Miércoles, 17 de mayo de 2006 | Hoy
CINE › EMPIEZA EL FESTIVAL DE CANNES, LA MUESTRA MAS IMPORTANTE DEL PANORAMA MUNDIAL
En un certamen que promete lo mejor de nombres consagrados y un buen repaso de lo que vendrá, los argentinos tienen su cuota: Crónica de una fuga, de Adrián Caetano, compite en la sección oficial; Fantasma, de Lisandro Alonso, se verá en la Quincena de los Realizadores. Y Lucrecia Martel integra el jurado.
Por Luciano Monteagudo
Algunos de los principales nombres de aquello que alguna vez se llamó “Nuevo cine argentino” –y que ya están definitivamente instalados en el centro de la escena local– tendrán una fuerte presencia a partir de hoy en el Festival de Cannes, el más importante del calendario cinematográfico internacional. Para empezar, Crónica de una fuga, de Adrián Caetano, basado en el libro testimonial de Claudio Tamburrini, integra la exigente competencia oficial, una selección de apenas veinte films (ver aparte) que compiten por la Palma de Oro, el máximo premio del festival, que se dará a conocer dentro de once días –el domingo 28– en la gala de clausura.
La película protagonizada por Rodrigo de la Serna y Pablo Echarri, que narra un hecho real –la única fuga que se produjo durante la dictadura militar de un centro clandestino de detención– será considerada por un jurado presidido por el gran director de Felices juntos y Con ánimo de amar, el hongkonés Wong Kar-wai, y que integra la salteña Lucrecia Martel. La directora de La ciénaga estuvo en la competencia de Cannes dos años atrás con La niña santa y ahora vuelve al Grand Théâtre Lumière, pero del otro lado del escenario, compartiendo la responsabilidad de otorgar los premios junto a directores de la talla de WKW y el palestino Elia Suleiman y estrellas de magnitud diversa, como la actriz italiana Monica Bellucci, la inglesa Helena Bonham-Carter y el estadounidense Samuel L. Jackson.
En la Quincena de los Realizadores, la principal muestra paralela de Cannes, que tiene la justa reputación de programar la selección más cinéfila y de mayor riesgo estético del festival, figura en un lugar preponderante Fantasma, el nuevo film de Lisandro Alonso, quien con 30 años ya es todo un veterano en la Croisette, el bulevar marítimo que se convierte durante casi dos semanas en la columna vertebral de la muestra. En el 2001, con su ópera prima La libertad, Alonso fue la revelación de la sección oficial Una Cierta Mirada. Y en el 2004, con Los muertos, causó sensación en la Quinzaine, a la que ahora vuelve con un film decididamente experimental, en el que reúne a los protagonistas de sus dos películas anteriores –el hachero Misael y el ex convicto Argentino– en los laberínticos pasillos y bambalinas del Teatro San Martín, que funcionan a la manera de una escenografía fantástica, puramente mental.
En el Atelier du Festival, una ronda de encuentros organizada para desarrollar proyectos que son del interés de Cannes, estará el director Santiago Palavecino. Después de su primer film, Otra vuelta, Palavecino –que compartirá el Atelier con cineastas de la talla del tailandés Apichatpong Weerasethakul y el chino Wang Bing– está preparando junto al productor Marcelo Céspedes su nueva película, titulada provisoriamente Tarde, escrita en colaboración con Graciela Speranza. Por su parte, Lita Stantic –productora de los films de Martel y de Un oso rojo, de Caetano, por nombrar solamente aquellos que estuvieron antes en Cannes– vuelve ahora al festival como coproductora de Hamaca paraguaya, un film íntegramente rodado en Paraguay y hablado en guaraní. Dirigido por la debutante Paz Encina, Hamaca... promete convertirse en una de las sorpresas de la sección oficial Una Cierta Mirada, donde pretende repetir la performance de Whisky, la película de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella que dos años atrás puso al cine uruguayo en el mapa.
Y como si esto fuera poco, también habrá en Cannes una fuerte impronta argentina en el terreno de los cortometrajes: Pablo Agüero competirá por la Palma de Oro de la sección oficial con Primera nieve, una historia autobiográfica rodada en El Bolsón, mientras que en Cinéfondation (la competencia para escuelas de cine) figura Ge & Zeta, de Gustavo Riet, proveniente de la Universidad del Cine.
A la nutrida delegación argentina, de la que forman parte también las autoridades del Instituto de Cine (Incaa), le espera hoy –como al resto de los más de 15.000 acreditados– una apertura de festival particularmente ruidosa y complicada. El lanzamiento mundial de El Código Da Vinci será prácticamente la única proyección del día y desembarcará con todo su elenco en la alfombra roja: Tom Hanks, Audrey Tatou, Jean Reno y Paul Be-ttany, acompañados por el director Ron Howard. Pero no estarán lo que se dice solos: por un lado, se esperan manifestaciones de grupos católicos contrarios a los complots religiosos imaginados por el novelista Dan Brown (ver aparte) y, por otro, está pendiendo aún la amenaza de una huelga y protesta policial, nada menos, que aprovechará las cámaras y los micrófonos de Cannes –como suelen hacerlo cada año distintos gremios de los combativos trabajadores franceses– para hacer ver y escuchar sus reclamos sindicales. La competencia propiamente dicha se inicia mañana y el director artístico del festival, Thierry Frémaux, dijo “seguir siendo fiel a los principios que nos guían desde siempre: resaltar el cine de autor, la búsqueda de voces singulares en distintas culturas, destacar cualidades de dirección y la práctica del cine como arte”. En este sentido, volvió a armar un cóctel con los clásicos abonados de Cannes, a quienes incorporó una serie de recién llegados, al menos a estas ligas mayores.
El primer grupo está presidido por Pedro Almodóvar, con Volver, su flamante película protagonizada por Carmen Maura (ya estrenada en España) y con la que espera conseguir la ansiada Palma de Oro, quizás el único premio de envergadura que le falta a su carrera (en 1999 ganó aquí el premio al mejor director por Todo sobre mi madre). Aún antes de que el festival comience, ya hay rumores de que éste será el año de Almodóvar, aunque más no sea porque en Francia es uno de los cineastas más populares y admirados, al punto de que la Cinémathèque Française, en París, le está rindiendo actualmente un enorme homenaje, que consiste no sólo en la retrospectiva completa de su obra sino también en una megaexposición que rinde culto a todas las obsesiones del cineasta manchego.
En esta misma tropa de famosos reaparecen este año Nanni Moretti (Palma de Oro 2001 con La habitación del hijo), que vuelve con El caimán, una sátira sobre Italia en tiempos de Berlusconi; el finlandés Aki Kaurismäki (Grand Prix 2002 por El hombre sin pasado), que presenta Lights in the Dusk; el inglés Ken Loach (Premio al mejor guión 2002 por Sweet Sixteen), que trae The Wind That Shakes the Barley, sobre el movimiento independentista irlandés; y el polémico francés Bruno Dumont (Grand Prix 1999 por La humanidad) que busca revancha con Flandres, sobre las consecuencias de la guerra en un soldado que vuelve del frente.
Para Frémaux, el segundo grupo de contendientes por la Palma representa la “generación naciente”, aquellos en quienes Cannes ya ha puesto anteriormente su mirada pero a quienes ahora reserva un espacio de mayor exposición mediática: los estadounidenses Sofia Coppola y Richard Linklater, el italiano Paolo Sorrentino, el magrebí Rachid Bouchareb, el mexicano Alejandro González Iñárritu, el chino Lou Ye y el francés Xavier Giannoli, que propone un nuevo vehículo de lucimiento para Gérard Depardieu, todo un clásico de la alfombra roja. Y finalmente hay, según la dirección del festival, un tercer grupo, integrado por cineastas aún no demasiado conocidos (es el caso de Caetano en Europa), entre quienes pueden estar las sorpresas de este año: el ascético portugués Pedro Costa (que tuvo una retrospectiva en el Bafici 2002) con Juventude em marcha; el exuberante mexicano Guillermo del Toro, con El laberinto de Pan, la fantástica visión del mundo de una niña en la España gris del franquismo; y el estadounidense Richard Kelly, el más joven de la competencia, quien con apenas 30 años presenta Southland Tales, que promete ser un audaz musical, a la vez poético y político, sobre el futuro de Estados Unidos.
En la paralela Un Certain Regard y en las funciones especiales fuera de competencia también habrá nombres de mucho peso, como el italiano MarcoBellocchio, o superproducciones de Hollywood, como la nueva X-Men. Es que para Frémaux, “el Festival de Cannes busca la relación entre el estado del cine y los movimientos del público, y su resultado deriva de la alquimia entre el cine de autor, el glamour, el mercado y la prensa”. Esa cuerda floja, ese delicado equilibrio entre unos y otros es, hace 59 años, la especialidad de Cannes.
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