Jueves, 20 de octubre de 2016 | Hoy
CINE › LOS DIRECTORES ARGENTINOS PRESENTES EN EL DOCBUENOSAIRES
Así definen el documental Gustavo Fontán, Andrés Habegger, Alejandro Fernández Mouján, Alejandro Vagnenkos y Fernando Priego Ruiz, que estrenan sus nuevos films en la muestra DocBuenosAires, que comienza hoy en el Espacio Incaa Gaumont y otras salas de la ciudad.
Por Oscar Ranzani
La décimosexta edición de la muestra DocBuenosAires comenzará oficialmente esta noche a las 20, con la proyección de El día nuevo, de Gustavo Fontán, en el Espacio Incaa Gaumont, y se extenderá hasta el 27 de octubre ofreciendo las mejores producciones nacionales e internacionales del cine documental de creación en distintas salas de la ciudad. Un espacio importante tendrán este año las producciones argentinas, donde, además del documental de Fontán, se exhibirán, en calidad de preeestrenos, los nuevos trabajos de Andrés Habegger, El (im)posible olvido, y de Alejandro Fernández Mouján, El otoño del ceibo (en este caso, se trata de un cortometraje). A ellos se suman las películas de nuevos documentalistas como Alejandro Vagnenkos, director de Escuela trashumante, y Fernando Priego Ruiz, quien debuta en el largo con Resplandor.
Pasaron más de quince años del primer DocBuenosAires y Página/12 reunió a los cinco documentalistas argentinos para saber si consideran a la muestra como un espacio ya consolidado para la visualización del género y también para conocer sus opiniones sobre el estado del documental en la actualidad. “Yo lo conozco desde sus inicios. Es un espacio que está consolidado. Uno ya sabe que una de las posibilidades de mostrar un documental es el Doc. La verdad es que se amplió bastante porque empezó a participar gente de países latinoamericanos, han venido directores europeos, y también el realizador israelí Avi Mograbi en una edición”, cuenta Fernández Mouján. A su lado, Habegger agrega: “Lo fundamental de espacios como éste es que nos permiten como realizadores exhibir nuestras películas, pero como espectadores nos facilitan ver cosas que, de otra manera, no llegarían”. Vagnenkos destaca que “lo bueno es que también se consolida un lugar propio del documental”. En tanto, Priego admite que conoció mejor el género gracias al DocBuenosAires, mediante invitaciones de amigos realizadores “que hacían documentales” y donde pudo ver sus películas. Fontán subraya una cuestión importante: “El poder verlos en contraste, todos juntos, en un tiempo determinado da un panorama de vertientes, de posibilidades. Y esto es algo híper valioso del Doc”.
–¿Cómo observan el estado actual del documental argentino respecto de cuando comenzó el DocBuenosAires? ¿Hay una mayor exploración que hace tres lustros?
Andrés Habegger: –Primero, hay un nivel de producción mucho más grande. Si comparamos la cantidad de documentales que se hacían en el 2000 en la Argentina y la cantidad que se hacen ahora es exponencialmente mayor en la actualidad. Aumentó muy fuertemente. Creo que mientras más se produce, más posibilidad de exploración hay. En la medida en que creció mucho la producción, se empezaron a diversificar las miradas.
Alejandro Fernández Mouján: –Al tener eventos como éste u otros festivales en que empieza a ser indistinta la competencia de documentales y ficciones, uno empieza a ver cosas más arriesgadas que vienen de otro lado. Eso promueve que también acá se empiecen a hacer cosas más interesantes, más novedosas desde el punto de vista estético y narrativo. Acá, el documental tiene una tradición de haber estado siempre muy ligado fundamentalmente a lo político y a lo temático. En los últimos años se ha profundizado también en la cuestión formal, de cómo narrar, cómo usar la cámara. Distinta gente ensaya diferentes estilos, algo que antes no se hacía tanto sino que era más uniforme la forma de hacer documentales.
Gustavo Fontán: –Se consolidó en el documental una especie de zona de libertad que, en general, no la ficción no tiene. No digo que no haya películas con libertad en la ficción, pero me parece que el documental consolidó en este tiempo un conjunto de posibilidades y libertades que están accesibles como opción, desligadas de los paradigmas más fuertes y eso me parece muy valioso. Las circunstancias son muchas: la posibilidad de ver cosas diferentes, la aparición de programas de cine documental en las escuelas de cine que no existían. Post-dictadura desapareció el documental como concepto. No digo que no se hayan hecho documentales, pero si se buscan los programas de las facultades de cine post-dictadura se descubre que el documental no existía. Recién quince años después, un conjunto de factores favorecieron que el documental sea lo que es: un espacio de experimentación muy grande.
Fernando Priego: –Agregaría que es un espacio que muchos realizadores encontraron sin pensar decididamente desde un inicio que sus carreras iban a ser como documentalistas. Hay una multiplicidad de realizadores que vienen de otras ramas, de la ficción o del video-arte que empezaron a hacer documentales gracias a todas estas posibilidades que se abrieron. Eso también genera que haya miradas distintas que van a agregar algo nuevo siempre.
Alejandro Vagnenkos: –Lo que hizo el documental fue ampliar el horizonte, el límite de lo que uno puede ver en cine. Hoy hay discusiones acerca de qué es documental, qué es ficción. Participamos hace poco en un festival donde competían documentales y ficciones. Y el que ganó el premio al mejor actor era del documental Los cuerpos dóciles. Hay algo interesante que se complejizó, que se pone a discutir acerca de qué es un documental. Eso está bueno y sucede en el marco de una gran producción que se realizó en los últimos años.
–¿Creen que sigue existiendo el prejuicio de que el documental es el hermano menor de la ficción?
A.H.: –El que está ganando romper esa mirada es el propio documental. El documental tenía una tradición mucho más informativa, planteaba una hipótesis más al estilo periodístico. Salvo experiencias de Europa o del cine independiente de Frederick Wiseman en los Estados Unidos había una tradición más informativa vinculada a algo declamativo. El cine de lo real está rompiendo esa idea y se la está ganando. Está ganando romper ese prejuicio, que tenía cierta razón de ser.
–En los 60 y en los 70 el documental político tenía otro objetivo que el de ahora. Antes era importante lo urgente y lo temático y en la actualidad se piensa más en la estética. No por tratar un tema necesario significa que haya que resignar calidad en la producción de un film.
A.F.M.: –Sí, además porque cambió todo el mundo audiovisual. El acceso a lo digital y la difusión, por ejemplo. En los 60 o 70 para enterarte de cosas que pasaban en otras partes del mundo tardabas un montón y hoy en día tenés todo al instante. A veces, no vale la pena matarse para llegar con algo que parece una noticia porque pasó ahora y tenés que contarlo porque parece urgente. No hay nada que no pueda verse hoy en día. Esto estimula más la reflexión. Tardamos de tres a cinco años para volver a hacer un documental. Tampoco te podés dedicar a lo urgente y a lo que está pasando en el momento porque no llegás.
A.V.: –Pero también me parece que hay una realidad del documental y no sólo en la Argentina. Es un proceso necesario. Cuando Mouján dice “de tres a cinco años” tiene que ver con procesos del documental, que necesariamente tienen que tener un tiempo, contraponiéndolo con la ficción. La ficción muchas veces tiene que ver con los tiempos del mercado. El documental tiene algunos tiempos particulares que después se suman al formato final.
–Si bien hay mucha producción, ¿cómo se podría solucionar la falta de espacios de exhibición para el documental argentino?
A.V.: –Es la pregunta del millón. Uno podría tener un montón de respuestas: dinero, salas, políticas públicas que favorezcan la exhibición del documental. Tendría que haber una decisión política.
–¿Cree que no la hay?
A.V.:–No sé si no la hay. No parece haberla, en principio. En realidad, es un camino que se viene haciendo desde hace muchos años y que se debe continuar el esfuerzo de mucha gente, que ha puesto el lomo para seguir trabajando con estas cosas. Pero me parece que es una cuestión de decisión política. Igual es medio raro hablar ahora de si la hay o no. La papa está todavía muy caliente. No me animaría a decir que la hay, porque no la veo claramente, ni tampoco que no existe. Estamos en un período de transición complejo y esperemos que la haya.
F.P.: –Una decisión política ayudaría mucho. Pienso que eso haría un cambio grande.
G.F.: –Desde el hecho del cine documental, esa libertad de la que hablaba antes permitió romper fronteras entre los documentalistas. Hay una concepción más compleja, donde esos estamentos ya no son cerrados ni clausurados. Entonces, el problema de la exhibición es del cine argentino, no sólo del documental. Hay que pensarlo como una problemática que va más allá del documental. Si hacés una ficción que no responde estrictamente a los cánones del cine industrial estás en el mismo problema. Hay una problemática de la exhibición que, por supuesto, le llega al documental, pero que es más amplia: es para el cine argentino.
A.F.M.: –Como ya se dijo, es una cuestión política de estrategia y de tener claro cuál es la política para el cine argentino, en general, y dentro de eso para el documental. Por lo menos, desde mi propia experiencia, no puedo competir de igual a igual con una ficción en una sala. El documental tiene tiempos distintos para instalarse. De repente, te mandan al Gaumont a las 12 del mediodía y a las 5 de la tarde durante la semana. El documental debe tener menos funciones en la semana pero más extendidas en el tiempo porque aunque hagas la media en el Gaumont y la pases, a la tercera semana te sacan. Es para todos, pero el documental debería tener una forma de exhibición distinta que la ficción. En ese sentido, la sala que se ha manejado mejor es la del Malba, que programa los fines de semana y tu película capaz que está tres meses todos los sábados, o todos los viernes, o viernes y domingo. Y te mantenés.
A.H.: –Yo creo claramente que el cine es un producto cultural y todos los géneros existen porque existe un Estado que pone dinero y cree que se deben hacer determinadas producciones de ficción y de documental. Por ende, creo básicamente en las políticas de Estado. Esas políticas han existido fuertemente en los últimos años más ligadas a la producción, siempre quedó en deuda lo referido a la distribución y a la exhibición, también con la gestión anterior que tenía una política de Estado muy fuerte. Hoy estamos en una situación ambivalente, pero más allá de la presencia absolutamente necesaria del Estado, hay un cruce que nosotros tenemos que pensar: la nueva dinámica. Hay algo que tiene que haber: por un lado, una política de Estado que proteja y fomente la producción nacional. Pero hay algo que está cambiando que nosotros estamos en deuda y debemos pensar: ¿Dónde van nuestras películas? ¿Necesariamente deberían ir al cine? Con los cambios que se están produciendo y esta idea de múltiples pantallas nos debemos un pensamiento, más allá de la bella idea de que nuestras películas vayan a sala y que a todos nos guste verlas ahí.
–¿Cómo analizan el nuevo Plan de Fomento en relación al documental?
A.H.: –En general, compartimos que estamos todos muy expectantes esperando ver realmente la letra porque lo que se anunció el otro día fueron determinadas declaraciones de intención. Los que hacemos documentales estamos todos en la misma línea y esperando que el Incaa mantenga la política de promoción, difusión y aporte de dinero y de concursos y de fomento al cine documental. Pero realmente estamos esperando qué es lo que dice la resolución para ver cómo nos situamos.
A.F.M.: –Algunos de nosotros estamos en la DAC, que se retiró del Consejo Asesor del Incaa por diferencias ya que se hicieron manejos que no fueron claros ni todo lo democráticos que tenían que ser; sobre todo en relación al documental al haber nombrado comités que no fueron de común acuerdo y que el Incaa bajó ya con los nombres puestos y no hubo posibilidad de discutirlos. Y también por otra serie de cosas la DAC se retiró del Consejo Asesor. Pero mucho de lo que pasa en el Incaa no sé porque hay declaraciones y se habla con muy buenas intenciones de que “queremos integrar y escuchar a todo el mundo”, pero en lo concreto no sé cómo es el Plan de Fomento nuevo.
–En una entrevista de Página/12, el presidente del Incaa, Alejandro Cacetta, dijo que todas las asociaciones de documentalistas fueron convocadas y que el plan tuvo en cuenta sus inquietudes. ¿Ustedes lo sienten de esa manera?
G.F.: –Consultó a las entidades, pero se comprometió a mandar el borrador del nuevo plan y eso no ha sucedido. Eso genera mucha inquietud.
* Programación completa, sedes y horarios de proyección: www.docbsas.com.ar
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