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LA PELI
(Argentina-Uruguay, 2007).

Dirección y guión: Gustavo Postiglione.
Fotografía: Héctor Molina.
Intérpretes: Carlos Resta, Darío Grandinetti, Norman Briski, Raúl Calandra, Noelia Campo, Jazmín Stuart, Diego Lerer y Natalia Oreiro.

“Tenía los actores, los decorados, la guita, pero me faltaba algo...”, cavila Diego, el protagonista de La Peli, un director cinematográfico que atraviesa una profunda crisis creativa y se pasea por el set sin llegar a decidir qué quiere decir o contar. Como a su personaje, el realizador rosarino Gustavo Postiglione –que en El asadito y El cumple supo hacer un cine simple, modesto, casero– tiene ahora de todo, incluso actores de mucho nombre y convocatoria (Darío Grandinetti, Norman Briski, Natalia Oreiro), pero le falta lo esencial: la película.

Durante 119 minutos, Postiglione sigue los devaneos intelectuales de Diego, sus muy razonables dudas acerca de su talento y los giros de su complicada vida sentimental. Como en el viejo cine de Eliseo Subiela, es habitual que el protagonista de La Peli desprecie a las mujeres, aun a aquellas a las que dice amar, pero disfraza ese desdén con un aura romántica, de poeta maldito, vestido con sobretodo oscuro hasta en verano. ¿Qué quiere hacer Diego? ¿Un film político, con un Superhéroe Montonero tomado en joda, que corre a través de la noche metralleta en mano? ¿O una película de amor, capaz de dar cuenta de su fijación por mujeres más jóvenes que él? El protagonista no lo sabe y parecería que La Peli tampoco.

Filmada en digital y ampliada sin lucimiento técnico a 35mm, La Peli recurre a una caprichosa estructura fragmentaria en la que se alternan distintos tiempos narrativos y varios puntos de vista, que van desde una narración omnisciente hasta las subjetivas del protagonista. De la misma manera, Diego está interpretado sucesivamente por Carlos Resta, Darío Grandinetti y Norman Briski, pero ninguno de los tres actores consigue hacer de ese realizador frustrado (“Soy un ex director de cine del culo del mundo”, se define en la primera escena) un personaje mínimamente interesante, aunque más no fuera por sus neurosis.