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Miércoles, 12 de abril de 2006

CINE › TRES CINEASTAS A SEGUIR

Una nueva camada en el cine alemán

 Por Luciano Monteagudo

Está claro. La muerte de Rainer Werner Fassbinder, en 1982, marcó el fin de aquello que hasta entonces se conocía como el “Nuevo Cine Alemán”. Kluge, Wenders y Herzog ya nunca fueron lo que alguna vez habían sido, y se esperaba una generación de recambio: los ’80 y buena parte de los ’90 resultaron un páramo. Esa renovación tardó casi dos décadas, pero ahora el cine alemán es probablemente el más diverso, vital y dinámico de Europa, con todo un abanico de nombres nuevos que están llamando la atención en el circuito de festivales internacionales, generalmente a partir de su lanzamiento en la Berlinale. A diferencia de la generación de Oberhausen, no tienen un manifiesto ni un programa en común. Un poco como sucedió con el nuevo cine argentino, prefieren hacer films pequeños, callados, de bajo presupuesto, que no buscan imponerse al gran público –como la superproducción La caída, del productor Bernd Eichinger, la antítesis de este movimiento– sino comunicarse con sus espectadores de a uno, de igual a igual.

En ediciones anteriores, el Bafici trajo, entre otros, los films de Christian Petzold (La seguridad interior, Gespenter) y Angela Schanelec (Marseille). Este año –con la colaboración del Goethe Institut– también reaparecen tres cineastas que se dieron a conocer con sus óperas primas en Buenos Aires y que ahora regresan, directamente desde la última Berlinale, con sus segundos films: Valeska Grisebach, Henner Winkler y Ulrich Köhler.

La directora de Mein Stern (Bafici 2003) abre hoy la competencia internacional con Sehnsucht / Longing, un film de una gran sensibilidad y una rara madurez. La expresión alemana Sehnsucht se refiere a un sentimiento de deseo, de anhelo, pero a la vez cargado de añoranza, de nostalgia. Toda esa confusión de emociones y dolores atraviesa el segundo largometraje de Grisebach (Bremen, 1968), que se interna en las vidas de un matrimonio joven, de una pequeña localidad de provincia. La película nunca lo informa, pero es tal la empatía entre ellos que se puede inferir que se conocen desde niños y que se quieren desde entonces. El trabaja como herrero y ella hace tareas domésticas y canta en el coro de pueblo. En un viaje a una ciudad vecina, donde va a recibir un curso de bombero voluntario, Markus se emborracha y amanece en la cama de una desconocida. Podría ser la aventura de una sola noche, pero Markus se da cuenta de que ha sucedido algo especial y que ese sorpresivo deseo no hace sino provocar en él un desasosiego, una añoranza profunda. Un destino oscuro parece haberse atravesado en el camino de ese hombre, y también de esas mujeres. Sehnsucht es un film sin duda intenso, romántico, a la manera más alemana del término, pero a la vez absolutamente controlado, lacónico, y de una sutileza y una sensibilidad infrecuentes (hoy a las 22.15 y mañana jueves 13 a las 14.15 en el Hoyts 9 y viernes 14 a las 16.15 en el Atlas Santa Fe 1).

Para encontrar un film equivalente, hay que pasar por la sección Cine de Futuro y encontrarse con otro excelente film alemán: Montag kommen die Fenster / Windows on Mondays (“Las ventanas llegan el lunes”), segundo largo de Ulrich Köhler (Essen, 1969), un director que es bien conocido en el Bafici, donde obtuvo un premio por su magnífica ópera prima, Bungalow (2002), y a donde volvió al año siguiente como jurado. El nuevo film de Köhler también se ocupa, como Sehnsucht, de un matrimonio joven, también radicado en una pequeña ciudad de provincia, pero aquí el tratamiento ya no es romántico sino más bien existencialista. A pesar de la aparente felicidad de su vida familiar junto a su marido y su hija, la esposa de Montag... siente súbitamente la necesidad de abandonar el hogar. Lo hace sin previo aviso, como un impulso vital, como si le faltara el aire y necesitara salir a buscarlo a la vieja casa de campo de sus padres, o en un fantasmagórico hotel cercano, donde un ex campeón de tenis en decadencia (el auténtico Illie Nastase) juega por dinero con unos burgueses aburridos. De una manera muy distinta a lo que sucede en el film de Grisebach, también hay en esa mujer deseo y nostalgia, sentimientos complejos que la película de Köhler nunca pretende explicar ni simplificar sino simplemente poner en escena, en una expresión de respeto por el espectador (martes 18 a las 20.30 en el Atlas Recoleta, miércoles 19 a las 14.30 en el Atlas Santa Fe y jueves 20 a las 20.30 en Atlas Recoleta).

Y deseo y nostalgia hay también, una vez más, en Lucy, suerte de continuación de Klassenfahrt (Bafici 2003), la promisoria ópera prima de Henner Winkler (Griessen, 1969), que sigue posando su mirada en personajes adolescentes, en este caso una chica de 18 años, madre soltera, decidida a vivir su vida, a pesar de cargar a cuestas con la beba que tuvo con un compañero de escuela. Situaciones mínimas y diálogos hechos apenas de miradas y silencios van construyendo este retrato seco, pero verdadero y muy sentido de una generación sin horizontes a la vista (hoy a las 22 en el Hoyts 10, jueves 13 a las 14.30 en el Hoyts 12, viernes 14 a las 20 en el Atlas Santa Fe 2 y sábado 15 a las 19.45 en el Atlas Recoleta).

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Sehnsucht, segunda película de Valeska Grisebach.
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