Miércoles, 7 de diciembre de 2011 | Hoy
CINE › EL ESTADOUNIDENSE TODD SOLONDZ HABLA DE SU FILM LA VIDA EN TIEMPOS DIFíCILES
El cineasta propone una “versión alternativa” de su revulsiva Happiness, diez años después, con los mismos personajes, pero con distintos actores. Solondz se defiende de las acusaciones de misantropía: “Todo el tiempo nos enfrentamos a opciones morales”, subraya.
Por Gilbert Adams
Tres meses después del estreno de su película más reciente, Dark Horse, en el Festival de Venecia, la cartelera porteña le hace lugar a la anterior. Life During Wartime se estrenará mañana en salas porteñas, en formato de DVD ampliado, con el título La vida en tiempos difíciles. Si sus personajes recuerdan a los de Happiness, la película más famosa y revulsiva de este nativo de New Jersey, es porque se trata de los mismos. No así los actores, por razones que este realizador ya cincuentón explica en la entrevista que sigue.
En verdad, Solondz se ha tomado toda clase de libertades a la hora de elegir el elenco. El hombre dado a las llamadas obscenas, por ejemplo, no se parece mucho al rubio y regordete Philip Seymour Hoffman, que lo interpretaba en Happiness: ahora se trata de un afroamericano, de traje impecable. La hermana mayor, por su parte, se separó de su marido pedófilo. Encarnado por el irlandés Ciarán Hinds, ese personaje, Bill Mapplewood, sale de prisión y se pasa el resto de la película luchando contra sus más bajos instintos. La reaparecida Ally Sheedy, una avinagrada Charlotte Rampling, la espigada comediante Allison Janney y hasta Paul Reubens (que hace de muerto) también son parte del elenco.
–Aunque La vida en tiempos difíciles transcurre diez años después de Happiness, para los personajes no parece haber pasado el tiempo. ¿A qué se debe?
–No era del paso del tiempo que quería hablar, y con personajes diez años más viejos no hubiera podido evitar hacerlo. Lo que pretendía era ver a los mismos personajes desde otros ángulos, y eso hubiera sido imposible si lo hacía con los mismos actores.
–¿O sea que más que una secuela habría que hablar de “versión alternativa”?
–Versión alternativa o variación de la anterior, como prefiera.
–La vida en tiempos difíciles tiene un tono más melancólico que Happiness.
–Así lo creo.
–¿Desde hace cuánto tiempo tenía la intención de reescribir Happiness?
–Ni siquiera cuando empecé a escribir el guión de La vida en tiempos difíciles tenía intención de hacerlo. No es algo que haya elegido, se impuso sobre mí. La propia escritura me fue llevando hacia los mismos personajes.
–El de La vida en tiempos difíciles es un mundo de shoppings y condominios, en tonos pastel y música funcional. Todo lo cual le da un carácter como de maqueta.
–Esa era la idea. Debo aclararle que Florida del sur, donde transcurre la acción, es así. Es plana y está toda pintada en tonos rosados y turquesas, como de pasta dentífrica. Son lugares que siempre parecen recién construidos. Como si hasta ayer allí no hubiera existido nada. Lugares en los que todo empieza de cero, en los que se hace tabla rasa con el pasado. No por nada es allí donde se muda una de las protagonistas, con la intención de borrar el pasado de un plumazo. Ahí, sin ir más lejos, es donde fue O. J. Simpson después del juicio por maltrato. Es una América a la que llamo Genérica.
–Esa América es como una isla, parece flotar en medio de la nada.
–¡Es que así se comportan los Estados Unidos! Me acuerdo en los días posteriores a la caída de las Torres Gemelas, cuando alguien le preguntó a Rudolph Giuliani, que en ese entonces era intendente de Nueva York, qué podía hacer. Qué podía hacer para ayudar con la reconstrucción, quería decir. “Vaya de compras”, le contestó Giuliani. Una respuesta obscena. Insultante para con el espíritu de reconstrucción que animaba a la gente en ese momento. “Vaya de compras” es sinónimo de “Aíslese, aliénese”. Eso es lo que hacen los personajes de la película.
–Hasta el punto de que las referencias a que viven en tiempos de guerra, como señala el título original, son contadísimas. Como si intentaran negarlo.
–En este preciso momento en que estamos hablando mi país sigue en guerra, y sin embargo parece una abstracción. Algo que sucede en otro mundo, lejanísimo de éste donde vivimos.
–Otra diferencia notoria con la anterior es que ahora la familia protagónica es judía.
–Siempre lo fueron para mí, lo que pasa es que no lo había explicitado. Algunos no lo son. El papá pedófilo, por ejemplo. ¡Mire lo bien que le fue a Trish al casarse con un goy!
–¿Qué piensa de las imputaciones de misantropía que se le han hecho, de Happiness en adelante?
–¿Qué puedo decirle? Yo no lo veo así. Creo que en nuestra naturaleza, la capacidad de amar, de cuidar al prójimo, es tan fuerte como la de lastimar, de hacer daño. De nuestra capacidad de reprimir o sublimar nuestros peores instintos depende lo que produzcamos en el otro. Creo que todo el tiempo nos enfrentamos a opciones morales. Decisiones que debemos tomar en relación con lo que hacemos a los demás.
–¿Por qué cree que sus películas ofenden a tanta gente?
–Creo que tiene que ver con que trato temas delicados en un contexto de comedia. Son comedias tristes, llenas de pena. No son para cualquiera. De hecho, me ha ocurrido de generar respuestas realmente preocupantes. Me acuerdo de que después de una de las primeras proyecciones de Happiness, un adolescente me dijo, medio borracho, cuánto le había gustado la película, qué genial estuvo cuando violaron al chico. Ahí comprendí que a veces, cuando uno hace una película juega con fuego. La hacés presuponiendo una cierta respuesta y de repente te das cuenta de que provocaste lo contrario de lo que querías. Y no sabés dónde meterte.
Traducción, selección e introducción: Horacio Bernades.
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