CINE › FINAL Y REPARTO DE PREMIOS EN EL FESTIVAL DE SAN SEBASTIAN
Las acacias, de Pablo Giorgelli, fue elegida como la mejor en la sección Horizontes Latinos y continuó la senda de galardones que arrancó en Cannes. La Concha de Oro fue para la arriesgada Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta.
› Por Horacio Bernades
Desde San Sebastián
Manteniendo su tradición ganadora en estas costas del Cantábrico, el cine argentino se va de San Sebastián con dos premios. Uno es el que el jurado de la sección Horizontes Latinos otorgó a Las acacias, de Pablo Giorgelli, elegida Mejor Película de esa sección. Lo llamativo es que Las acacias venía de ganar nada menos que tres premios en la última edición de Cannes (uno de ellos, la Cámara de Oro para la mejor ópera prima), antecedente que suele funcionar como freno para premios posteriores en eventos semejantes, como San Sebastián. El otro galardón para el cine argentino, del que Página/12 había informado días atrás, es el que Casa de América brindó a Infancia clandestina, de Benjamín Avila, en Cine en Construcción, iniciativa de apoyo para la finalización de películas latinoamericanas. A su turno, el Jurado Oficial produjo poco menos que una herejía pública, al anunciar la Concha de Oro para la española Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta, realizador cuyo modernismo hace de él todo un blanco para el establishment cinematográfico local.
Debutante veterano (tiene 44 años), Giorgelli no salía de su asombro por el Premio Horizontes, que asciende a 47.000 euros. Asombro después del asombro, el de este ex montajista y asistente de dirección, teniendo en cuenta que Las acacias, que entró a Cannes “por la ventana” (“fue como meter un gol de media cancha con los ojos cerrados”, graficó en su momento el realizador), se llevó de allí en mayo no sólo la primera Cámara de Oro que el mayor festival del mundo le haya otorgado jamás a una película argentina, sino dos premios más. El Premio Horizontes confirma, ahora, que la de Giorgelli está llamada a ser, en términos de repercusión internacional, “la” película argentina del año. Curiosamente, la otra que podría disputarle ese rol –Abrir puertas y ventanas, de Milagros Mumenthaler, ganadora de tres premios y dos menciones en Locarno– también se presentó en Horizontes Latinos, sección que rayó alto en esta edición de San Sebastián. Adquirida ya para su distribución en Francia, Gran Bretaña y España, Las acacias se estrenará en Argentina en noviembre próximo.
Del premio que Casa de América otorgó a Infancia clandestina ya había informado Página/12 el jueves pasado. Coproducida con compañías españolas y brasileñas (el productor argentino es Luis Puenzo), la primera película de ficción de Benjamín Avila (realizador del documental Nietos) se inspira en sus experiencias de infancia, cuando en plena dictadura regresó del exilio junto a sus padres, militantes montoneros. Con un elenco encabezado por Natalia Oreiro, Infancia clandestina se presentó en Cine en Construcción, iniciativa de apoyo para films latinoamericanos en fase de finalización. Ganó el único premio que el reglamento le permitía: por ser coproducción con España, estaba inhabilitada para recibir el Premio de la Industria, que fue para el film paraguayo 7 cajas y que provee los medios necesarios para concluir la película. El que otorga Casa de América representa, en cambio, un monto de diez mil euros, aplicables a la posproducción de la película.
“Los premios van a sorprender”, anticipó, días atrás, el mexicano Guillermo Arriaga, guionista de Amores perros y 25 gramos y miembro del Jurado Oficial, que también integraron el vasco Alex de la Iglesia y la actriz estadounidense Frances McDormand. Vaya si sorprendió que la elegida española fuera nada menos que Los pasos dobles, sofisticado cruce de documental y ficción a la que el crítico Miguel Boyero, representación cabal del conservadurismo cinematográfico local, calificó de “intragable” en su crónica de El País. Al anunciarse la Concha de Oro, anoche en el Kursaal, media sala aplaudió, cumpliendo con lo que indica la etiqueta. La otra mitad se quedó helada. Que la ganadora haya sido Los pasos dobles y no La voz dormida –drama de posguerra civil como los de hace cuarenta años– o el policial negro y filofascistoide No hay paz para los malvados representa un importante aval para la gestión de José Luis Rebordinos, nuevo director del Zinemaldia desde comienzos de este año, convencido de la necesidad de profundizar cambios en la programación, pero consciente de que no es tarea sencilla. No lo será, pero con premios así puede resultarle algo más fácil.
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