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Viernes, 18 de julio de 2014

CINE › AVIONES 2: EQUIPO DE RESCATE, DE ROBERTS GANNAWAY

El cine pensado para la cajita feliz

 Por Ezequiel Boetti

“No se recomienda a quienes elijan ver esta película que lo hagan esperando encontrar en ella el noble espíritu de Pixar, sino que deberán conformarse con un relato clásico y hasta eficiente pero, valga la paradoja, carente de vuelo.” La frase pertenece a la crítica de Aviones, escrita en estas mismas páginas por Juan Pablo Cinelli hace menos de año, pero bien podría aplicarse a su secuela. La cita es, además de una apreciación pertinente, un acto de justicia poética. Al fin y al cabo, si los muchachos de Disney construyen ya no una sino dos películas con retazos de otras anteriores, con Cars y Turbo a la cabeza de referencias, ¿por qué no comenzar escribiendo sobre ella de la misma forma?

Dirigida ahora por Roberts Gannaway, el mismo de varios episodios de animación televisivos y spin offs directo a DVD de la empresa del castillo, Aviones 2: Equipo de rescate raspa las piedras para imaginar un film donde a priori no lo había, esfumando las mínimas coordenadas narrativas que identificaban a su predecesora. Eso sí, manteniendo inalterables el antropomorfismo vehicular (como en Cars, aquí todo elemento con ruedas habla) y a su protagonista Dusty, cuestión de aprovechar las bondades del trabajo de marketing realizado un puñado de meses atrás. Lo que no cambia es la carga simbólica de la avioneta fumigadora descastada como representación de los valores estadounidenses: si antes encarnaba la equiparación de oportunidades y la potencialidad del triunfo como premio al esfuerzo y al trabajo, ahora es la vocación de servicio y ayuda al prójimo.

Esto porque, ante al cierre de su aeropuerto por falta de seguridad, decide postergar sus aspiraciones de competencia para sacrificarse por el grupo convirtiéndose en un hidroavión. Lo anterior será excusa para la aparición de nuevos personajes visualmente deslumbrantes y con la simpatía y bondad innegociables. Allí están, entre otros, un helicóptero veterano, sabio y recio, aquejado por un pasado traumático; una avioncita enamoradiza y chirriante; y un conjunto de pequeñas grúas tamaño cajita feliz. Con todos ellos, Aviones 2 dispone de un entretenimiento hecho con indudable profesionalismo, con una cota humorística levemente más elevada que su predecesora, luminosa tanto en forma como en contenido, pero demasiado parecido a otros tantos exponentes que pululan con cada vez mayor regularidad por la cartelera comercial.

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En la saga Aviones no hay nada del espíritu Pixar.
 
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