Más de doscientas películas de veinte países, entre animaciones y ficciones, componen la programación de la décima edición del Festival Internacional de Cine Nueva Mirada, destinado a niños y adolescentes, que comienza hoy en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635) y en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985). A lo largo del festival –que se extenderá hasta miércoles 7 de septiembre–, se irán sumando nuevos espacios de exhibición que pueden consultarse en www.nuevamirada.com, junto a los horarios de toda la programación. La muestra apunta a que los chicos y los jóvenes tengan acceso a un material audiovisual que no se difunde en salas comerciales y que sea un estímulo para que logren conocer diferentes realidades de sus pares y tener otras visiones de diversas culturas, además del entretenimiento que de por sí genera ver una película.

“Los niños tienen derecho a la diversidad cultural, a la libertad de expresión y de comunicación, a producir y difundir sus propios mensajes y sus propias voces”, sostiene la directora del Festival Nueva Mirada, Susana Velleggia. Y lo aclara porque, en general, “los niños son ‘dichos’ y ‘entretenidos’ por los adultos que tienen una imagen de lo que ellos creen que la infancia debe ser, pero que muchas veces no combina con lo que la infancia es hoy”. Profundizando un poco más en el fundamento de la muestra, la socióloga subraya que “es necesario formar en recepción crítica de medios y en la capacidad de apreciación: eso está directamente relacionado con el conocimiento de la diversidad cultural y con las diversidades narrativas y estéticas. Y las películas de nuestro festival representan un poco eso”. Como difiere la recepción de acuerdo con las edades, la programación está dividida en franjas etarias: de 4 a 8 años, de 6 a 9, 9 años y más, 11 y más, y 13 y más.

Uno de los platos fuertes es el film polaco El árbol mágico, de Andrzej Maleszka, destinado a chicos de 6 años en adelante. La historia tiene como protagonista a un árbol mágico de roble que fue talado por algunas personas, quienes construyeron objetos con su madera. Pero cuando esos objetos llegan a las comercios se producen situaciones mágicas. Desde Dinamarca llegará El gran oso, pensada también para chicos de 6 años en adelante. Dirigido por Esben Toft Jacobsen, el film presenta una historia más bien dramática: cuando dos hermanos van hacia un bosque encantado se encuentran con el mal. La necesidad de ayudarse mutuamente los impulsará a trabajar juntos para poder salir de ese bosque con vida. Para más chiquitos (de cuatro años y más) está pensada la producción germano-francesa La historia de Sandman y los sueños perdidos. Dirigido a cuatro manos por Jesper Moller y Sinem Sakaoglu, este largometraje tiene una trama que transcurre en el cielo. Cerca de la Luna, existe un lugar llamado Somnia, donde habitan los sueños una vez que las personas se despiertan. Allí también vive Sandman, un hombre que trae dulces momentos oníricos durante la noche. Pero Somnia se ve amenazada cuando las pesadillas se juntan para invadir la tranquilidad del lugar y, entonces, deberá entrar en acción el Capitán Scheerbart para que todos puedan volver a disfrutar de los sueños lindos.

Además de las proyecciones, la muestra incluye un programa de actividades paralelas, entre las que se destacan la clase magistral El relato audiovisual en animación, que brindará el animador ruso Konstantin Bronzit, y el taller de realización de video comunitario, dirigido a niños y adolescentes, que dictará el brasileño Antonio Molina. También se desarrollará el “Seminario internacional No a la violencia infantil. Derechos de los niños y responsabilidad social empresaria”. El lema de la edición de este años es, precisamente, “No a la violencia infantil”. Velleggia nota que en el país está creciendo la violencia hacia los niños. “La violencia no es sólo física, que sí la hay y de manera creciente en la escuela, en la calle; también el problema de la trata. Estos son los casos extremos. Pero también hay un tipo de violencia solapada que está presente y que es simbólica –advierte Velleggia–. Entonces, si uno analiza históricamente, esta violencia simbólica siempre antecede, acompaña y justifica los procesos de violencia física. Y naturaliza la violencia como forma normal de la vida humana. Si somos un poco observadores, esto está sucediendo sobre todo en los medios audiovisuales. Hoy los chicos viven inmersos en una realidad audiovisual multipantalla.”