta a quien consulta la grilla del Bafici y se topa con un desfile de títulos y nombres de los que poco se sabe. ¿Es malo que ocurra eso? Tan malo como estar en una ciudad extranjera y buscar una dirección en el mapa, una de las sensaciones más desconcertantes y excitantes que se conozcan. Como el Bafici.
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