Miércoles, 11 de marzo de 2015 | Hoy
CINE › EL ACTOR MARTíN PIROYANSKY PRESENTA VOLEY, SU SEGUNDA PELíCULA COMO DIRECTOR
Pensada como una comedia para público joven, Voley juega con un pibe que se enamora de la novia de su mejor amigo.
Por Oscar Ranzani
Muchas veces, los momentos de relax son inspiradores y estimulan la creatividad. Eso le sucedió al actor y director Martín Piroyansky a la hora de pensar su segundo largometraje como cineasta, Voley –que se estrena este jueves–, en el que también es el protagonista. Hace unos años, el actor surgido de ese semillero de talentos infantiles que fue el ciclo televisivo Magazine for fai pasó unas vacaciones con amigos en la costa del Uruguay. El grupo estaba integrado por chicas y chicos veinteañeros. Cuando regresó a Buenos Aires, Piroyansky se dio cuenta de que quería poner en imágenes el material que había imaginado luego de esa pequeña convivencia. “Volví de las vacaciones sintiendo que había un ámbito y situaciones como para escribir una película”, cuenta en la entrevista con Página/12. Pero demoró seis años, luego de dejar el proyecto en stand by y de revisitarlo cada tanto, para poder concretar su opus dos como realizador, tras su ópera prima Abril en Nueva York.
A esta altura, Piroyansky (29 años) es un especialista en comedias, tanto como actor (Sofacama, Cara de queso, Mi primera boda, Vino para robar) como director. O al menos, ése es el género en el que se mueve como pez en el agua. Y Voley no es la excepción, con la siguiente aclaración: es una comedia pensada para público joven. Pero Voley no tiene muchos puntos de contacto con Abril en Nueva York, que era una comedia romántica. Aquí hay poco de romanticismo; más bien, el motor de seducción del protagonista Nicolás (Piroyansky) es el sexo. Junto a un grupo de amigos y amigas de la adolescencia, Nico pasa la noche del Año Nuevo en una casa del Tigre. Tiene una relación ocasional –para nada comprometida– con Pilar (Inés Efron), pero a poco de iniciarse la película se sabe que tiene intenciones sexuales con las otras chicas. Y las va concretando. El problema surge cuando este irrefrenable mujeriego descubre que se está enamorando de Manuela (Violeta Urtizberea), que es nada menos que la novia de su mejor amigo, Nacho (El Chino Darín).
–¿Coincide en que el target de la película son los adolescentes o los post-adolescentes?
–Más que nada, los post-adolescentes. Creo que por la experiencia de haberla exhibido por primera vez en el Festival de Mar del Plata, el público puede ubicarse desde los adolescentes hasta gente de 35 años más o menos. Pero la ubico fuertemente en los veinteañeros.
–¿Los temas que aborda de la película sólo están inspirados en vivencias personales o hay una construcción más abstracta?
–Hay una mezcla. Lo del amor no correspondido es algo que todos vivimos alguna vez. Y después, el personaje no se parece a mí: es un pibe sin códigos, bastante miserable. No me identifico con el personaje pero la temática básicamente a mí me toca porque en todo lo que escribo hay algo personal involucrado.
–El eje del relato es el amor no correspondido o al menos el que dispara las situaciones, ¿no?
–Sí, es algo que aparece en un momento sorpresivamente. Por otro lado, quería hablar de esta cosa medio sexista de diferencia de género entre el hombre y la mujer y refutar –o por lo menos interrogar– esta cosa machista de pensar que el hombre es promiscuo y la mujer es más fiel. La película quiere romper un poco con ese pensamiento.
–Pero su personaje es mujeriego y misógino.
–Sí, el personaje sí, pero a lo largo de la película se le cae el discurso. A medida que avanza la trama, empieza a enamorarse y se da cuenta de que no quiere a todas las mujeres sino a una, mientras que esa mujer le está siendo infiel al novio. Entonces, lo que él instala al principio, que es su tesis, se le cae. Y la tesis del personaje no es mi tesis. Al contrario, mi rol como autor es refutar lo que instala el protagonista.
–¿Qué puntos critica y admira de su generación y cómo buscó plasmarlos en la película?
–No sé si es algo criticable a la generación: siento que la modernidad nos va construyendo como personas. Los avances tecnológicos nos moldean y, de pronto, descubrís que tu generación representa algo que, de chico, no. De chico veías una cosa en los adultos y cuando llegás a la adultez sos de otra generación, pasaron demasiadas cosas en el medio y no te parecés a los adultos de cuando eras chico. Un poco, somos víctimas de la época en la que vivimos. Quizá, nuestra generación era más apolítica, pero en los últimos años empezó a resurgir cierta situación de militancia fuerte. Entonces, ya tampoco puedo decir que mi generación es apolítica. No sabría bien cómo criticar algo generacional.
–¿Admira algo?
–Siento que se relajó algo. Hay algo más habilitado para lo políticamente incorrecto. Hay algo más abierto, pero toda generación intenta ser más abierta que la anterior.
–En la historia, la pérdida de la lealtad en la amistad parece un punto de mayor conflicto que la falta de fidelidad en la pareja. ¿Usted lo cree así también?
–Me parecen graves las dos cosas. La película está contada desde el punto de vista de un personaje que es soltero. O sea, tiene un centro que es el camino de un personaje que comete un error grave, como serle desleal a su mejor amigo. Entre los personajes que son infieles no está el protagonista. O sea que esa trama queda atrás de la principal. Pero me parecen graves las dos cosas. Uno puede sufrir un montón siendo infiel y también con la deslealtad de un amigo o siéndole desleal. En un punto, las dos cosas son graves. La película toma por eje la deslealtad simplemente porque el protagonista es el que comete ese error.
–Los personajes tienen más diferencias entre sí que similitudes. ¿Buscó construir una paleta lo más amplia posible de personalidades?
–Sí, un poco como arquetipos aggiornados. Y también uno puede ver en películas más viejas a determinados tipos de personajes. Obviamente, ésta es una película que se está estrenando en 2015. Entonces, los códigos cambian y los personajes que uno conocía de otro tipo de películas hoy están levemente virados hacia otro lugar, pero son los mismos o intentan ser los mismos arquetipos que todos conocemos. La película simplifica una paleta de personajes posibles que uno puede conocer en cualquier grupo de amigos.
–¿Cómo se vive dirigirse a sí mismo?
–La verdad es que en los últimos años lo hice bastante: en el corto No me ama y en una serie web titulada Tiempo libre. Y a esta altura del partido es una situación en la que me siento cómodo. Hasta en algunos puntos me parece más práctico, sobre todo porque tengo un actor menos que dirigir. Lo que sería la construcción del personaje, que es algo que hago completamente desde el actor, ya lo empiezo a hacer desde la escritura del guión. Mientras escribo, pienso cómo lo voy a componer. Entonces, a la hora de salir a filmar tengo todo el bagaje y un recorrido hecho como actor dentro de la misma película que también me simplifica las cosas.
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