Como se señaló cuando se conocieron las nominaciones, el cine argentino presentaba, en la 87ª entrega del Oscar, una representación “oficial” y otra no tanto. La oficial, Relatos salvajes, quedó relegada frente a la polaca Ida, que siempre fue la favorita del rubro Mejor Película en Idioma no Inglés. Fueron los argentinos “infiltrados” los que terminaron ganando. Se trata de Armando Bo y Nicolás Giacobone, que se llevaron el Oscar al Mejor Guión Original por el de Birdman, escrito a ocho manos junto a su realizador, el mexicano Alejandro González Iñárritu, y el guionista estadounidense Alexander Dinelaris. No es el primer premio que los cuatro reciben por ese trabajo (ganaron, en enero pasado, el Globo de Oro respectivo) ni la primera colaboración de Bo y Giacobone con el realizador de Babel: el debut cinematográfico de ambos fue como coguionistas de Biútiful, film previo de González Iñárritu (2010).

De 36 Armando Bo, tres años mayor Giacobone, ambos son primos. Nietos del célebre director de Carne, Armando es hijo de Víctor, el Delfín de la serie Los superagentes y productor de Kindergarten y Siempre es difícil volver a casa, de Jorge Polaco. Armando ganó experiencia filmando comerciales de televisión y desarrollando una productora propia, llamada Rebolución. “Estoy muy agradecido al cine publicitario. Me dio la posibilidad de formarme, familiarizarme con la técnica cinematográfica y experimentar”, señala. “Todo eso a la larga vale.” Hijo de la hermana menor de Víctor, Nicolás Giacobone proviene de las Letras y publicó un libro de cuentos llamado Algún Cristo. “Vivir de escribir no es fácil, por lo cual cuando Armando me llamó para que lo ayudara con un guión que estaba preparando, no dudé en darle una mano”, apunta. “La película, que se llamaba Mi hermano, el idiota, finalmente quedó en nada. Pero de ahí en más seguimos trabajando juntos.”

“Con Nicolás trabajamos muy cómodos porque además de primos somos amigos”, puntualiza Armando Bo. “La nuestra fue siempre una familia muy pegota, íbamos juntos de vacaciones y ahí fue que todos los primos nos hicimos muy amigos.” A fines de la década pasada, Bo hizo algunos trabajos como director publicitario para la productora de Alejandro González Iñárritu. Sin su guionista de cabecera (después de Babel, último fin en colaboración, Guillermo Arriaga se había ido dando un portazo), el realizador de Amores perros le ofreció colaborar con el guión de Biútiful. Casi al mismo tiempo, el mexicano ofreció participar de la producción de El último Elvis, ópera prima del hijo de Víctor, escrita a dúo con Giacobone. Exhibida en la edición 2012 del Festival de Sundance, El último Elvis resultó premiada en la edición del Bafici de ese año y se estrenó unos meses más tarde en Buenos Aires.

Como se recordará, Carlos Gutiérrez, protagonista de El último Elvis, es un imitador de Presley que se gana la vida trabajando en una fábrica del conurbano y tiene algunos problemas para diferenciar entre fantasía y realidad. Toda semejanza con el Riggan de Michael Keaton en Birdman –que siente que el personaje que le dio fama “le habla”– parece algo más que mera coincidencia. “El tema de la identidad, el peso de la fama y las dificultades para construir una vida son cosas que nos interesan tanto a Nico como a mí”, apunta Bo. “La propuesta de Birdman no fue sencilla”, sigue. “González Iñárritu nos pedía una comedia, para filmar en lo que debía presentarse como un único plano secuencia. Como todo el mundo sabe, en una comedia es fundamental el ritmo, el timing. Y filmar sin cortes hace que no todas las escenas tengan la misma tensión, por lo cual tuvimos que poner mucho empeño para evitar baches y tiempos muertos. No podés pulir o corregir en montaje: se filma todo de un tirón. Al final fue una experiencia muy enriquecedora para todos.”

Giacobone toma la posta: “Con Alejandro, Armando y Alexander (Dinelaris) nos complementamos bien, porque encaramos las cosas desde lugares distintos”, agrega Giacobone. “Como son directores, Alejandro y Armando ven las escenas desde un lugar más visual, mientras que Alexander y yo ponemos más el acento en las palabras y la construcción del relato.” Mientras terminan de celebrar, Bo y Giacobone tienen listo su nuevo proyecto junto a González Iñárritu y Dinelaris. Se trata de una serie televisiva llamada The One Percent, que pondrá al aire la señal estadounidense Starz y trata sobre un agricultor a quien el destino viene, una vez más, a hundir o salvar. Protagoniza Ed Helms (el dentista de ¿Qué pasó ayer?) y lo acompañan Hillary Swank y nada menos que Ed Harris. Son diez episodios en total. González Iñárritu dirigirá los dos primeros y otros quedarán en manos de Bo.

“Como en Birdman, tenemos que ir aprendiendo el trabajo sobre la marcha”, dice Giacobone. “Antes fue escribir una comedia sin cortes; ahora una serie que tiene que sostener el interés, cerrar en 50 minutos y dejar incógnitas en suspenso para el episodio siguiente. Pero, bueno, tanto Armando como yo nos tiramos a la pileta.” Para su primo, son dos o tres piletas: escribir una serie, filmar algunos de sus episodios y además hacerlo en inglés. “Me genera mucho entusiasmo, la confianza que tenemos con Alejandro ayuda mucho.” El Oscar abre puertas y una de ellas acaba de entornarse para Bo, permitiendo que encare su segunda película. Tentativamente titulada Stand By, el guión, escrito una vez más por Bo y Giacobone, es previo a Birdman.

Stand By narra la difícil relación entre un hombre necesitado de un trasplante de riñón y quien se ofrece como donante. La idea es rodarla este año en Estados Unidos, en inglés, y según trascendió estarían avanzadas las conversaciones con un actor conocido. “Todavía no se pueden dar nombres, pero tengo mucha confianza en poder ‘abrochar’ con el actor que tengo en mente”, se entusiasma Bo. Radicado en Nueva York desde hace tres meses, Giacobone vive allí con su novia y comparte un estudio de trabajo con Dinelaris. Su primo no baraja por el momento una mudanza definitiva. “Quiero ir de a poco, eligiendo qué historias me interesa contar. No me interesa ponerme al frente de una superproducción ni mucho menos”, subraya el nieto del hombre que medio siglo atrás logró penetrar el mercado latino de Estados Unidos, sin necesidad de mudarse.