CINE › OPINION
› Por Viggo Mortensen
Había visto Los muertos, Liverpool y Fantasma antes de rodar con Lisandro; luego pude ver su primera película, La libertad. En el caso de Los muertos, no sólo la vi más de una vez, sino que se la recomendé a la actriz danesa Ghita Norby –quien trabajó con nosotros en la nueva película– y a muchos otros amigos. Los muertos, como las otras obras de Lisandro, tiene un estilo muy personal. A primera vista sentí –aun sin conocerlo personalmente en ese momento– que ese cuento era una auténtica expresión artística de un director fuera de serie. Creo que Lisandro le tiene alergia a la mentira en su cine, a menos que sea una mentira descarada, desnuda. Siempre va de frente con el ritmo, la estética y el hilo narrativo de sus películas.
A Fabián lo conocí a través de Gustavo López, que editó el libro Antología de la nueva poesía argentina, que publicamos con Perceval Press en 2009. Fabián es uno de los poetas incluidos en esa colección. Como los dos somos cuervos medio enfermos, nos hicimos amigos enseguida. Aunque no solamente por eso: nos dimos cuenta desde el vamos de que teníamos gustos similares con respecto a la literatura, el cine, la filosofía y, en general, el lado absurdo de la vida. Creo que, con su poesía, Fabián se parece a Lisandro en algo esencial: comunicar sin adornos la particular belleza de su punto de vista creativo. Los dos tienen un proceso que parece buscar la destilación, lo esencial en sus cuentos, sin miedo a las contradicciones o a las preguntas sin respuesta. Una cosa es querer lograr esa suerte de limpieza como artista y otra es ser capaz de comunicarla con elegancia y originalidad. Son pocos los que pueden hacer eso, los que te conmueven con lo que te cuentan.
El viaje del equipo para crear a este personaje que interpreto en el film fue muy especial. Dinesen es un hombre que parece aguantar bien la soledad, pero finalmente se pierde en ella. Sale al desierto para encontrar a su hija, pero al final nos damos cuenta de que también anda rastreando a su mujer, a su madre, a todas las mujeres y hombres del mundo, a su propia infancia, a su patria y a su muerte. Más que nada creo que este soldado danés, veterano de guerras y exilios, busca –como El hombre rebelde, de Albert Camus– una respuesta lógica a la aparente crueldad e insensatez de su existencia. Dinesen cree que es una persona completamente racional y decente, pero sus andanzas y su forma de reaccionar a lo que ve, oye y siente durante su travesía son de un absurdo notable. Es un anarquista en el armario, listo para salir, listo para morir.
Fabián Casas y Viggo Mortensen vienen manteniendo una serie de charlas electrónicas a propósito de la literatura, la poesía, el cine, el mundo en general y, por supuesto, el fútbol. Esos textos pueden leerse en el sitio http://www.sobrevueloscuervos.com/
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