Sábado, 9 de junio de 2012 | Hoy
CINE › MAURO ANDRIZZI Y SUS DOS PELICULAS EN CARTELERA
El cineasta estrenó finalmente en el circuito comercial En el futuro y Accidentes gloriosos, ambos films premiados en festivales. “La idea fue contar microficciones y armar una estructura de múltiples narrativas”, señala.
Por Diego Braude
La oficina donde el cronista se encuentra con Mauro Andri-zzi está ubicada en el Palacio Barolo. Un ascensor hasta un determinado piso y de ahí uno más hasta el destino final. Pasillos silenciosos y solitarios llevan de un lugar a otro, con apenas alguna pasajera presencia humana que desaparece tan rápido como apareció. El edificio es un gran mito alimentado por las historias de su dueño original y del arquitecto que lo construyó. A pocos metros encima del punto de encuentro está el faro del Barolo, el que junto con el de su gemelo Salvo –este último cinco pisos más alto y ubicado en Montevideo– habrían de conformar una luminosa puerta de entrada al Río de la Plata. Espectros, relatos fantásticos y románticos; ambiente apropiado para la narrativa de Andrizzi, que acaba de estrenar En el futuro (2010) y Accidentes gloriosos (2011), sus últimos y premiados films en las salas Cosmos (Corrientes 2046) y Gaumont (Rivadavia 1635).
Andrizzi, un confeso cinéfilo que en las entrevistas suele resaltar su tiempo trabajando en el Festival de Mar del Plata, llevó adelante En el futuro con muy bajo presupuesto, poniendo de su bolsillo para su primer proyecto con actores. El segundo ya lo tuvo un poco más holgado gracias al financiamiento recibido. Antes había estrenado los documentales Mono (2007) e Iraqi Short Films (2008). Actualmente se encuentra elaborando su siguiente proyecto, más ambicioso en los requerimientos económicos por la escala de producción a la que apunta. La idea es nunca repetirse.
En el futuro –con paso por el Bafici y premiada en el Festival de Venecia– atraviesa una larga secuencia de besos en su introducción. ¿Qué historia oculta cada choque de labios, cada intercambio de mimos y de saliva? ¿Cómo llegaron ahí? ¿Qué les espera? “Escribí diez, doce cuentos –dice Andrizzi–. Pensé quiénes eran los actores que podían interpretar cada uno de esos cuentos. Una vez que tenían aprendido el cuento y los subrayados rojos de aquello que no podían obviar, sobre eso improvisábamos. Nos tomamos una jornada para cada pareja.” Con un narrador que apenas pronuncia unas palabras en el comienzo y que se presenta como fantasma persistente en su presencia en el espacio y en su curiosidad, el futuro, en referencia al título, se adelanta como camino transitado, construido en un presente que luego deviene pasado.
El blanco y negro que une a En el futuro con Accidentes gloriosos, de encuadres plásticos y contrastes que van del claroscuro a una rica gama de grises, es resultado de un proyecto inconcluso sobre el melodrama clásico argentino. “Cuando empezamos a hacer En el futuro –recuerda el realizador– nos propusimos con el director de fotografía (Emiliano Cativa, responsable global de la imagen en ambos films) empezar a experimentar un poquito con el blanco y negro, pensando en el otro proyecto, el que supuestamente iba a venir más adelante.”
Accidentes gloriosos –también presentada en el Bafici y premiada, como su antecesora, en Venecia– fue realizada de manera relámpago con financiamiento del Festival de Copenhague y escrita en colaboración con el dramaturgo danés Marcus Lindeen. Mientras que en el rodaje anterior el director podía trabajar con los actores de manera más pausada, la velocidad y los reflejos para improvisar se impusieron en esta ocasión. Andrizzi cuenta que “te giraban el dinero para que filmes y tenías tres semanas para hacer todo. Armamos un equipo con varias personas en producción, un equipo más de guerrilla. Teníamos varios autos, dos chicas de arte muy pilas. Entonces terminábamos de filmar ese día y escribíamos lo que íbamos a filmar al día siguiente. Era escribir un día y ese mismo día, o para la tarde del día siguiente, tratar de conseguir un parque de diversiones o una ambulancia que pudiéramos perseguir por Libertador”.
Un fotógrafo aficionado recorre todas las noches la ciudad buscando accidentes; le fascina capturar desastres automovilísticos como si fueran ready made de metal, hasta que un día la fortuna le sonríe y, en lugar de perseguir los hechos, los presencia mientras suceden. Otro hombre consigue volar luego de experimentar el mejor sexo oral de su vida. Una pareja descubre una escena surrealista en medio del campo y, al detenerse a observar, el viento les entrega una montaña de cartas de amor de un explorador perdido en el tiempo. En Accidentes gloriosos –inspirada en una frase tomada del documental And Everything is Going Fine (2010), de Steven Soderbergh–, la cámara de Andrizzi sigue las trayectorias de personajes a los que el azar, de alguna manera, premia con situaciones oníricas y maravillosas. El relato en off de Cristina Banegas, literario y pausado, libera por momentos la imagen del texto; a veces se complementan, otras se retroalimentan al estar diciendo y mostrando pinturas distintas que el espectador se ve obligado a ver cómo arma o relaciona en su cabeza.
Ambas obras mantienen cierta lógica de remix en el montaje, lo que las emparienta con Iraqi..., elaborada en base a materiales encontrados en la web sobre el conflicto en Irak. “Lo que quise hacer en todas esas películas –dice Andrizzi– fue contar microficciones y armar una estructura de múltiples narrativas.”
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