CINE › SAM RAIMI HABLA DE SU PELíCULA OZ, EL PODEROSO
El director de las tres primeras El Hombre Araña destaca que para encarar la precuela de El mago de Oz “hubo que crear un mundo entero de la nada”.
› Por Bruce Silverstein
Para el sello Disney, relanzar la mitología de Oz permite poner fin a setenta años de intentos fallidos. Ya en 1937 el viejo Walt había querido producir un largometraje animado, basado en las novelas de L. Frank Baum, pero se encontró con que los derechos habían sido vendidos. El adquirente era Sam Goldwyn, uno de los socios de la MGM, quien junto a Louis B. Mayer no perdió tiempo, estrenando, en 1939, el que resultaría uno de los grandes hitos históricos del cine de Hollywood. El mago de Oz se basaba en la primera de la veintena de novelas de Baum que tienen por centro esa tierra mágica. Con la sangre en el ojo, Disney volvió a la carga por los derechos cuando éstos quedaron liberados, logrando adquirirlos finalmente a mediados de los ’50. No sirvió de mucho: un primer proyecto se abortó y el segundo, Regreso a Oz (1985), fue un tremendo fracaso de público, que empezó y terminó con la carrera de realizador Walter Murch, genial editor y director de sonido de Apocalypse Now!
La tercera resultó la vencida. Precuela de El mago de Oz, Oz, el poderoso se estrena en Argentina al mismo tiempo que en el resto del mundo, en versiones de 35 mm, 2D y 3D. Con un costo de 200 millones de dólares, obviamente fue pensada como film para toda la familia y esconde la no tan secreta aspiración de inaugurar una nueva saga cinematográfica. Con el reputado Sam Raimi (director de la trilogía Evil Dead y las tres primeras El Hombre Araña) al frente del proyecto, en Oz, el poderoso la fantasía más exuberante se vuelca en formato digital. En la siguiente entrevista, Raimi explica qué relación tiene la película con los textos de Baum, por qué él hasta ahora se negó a filmar nada que tuviera que ver con el film original, cómo y por qué razón decidió combinar lo digital con lo físico y hasta qué punto Oz, el poderoso se parece y no se parece a El mago de Oz.
–¿Oz, el poderoso se basa en algún libro específico de L. Frank Baum o se trata de una creación original?
–Aunque en términos generales la única que se conoce es El mago de Oz, gracias a la película, Baum escribió trece novelas sobre el mundo de Oz y sus personajes. Nosotros elegimos centrarnos en la historia previa del mago y su llegada a Oz. Para lo cual lo que hicimos fue extractar, de muchas de sus novelas, todo lo referido a él. Nos basamos sobre todo en la primera, la tercera y la cuarta. Pero además el guionista, Mitchell Kapner, extrajo de las demás todas las referencias al mago, que aparecen siempre en forma de historias previas, poniéndolas en orden cronológico y “rellenando” los vacíos con líneas de relato propias. Así que si tuviera que contestar a su pregunta con una sola frase, le diría que la película está basada en varios de los libros de L. Frank Baum, pero es también en buena medida una creación original.
–¿Cuál es su relación con la película original?
–¡La amo! Me parece maravillosa, la vi mil veces. Es una de las grandes películas de la historia de Hollywood, para mí. Hasta el punto de que nunca quise leer la novela original, para que no me “arruinara” el recuerdo de la película. Al final, cuando la leí, descubrí no sólo que era muy buena, sino que la película era muy fiel a ella.
–¿No le daba un poco de aprensión meterse con ella?
–De hecho, en un primer momento no quise hacerlo, era como que no quería ni rozar la película original, por miedo a arruinarla. Cuando me enteré de que estaba dando vueltas el guión de una precuela, no quise ni leerlo. Pero lo leí y descubrí que era como un poema de amor a la película y a los libros de Baum. Eso ya me interesó, porque me daba la posibilidad de hacer una película que le rindiera honor a la original.
–El homenaje es bastante evidente al comienzo.
–Ah, sí, la empezamos igual: en blanco negro, con el tornado sobre Kansas y allí, el pasaje al mundo de fantasía y al color.
–Sobre el final se oyen unos compases de Over the Rainbow...
–¡Sí! Le pedí a Danny Elfman que lo hiciera, un poco al paso.
–¿Se encontró con problemas de derechos, teniendo en cuenta que El mago de Oz es de la Metro y ésta, de Disney?
–Sí, había una cantidad de cosas que no podíamos usar o mencionar, porque los derechos estaban registrados. Incluyendo las propias imágenes de la película, lo cual es una lástima, porque lo que queríamos era justamente rendirle honor. Pero en un punto, mejor, porque nos obligaba a reinventar, reimaginar, y eso nos abría las puertas de un mundo nuevo.
–Materializar ese mundo debe haber sido complicado, teniendo en cuenta que es de pura fantasía.
–Lo fue. Baum describe desiertos desolados, cascadas, extraños bosques y montañas. No era posible filmar eso en escenarios naturales, por más que nos fuéramos a rodar colinas verdes en Irlanda o paisajes montañosas en Nueva Zelanda. Había que crear todo eso por computadora. Por suerte conté con un gran diseñador de producción, Robert Stromberg, que creó hasta la más pequeña brizna de pasto. Había que crear un mundo entero de la nada y eso fue sin duda lo más complicado de todo.
–¿Trabajó toda la película con blue screen o también construyó decorados físicos?
–Las dos cosas. Desde ya que, al diseñar los escenarios por computadora, hay que trabajar necesariamente con el blue screen, que es la pantalla donde luego van a insertarse las imágenes computadas. Pero como soy consciente de que los actores tienden a sentirse bastante perdidos al relacionarse con “la nada”, mandé a construir la mayor cantidad de decorados físicos, para darles una materia palpable, con la cual vincularse. Y también para darle a la propia película una cualidad palpable, para que no fuera de naturaleza puramente digital.
–Usted proviene del cine de terror y la historia de Oz contiene elementos asimilables al género. Pero ésta es una película para toda la familia. ¿Le resultó problemático conciliar ambas cosas?
–Tuve que medir todo el tiempo qué podía ser admisible y qué no. Básicamente eliminé todo lo que tuviera que ver con violencia, que es un elemento que no me parece adecuado para los niños pequeños. No tanto así el miedo, que es una emoción que los chicos pueden procesar, siempre y cuando la película no sea en su totalidad una “de miedo”. Así que hay algunos momentos que pueden dar un poco de miedito, como la aparición de unos babuinos agresivos o la de la bruja mala, que tiene un papel importante en la última parte.
–Pero además todos los cuentos de hadas tradicionales...
–... Están llenos de elementos terroríficos, desde ya. Incluso la película original los tiene. La línea que me impuse fue llegar al punto en que el padre le dice al hijo que se vayan de la sala, pero el chico contesta: “No, esperá un poco, quiero seguir viéndola”.
–Teniendo en cuenta la abundancia de novelas originales, es de suponer que el estudio piensa en posible secuelas, ¿no?
–En principio, Oz, el poderoso no se planteó como el inicio de una saga, sino como una sola película, que cierre en sí misma. Pero obviamente si la respuesta de público es buena y el estudio así lo desea, la posibilidad está.
Traducción, adaptación e introducción: Horacio Bernades.
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