Miércoles, 2 de agosto de 2006 | Hoy
CINE › ENTREVISTA A SHULA ERENBERG, UNA DE LAS DIRECTORAS DE “CAVALLO ENTRE REJAS”
Dirigido por Erenberg, Laura Imperiale y María Inés Roqué, el documental que se estrena este viernes reconstruye el historial del represor detenido en México en 2000 y extraditado a España en 2003. “Quisimos remarcar la tenacidad y creatividad de los organismos de derechos humanos”, dice la directora.
Por Ana Bianco
“Con Cavallo entre rejas sentí que me acercaba a la Argentina. Tengo la memoria cuarteada y necesito reconstruir mi propia historia, la de Víctor, la de mis amigos y la de una generación desaparecida, y los sobrevivientes me ayudaron en ese sentido. Vivir en el exilio me aleja de la realidad, no soy un miembro activo de esta sociedad, aunque mi corazón lo tengo acá.” Así se refiere a su historia personal Shula Erenberg, una de las tres directoras del documental mexicano Cavallo entre rejas. Ella debió dejar la Argentina rumbo a México el 22 de agosto de 1976, junto con su hija, Natalia, de un año y dos meses, con la esperanza de un reencuentro con su marido, Víctor Bruschtein, quien fue secuestrado el 19 de mayo de 1977 y continúa desaparecido. La película fue filmada con sus compañeras argenmex Laura Imperiale, con una importante carrera como productora de cine (trabajó con el director Arturo Ripstein, entre otros realizadores mexicanos), y María Inés Roqué, documentalista, autora del documental Papá Iván, sobre su padre desaparecido.
Cavallo entre rejas hace un recorrido por la vida de Ricardo Miguel Cavallo, alias “Sérpico”, “Miguel Angel”, marino que integró la estructura de la ESMA desde 1976, y terminó haciéndose cargo del Renave (Registro Nacional de Vehículos de México) en 1999, hasta su detención en el país azteca en agosto de 2000. Genocida, ladrón de autos y falsificador, devenido empresario exitoso, Cavallo fue reconocido por sobrevivientes de la ESMA y extraditado a España en 2003. El documental fue realizado en base a 18 entrevistas, donde tienen un lugar destacado sobrevivientes de la ESMA como Víctor Basterra, Carlos Lordkipanidse, Ana Testa y Enrique Fukman, entre otros (ver aparte). Además, hay testimonios de familiares de desaparecidos (Cristina Muro, Celeste Hazan y Silvia Panebianco), y de José Vales, periodista del diario Reforma, que destapó en México el caso Cavallo; de Carlos Slepoy, abogado de la acusación popular en España y del fiscal español, Carlos Castresana, entre otros. Filmada en México, España y la Argentina, Cavallo entre rejas fue producida por Cacerola Films de México y Tornasol Films de España. La directora debutante, Shula Erenberg, habla del film antes del preestreno de mañana en el Gaumont y de las funciones a partir del viernes en el Palais de Glace.
–¿Cómo fue filmar un documental a seis manos?
–Laura Imperiale es una amiga mía muy cercana, llegó a México como exiliada en 1980. A mí la detención de Cavallo me impactó y movilizó. La respuesta de la sociedad mexicana y de la prensa fue contundente. En Madrid, participé en el 2001 del primer Congreso de Justicia Universal, como miembro de “Genocidio nunca más”, una agrupación que se formó por la detención de Cavallo. En 2003 Cavallo fue extraditado a España. Yo había empezado a juntar material de la investigación y en 2004 recibí un aporte de U$S 2000 de una amiga y empezamos a trabajar con Laura. Aunque soy la esposa del sonidista, Nerio Barberis, mi relación con el cine siempre fue colateral. Estuve relacionada por el diseño de afiches, títulos, gráficas animadas para cine y he dictado clases de Encuadre en escuelas de cinematografía. Como productora, Laura me propuso convocar a la directora de documentales María Inés Roqué, quien también llegó como exiliada en 1977. Cada una de nosotras aportó su experiencia personal y profesional. Las tres coincidimos en remarcar la tenacidad y la creatividad de los organismos de derechos humanos en esa búsqueda de recursos nuevos para seguir peleando. Mi prioridad era salvaguardar y respetar el testimonio de los sobrevivientes, quienes estuvieron adentro de la ESMA.
–La película describe una escena en México del 2001 con muchas mujeres con pañuelos blancos, marchando alrededor de un árbol, frente al Palacio de Tribunales.
–Como venimos de la militancia, retomamos esa forma de manifestación creativa propia de los argentinos. Laura Bonaparte, mamá de Víctor Bruschtein, estaba en México y un jueves se había presentado un amparo a favor de Cavallo y decidimos hacer presión. Para los mexicanos es muy fuerte la imagen de las Madres de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos. Los jueces no están acostumbrados a que uno los presione. Hicimos los pañuelos y nos los pusimos para la ronda. Adentro, en una oficina muy pequeñita, el juez tenía que decidir el amparo de Cavallo; estaban presentes Laura Villaflor, hija del militante peronista Raymundo Villaflor y de la “Gallega” Elsa Martínez Barreiro, quienes están desaparecidos, y las Madres de Plaza de Mayo Laura Bonaparte y María Angélica Labbé, quien reside en México, mamá de Silvia Panebianco. El juez tenía que decidir y las miraba a las dos y uno veía que al tipo se le transformaba la cara. En Tribunales había gente que entraba y salía y no daban crédito de lo que estaba pasando, viendo a gente con bombos y haciendo malabares afuera del Palacio de Tribunales. La presión era fuerte y el juez resolvió a favor de nosotros. Los H.I.J.O.S. de México, que está formado por hijos de desaparecidos y exilados argentinos en México, pero también por hijos de desaparecidos mexicanos y guatemaltecos, nos dieron mucho apoyo.
–Una perlita es la entrevista radial realizada por el periodista mexicano José Gutiérrez Vivó a Cavallo, el 24 de agosto de 2000, desde el aeropuerto, antes de su frustrado viaje a la Argentina...
–Gutiérrez Vivó entabló una conversación telefónica con Cavallo en el mismo instante en que se estaba embarcando para Argentina. En una entrevista bastante larga, Vivó lo interroga sobre la denuncia efectuada ese día en el diario Reforma y su participación en la ESMA. Cavallo desmintió la información y aclaró que viajaba a Buenos Aires para buscar papeles que justificaran quién es. A Gutiérrez Vivó no lo conocimos personalmente, nos mandó por otra periodista la entrevista completa y nos pidió una copia del video. Cavallo despertó una confusión con el tema del nombre: cuando es detenido piensan que no es Ricardo Miguel Cavallo, porque en un pedido de 1997 el juez Baltasar Garzón solicitaba la extradición de 98 represores y ahí figuraba como Miguel Angel Cavallo. En México, en el Renave, él estaba registrado con su verdadero nombre: Ricardo Miguel Cavallo. El se aprovechó de esa confusión con el tema de su identidad e intentó demostrar que era otro. Lo increíble de esta historia es que Cavallo estaba tan seguro de que se podía ir a la Argentina, y por eso concedió la entrevista. Era un hombre poderoso y con influencias en el gobierno de Ernesto Zedillo. Cuando fue detenido por Interpol, los abogados del Renave presentaron un recurso de hábeas corpus para que no se fuera a la Argentina y no le hicieran nada. Este recurso legal lo arraigaba a México. El era Ricardo Miguel Cavallo, no quedaba sospecha alguna.
–¿Qué le significó filmar este documental?
–El documental en sí no tiene que ver solamente con la Argentina. El caso Cavallo me acercó a la realidad mexicana, con sus propios desaparecidos, a la realidad guatemalteca y a la realidad salvadoreña. Cavallo es uno más entre otros Cavallos que existen en el mundo. En agosto saldrá un CD interactivo con todo el material de información que recabamos, con las entrevistas completas y el material de prensa, que puede ser una buena fuente de consulta para investigadores. La película se está pasando en universidades y los debates son maravillosos: nos acercan a los jóvenes que carecen de memoria, porque son emergentes de pueblos arrasados.
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