Mié 16.10.2013
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CINE › FABIáN FORTE PRESENTA SU PELíCULA LA CORPORACIóN

Todo un mundo hecho a medida

El director de Celo propone una nueva incursión de la industria nacional en el cine de género, mixturando comedia, drama y fantasía. “No sabría decir cuánto hay de cada uno, pero creo que en el fondo es una historia de amor”, dice Forte.

› Por Ezequiel Boetti

Felipe Mentor tiene todo aquello que cualquier exponente promedio de la clase media con aspiraciones podría anhelar: su apellido en el nombre de una empresa, buena pilcha, un auto de alta gama, una casa amplia y una morocha hermosa tan enamorada como para decirle entre lágrimas que lo ama, que es lo mejor que le pasó en la vida, que no se imagina sin él. Pero cuando algunos minutos después se ve a este hombre tipeando en su notebook aquello que su mujer le dirá esa misma noche podrá inferirse que no todo es color de rosa. O sí, pero que él paga una buena suma de dinero para que así sea. ¿A quién? A una poderosa empresa creada especialmente “para ofrecer personas que sean alguien en la vida afectiva de los clientes, proporcionándoles aquello que a nivel sentimental no pudieron conseguir”, tal como define Fabián Forte. Opus cinco (entre cortos y largos) de este cineasta y guionista forjado en el cine indie argentino, La corporación, que se estrenará próximamente después de su paso por la competencia nacional del último Festival de Mar del Plata, narra el derrotero de este cincuentón a partir de una actitud no avalada por las cláusulas prefijadas en el contrato: su deseo de ser padre. “Me interesaba mostrar cómo uno es capaz de transar por plata, más allá de que se esté o no de acuerdo con lo que haga”, agrega el codirector de ¡Malditos sean!

Protagonizada por un siempre notable Osmar Núñez, Moro Anghileri y Sergio Boris, La corporación es una nueva incursión de la industria nacional en el cine de género, en este caso mixturando comedia, drama y fantasía, según dice su director. “No sabría decir qué porcentaje hay de cada uno, pero creo que en el fondo es una historia de amor, una mezcla de géneros. También hay un componente fantástico muy grande porque esta empresa no existe, más allá de que sí hay cosas peores. Yo escribí la película hace varios años y la sarta de locuras del mundo actual superan por mucho el planteo de la película”, afirma. Es, también, el segundo film del director de Celo por fuera del cine de terror, género del cual es uno de los grandes referentes locales. “En realidad no soy una persona que dirija sólo películas de ese tipo. A mí me gustan el cine y las historias antes que un cine específico”, asegura.

–¿Pensó el film como una crítica social?

–Sí, hay una crítica al sentido del dinero y a la forma en la que todos nos prostituimos en base a eso. También respecto a la forma exacerbada en la que nos afecta el deseo del control total, que es la obsesión de Mentor. El es una persona solitaria que depositó todo en su trabajo, lo mismo que me pasó a mí cuando escribí el guión. En ese momento básicamente sentía que no podía enraizar el paso de los años con el aspecto personal. Entonces hice una combinación entre todo esto para idear un personaje.

–Usted habla de soledad y obsesión. ¿Mentor contrata los servicios de la empresa por una cuestión de comodidad o porque no puede formar naturalmente una pareja?

–Creo que es una cuestión de comodidad para lograr lo que él busca. Mentor tiene la necesidad de escuchar lo que quiere, es un tipo muy enfermo que aspira a una relación ideal, algo que es imposible. Vive adentro de un mundo plástico que parece sacado de una comercial. Todo en su vida, su oficina, su casa e incluso su mujer, es muy artificial.

–Publicitario y gélido...

–Sí, es que es un tipo muy frío que quiere reconectarse con él mismo y que busca que todos cumplan con su voluntad. Y el diseño de arte fue armado desde ese punto de vista, tratando de representar su mundo interno.

–El protagonista es capaz de despedir a un empleado por su mala vestimenta o pedirle a su secretaria que cambie el perfume. ¿Qué papel juega la noción del poder?

–El poder es algo que atraviesa toda la película desde el mismo momento en que él está acostumbrado a obtener lo que quiere. Incluso quiere controlar aquellas cosas que están por fuera de su esfera, como la vida de sus empleados. También se preocupa mucho por pertenecer y parecer algo que no es frente a los demás. En ese sentido, la escena en la que va a firmar un contrato muestra eso, la necesidad de aparentar ser feliz cuando en realidad es un pobre diablo.

–La idea general de la película podría remitir a una novela de ciencia ficción de Philip K. Dick o Ray Bradbury, con una entidad controlando los mecanismos del sistema. ¿Ellos fueron una de sus referencias?

–Yo leí mucho a Bradbury cuando era chico y mi cabeza es como una licuadora de ideas, así que es probable que algo de su mundo esté dentro de la película. En uno de mis cortos, Dosis, también había un sistema que no permitía que la gente se enamorara. Y, a su vez, la relación de Mentor con su mujer es enfermiza, que era lo mismo que tenían los personajes de Celo. De alguna manera veo que las líneas de mis películas se van repitiendo.

–¿Por qué? ¿Le interesan esos temas?

–Sí, pero también es verdad que cuando uno escribe hay muchas cosas que se dan inconscientemente. Uno tiene la idea y al construir el guión intenta dar la información que uno cree necesaria para que la narración se sostenga y mantenga una determinada coherencia, pero después es la mirada de la gente la que termina de construir la película. La creación nunca es un proceso tan cerebral e intelectual.

–Usted viene del cine independiente y ésta es la primera película en la que dirige a actores reconocidos y con amplia experiencia. ¿Eso condicionó su trabajo?

–Todo el elenco fue elegido por mí y tuve mucha libertad creativa desde el guión, la elección del casting y la forma narrativa. Creo que laburar con actores profesionales hace que mi trabajo, por lo menos desde la dirección de actores, sea mucho más fácil y accesible; son intérpretes con mucha sensibilidad e inteligencia. Incluso al momento de ensayar generan cosas que quizás funcionan mejor que las que estaban escritas. Ahí uno tiene que tratar de ser inteligente para seguirlos porque tu trabajo es saber para dónde estás yendo.

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