Jueves, 5 de marzo de 2015 | Hoy
CINE › AUTóMATA, DE GABE IBáñEZ, CON ANTONIO BANDERAS Y MELANIE GRIFFITH
Por Horacio Bernades
Tal vez porque en ella la novedad es un elemento constitutivo, la ciencia ficción demanda, como ningún otro género, potencia de invención, algún aporte original, un aceitado ensamblaje de piezas narrativas más o menos oxidadas, aunque más no sea. Nuevo intento de hablar en inglés por parte del cine español, Autómata es menos eficaz que Lo imposible (Juan A. Bayona, 2012), que no iba más allá de ello. Producida y protagonizada por Antonio Banderas, la película dirigida por Gabe Ibáñez –especialista en técnica digital, hasta su debut como realizador con Hierro (2009)– refrasea una temática que no es novedosa desde por lo menos Blade Runner (1982): la de los seres artificiales que, al cobrar conciencia de sí mismos, ponen en peligro la supremacía humana. No es que Autómata esté mal sino que parece un film-replicante, que, como sus robots, parecería vivir a la sombra de sus modelos.
En 2044, manchas solares irradiaron la superficie del planeta, sobreviviendo a ellas menos de un uno por ciento de la población, que vive en ciudades aisladas y bajo una atmósfera artificial, destinada a contener futuras radiaciones. Los robots construidos por los humanos los superan largamente en número, pero son sumamente primitivos, ya que otra consecuencia de las radiaciones fue el atraso tecnológico (¿?). Estos autómatas se rigen por dos protocolos: 1) jamás cometerán daño a un ser humano; 2) bajo ningún concepto pueden modificar su diseño original o el de cualquier congénere. ¿Por qué entonces piezas de unos modelos aparecen colocadas en otros? Peor aún, ¿por qué alguno de ellos atenta contra su propia vida? ¿Saben entonces que tienen vida propia?
Investigando, un inspector de seguros de la compañía que los produce, que sufre de una suerte de spleen existencial (Antonio Banderas, calvo y de barba crecida), terminará asociándose con un policía de gatillo fácil, para quien los robots son chatarra (Dylan McDermott). La investigación los lleva lejos del mundo “civilizado”, bajo el rayo del mortífero sol y hasta tierra robot. Autómata es como sus seres de chapa: buena, incapaz de hacerle daño a ningún espectador, pero por eso mismo carente de tensión. Algo rústica, como sus criaturas (cosa curiosa, teniendo en cuenta los antecedentes del realizador), con actores que le dan cierto aire a clase-B (cuando no lo agarra Almodóvar, Banderas es tremendo) y piezas tomadas de otros mecanos.
El ambiente urbano es tan oscuro y lluvioso como el de Blade Runner; Banderas usa un piloto que parece haber dejado Harrison Ford; los robots blancos traen a la memoria La guerra de las galaxias; “el futuro” que la mujer del inspector lleva en la panza hace pensar en Hijos del hombre; la convivencia entre el héroe y los “salvajes” recuerda a Danza con lobos. Ciertas puntas interesantes (que la técnica atrase, algo subversivo para la ciencia ficción; que los robots tengan su guarida en el desierto, como indios o bereberes) no están desarrolladas. Lo más extremo es el rostro de Melanie Griffith, que parece el producto del experimento fallido de un científico loco.
Bulgaria/EE.UU./España/
Canadá, 2014.
Dirección: Gabe Ibáñez.
Guión: G. Ibáñez, I. Legarreta y J. Sánchez Donate.
Duración: 109 minutos.
Intérpretes: Antonio Banderas, Dylan McDermott, Robert Forster, Melanie Griffith.
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